martes, 4 de enero de 2011

Pabellón para Suomen Raakasokeritehdas Helsinki. 1921 (III)

No lejos de Finlandia, en Rusia se publicaba el primero de los trascendentales escritos del filólogo y lingüista ruso Mijail Bajtín. Este breve artículo, publicado el 13 de septiembre de 1919 en Nevel, con el titulo “Arte y responsabilidad”11, deja entrever un programa de poética social y de ética responsable que se apoyará firmemente en la alteridad, la exotopía y el discurso, y que finalmente desarrollará el concepto de dialogía.
Nosotros aventuramos la hipótesis de que Aalto pudiera haber conocido este texto, dados los lazos culturales todavía existentes entre Finlandia y Rusia12, y si no fue así, quizás en los círculos intelectuales en que se movía Aalto, es muy probable que sí tuvieran noticia del artículo. De cualquier forma, sorprende la coincidencia en el tiempo y además es evidente que hay muchísima similitud entre las dos maneras de pensar sobre el arte y el papel que el artista tiene que desempeñar en la sociedad. La unidad responsable de Bajtín se solaparía en intenciones con una particular actitud ética ante la sociedad que debía tener el arquitecto, según Alvar Aalto. Es interesante comprobar cómo dos pensadores tan importantes como Aalto y Bajtín están llegando a conclusiones muy semejantes. Sin duda, la clave está en partir de las mismas consideraciones iniciales, es decir, ¿hacia quién se dirige el arte?, ¿quién es el receptor de la arquitectura?. La respuesta es, sin lugar a dudas, la sociedad: sólo a través de una conciencia clara del otro podremos acercarnos a una arquitectura más humana. La dialogía bajtiniana es un importantísimo paradigma de reflexión a seguir y estudiar en profundidad, sobre todo teniendo en cuenta el caos en que está sumida gran parte de la arquitectura contemporánea, más interesada en teorías abstractas: flujos, redes estructurales, pautas dinámicas, mallas, espacios virtuales, secuencias, tramas,... en definitiva, un descontextualizado campo de cultivo equivocado de aplicación. Carente de valores sociológicos, históricos y culturales, que son en gran medida los que esencialmente Aalto desde sus inicios tuvo en cuenta para desarrollar sus paradigmáticas obras de arquitectura y su coherente actitud ética frente a la vida.

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