viernes, 12 de noviembre de 2010

Pabellón para Suomen Raakasokeritehdas Helsinki. 1921 (II)

Aalto descubre rápidamente las inquietudes de la sociedad de su país y, al mismo
tiempo, se da cuenta de la orientación artística más vanguardista del momento. Inmediatamente inicia una serie de viajes: en el verano de 1921 se desplaza a su vecino país Suecia, donde visita la arquitectura más significativa hasta el momento; posteriormente, en el otoño de 1921, en su segundo viaje al extranjero, es comisario de una pequeña exhibición finlandesa en el salón de arte Elli Forsell-Rozanthal en Riga (Letonia); tras un año en el servicio militar, otra vez Suecia, visita la Gran Exhibición de Gotemburgo en julio de 1923. Después de su boda con Aino Marsio el 6 de octubre de 1924, emprenden su viaje de luna de miel, centrado sobre todo en Italia y con una breve estancia en Austria.
Además de realizar numerosos dibujos (bocetos y acuarelas), en sus viajes Aalto
acostumbraba a escribir artículos a su regreso a Finlandia, que bien expresaban sus experiencias en el viaje, su punto de vista sobre el camino que seguía la arquitectura del momento o la admiración por la arquitectura clásica que le interesaba profundamente, sobre todo desde su viaje por Italia.
Los viajes, las lecturas y los contactos intelectuales que se suceden en este intervalo de cuatro o cinco años son determinantes en la formación ideológica de Aalto, aunque, como ya hemos anunciado más arriba, desde su niñez con la influencia de su abuelo, padre y tía y posteriormente en su adolescencia en Jyväskylä, Aalto afianzará una peculiar conciencia ética de la vida10, en la cual la sociedad tenía que ser entendida y valorada en su justa medida como receptora de la obra de arquitectura, que no tenía otro fin que el de estar al servicio de las necesidades sociales. El arquitecto se convierte en un mero funcionario, sensible a las necesidades del momento, y que es capaz de resolver con su arquitectura los problemas y las carencias de una sociedad en constante cambio. Sólo desde una posición alejada de la especulación y los intereses económicos, concentrada en la cultura como contenido de la obra de arquitectura y la sociedad como receptora a satisfacer y el entorno como medio a respetar y reinterpretar, es posible desarrollar una arquitectura dotada de contenido poético y comprometida con su contexto físico y social. Aalto lo consiguió.





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