jueves, 22 de marzo de 2012

GEOGRAFÍA E HISTORIA. LA CREACIÓN HUMANA. (I)

En las páginas precedentes me he ocupado principalmente: del área-residencia y los elementos primarios; de la estructura de la ciudad por partes.
Subordinadamente me he ocupado de los elementos, de la diversa fruición de los elementos urbanos, de la comprensión de la ciudad.
Muchas de estas cuestiones eran de método; intentan llegar a su clasificación.
Se puede pensar que haya otros modos de llevar a cabo esta clasificación y que yo no haya escogido la más lineal; sin embargo, he intentado atenerme a los resultados más seguros que poseemos y en parte ordenarlos. Ya he escrito que no hay nada nuevo en todo ello.
Lo que importa es que dentro de estas consideraciones haya hechos concretos; y que éstos atestiguen la relación del hombre con la ciudad.
He dado la hipótesis de la ciudad como manufactura y como obra de arte; podemos observar y describir esta manufactura o intentar comprender sus valores estructurales. Pero en todo caso la geografía de la ciudad es inseparable de su historia; y sin ellas no podemos comprender su arquitectura, que es el signo’ concreto de esta «cosa humana»
Al comienzo de esta investigación he citado especialistas de diversa naturaleza; el hecho en el que insistimos es tan concreto que vuelve en todos los autores y es la base de la tratadística.
«L’art de l’architecture —escribió Viollet-le-Duc— est une création humaine.» Y también: «L’architecture, cette création humaine, n’est done de fait, qu’une application de principes qui sont nés en dehors de nous et que nous approprions par l’observation».
Esos principios están en la ciudad; ésta es el paisaje de piedra —brick and mortar—, según la expresión de Fawcett, que simboliza la continuidad de una comunidad.
Los sociólogos han estudiado el conocimiento colectivo, la psicología urbana; geogratía y ecología han abierto grandes horizontes.
Pero en la comprensión de la ciudad como obra de arte, ¿la arquitectura no es esencial?
Un estudio más ceñido de los grandes momentos de la historía urbana nos aclarará la cuestión de la arquitectura de la ciudad como obra de arte total. Berenson nota, si bien sin desarrollar este concepto, que el arte veneciano se explica completamente en m misma ciudad: «No hay nada que los venecianos no intentasen añadir a la grandeza del Estado, a su gloria, a su esplendor. Y esto llevó a hacer de su ciudad un vivo, maravilloso monumento amor y de la reverencia que alimentaban hacia la República; monumento que hasta hoy suscita más admiración y da más gozo que cualquier otra obra nacida del fervor del arte. Y no se contentaron con que Venecia fuera la más bella ciudad del mundo, sino que en su honor instituyeron ceremonias que tenían toda la majestad de los ritos religiosos».
Observaciones de este tipo son ciertas para todas las ciudades; se refieren a hechos; hechos que se pueden manifestar en forma diversa y con vicisitudes diferentes, pero no por ello dejan de ser confrontables.
Ninguna ciudad ha sido nunca privada del sentido de la propia individualidad.
Mi argumento se refiere al estudio de la arquitectura de la ciudad; me limito a hacer un esbozo de un tratado.

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