sábado, 15 de enero de 2011

Exposición conmemorativa del 7º centenario de Turku Turku. 1929 (IV)

Muchos de los componentes teóricos de este funcionalismo ya se encuentran en
algunos textos elaborados a mediados de los años veinte en la Bauhaus29 por L. Moholy-Nagy,
P. Klee, G. Muche, Oskar Schlemmer o Alfred Kemeny, entre otros. Personajes conocidos por Aalto desde sus contactos con Europa central en el su viaje del año 1928 (además que cultivó una gran amistad con L. Moholy-Nagy). Es de suponer que los textos eran conocidos por Aalto desde mucho antes, ya que dominaba bien la lengua alemana.
De todas formas y, como veremos más adelante, la convicción funcionalista de Alvar Aalto no duró mucho y, aunque valoró positivamente algunos de sus principios, como lo demuestra en varios de sus escritos, en poco tiempo acabó “corrigiéndolos” a su manera, volviendo a defender una arquitectura más cercana al ser humano.
Volviendo a la exposición, el elemento que más nos llama la atención y, sin lugar a dudas, unos de los más interesantes iconos en la obra de Aalto desde nuestro punto de vista, es
el escenario para actuaciones musicales. Esta gran construcción fue el único elemento desnudo
que no tuvo que soportar propaganda ni texto alguno (intocable por la modernidad funcionalista), además de mostrarse gran parte del tiempo vacío, como una gran escultura. Todo esto ya nos da pie a pensar que para Aalto esta obra era algo más que un simple podio.
Consistía en una gran plataforma de madera de forma trapezoidal de 30 por 20 metros, ligeramente en rampa, que soportaba en su parte más estrecha y elevada una estructura vertical ligeramente curvada (también de madera) que se elevaba unos 9 metros y se remataba en una sucesión de escaloncitos de madera que conformaban un dentado y daban un aspecto de forma curva en el remate superior.

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