No se puede, pues, reprobar a Lavedan haber insistido en el aspecto arquitectónico cuando éste es precisamente el mérito mayor de su obra; y no creo forzar su pensamiento si afirmo que cuando nos habla del «plano» de la ciudad entiende hablamos de arquitectura.
De hecho, ocupándose del origen de la ciudad escribe:
«Trátese de una ciudad espontánea o de una ciudad planificada, el trazado de su planta,
el diseño de sus calles no le es debido al azar. Existe una obediencia a las reglas. Sea inconscientemente en el primer caso, sea consciente y abiertamente en el segundo.
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