jueves, 13 de enero de 2011

Exposición conmemorativa del 7º centenario de Turku Turku. 1929 (III)

La ordenación general de los pabellones, atendiendo al plano en planta que se conserva
y a las fotografías, nos muestra un recorrido zigzagueante en ascenso, a través de una rampa- escala, desde la entrada principal del Tívoli (en el borde inferior izquierdo) hasta el restaurante de planta circular situado en lo alto de la colina. En la parte central del proyecto vemos una gran plaza rectangular delimitada por un gran bloque en forma de L y los testeros de hileras paralelas de pabellones cuyas calles se cierran en el extremo opuesto por un gran bloque lineal que se adapta a la topografía.
Los elementos verticales -hitos- contrastan con la horizontalidad predominante en la
mayoría de los bajos pabellones de la exposición. Los hitos, estratégicamente situados, enmarcan las principales vistas de la ciudad y soportan diferentes anuncios, con unos cuidadísimos diseños tipográficos26.
El recorrido en forma de Z nos recuerda aquellos que se producían en ciertas ciudades ubicadas en las colinas de la antigua Grecia27, además de la inmensa plaza central. Quizás, la exposición se pueda entender también como una interpretación de los recorridos por la ciudad griega: recorriendo los pabellones que forman las calles, atravesamos el ágora, encontrándonos ocasionalmente con alguna columna (hito de propaganda) perteneciente a las ruinas (columnas) de algún gran templo griego; pronto se llega al lugar de reunión, el templo, que en este caso se convierte en el gran restaurante de planta circular. El culto aquí no es a los dioses, sino al preciado placer (escaso al no estar bien visto por la religión luterana) de una buena comida y una tertulia con los amigos o familiares, aspectos sumamente valorados
en los países bálticos.
En otra observación menos arriesgada constatamos que existe una similitud entre los cul-de-sac que se forman en la exposición de Estocolmo del año 1930 y los pabellones que en Turku se disponen perpendiculares a la plaza central y tienen un bloque lineal como tapa al final de las perspectivas de las calles. En este caso, y por diferencia de un año, fue quizás Asplund quien visitó la exposición de Turku y pudo llevarse alguna idea que le ayudase en su exposición de Estocolmo.
Un aspecto fundamental que caracteriza esta exposición lo constituye el protagonismo tan relevante del diseño gráfico. La disposición tipográfica en las torres, los aleros, los pabellones y hasta el suelo, no es casual. Aalto explica en su artículo que la exposición tiene su base de diseño en la misma forma de trabajo que tienen las páginas de los periódicos. Es decir, que utiliza las modernas técnicas tipográficas y de composición de textos para homogeneizar y dar continuidad, desde el diseño gráfico, al fragmentado y diverso en contenidos y volúmenes recinto ferial.
La arquitectura aquí casi se desvanece, se pone al servicio de la tipografía, se convierte en soporte de textos y símbolos; la arquitectura es un mero soporte liso, recto y limpio que conforma una volumetría pura: cilindros, cubos o largas tiras lineales rectangulares. Estamos, quizás, delante de la interpretación formal de algunos conceptos funcionalistas28 que llegaron a Finlandia en 1927 de la mano de Erik Bryggman, cuando proyectó un edificio comercial en Vaasa (un concurso). No mucho antes, el nuevo término funcionalismo apareció en la exposición de viviendas Weissenhofsiedlung de Stuttgart en el año 1927.

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