domingo, 1 de julio de 2012

El maravilloso Taj Mahal

Durante mi reciente viaje a la India, junto a mi esposo, visitamos Agra, uno de los estados más poblados del país y lugar donde se encuentra el imponente Taj Majal. Llegamos por la tarde al hotel donde fuimos recibidos por elegantes hombres vestidos con impecables turbantes, túnicas ceñidas a la cintura por coloridos cinturones y pantalones abombados que se unían perfectamente a zapatos de terminación en punta. El aire tenía un tenue aroma a incienso y a jazmín que, en combinación con las flores que flotaban sobre las numerosas fuentes de agua, lograban trasladarlo a uno a otro tiempo y a otro espacio.

En la noche, luego de haber disfrutado de unos típicos masajes indios, nos dirigimos a un restaurante muy recomendado para probar la comida local. La inmensa variedad de curris, los platos de lentejas preparados por más de 24 horas, los pollos y corderos al tandoori que es un horno al carbón y la gran variedad de postres indios, entre los que se encuentran helados de rosas, dulces de pepinos y una especie de buñuelos hechos de queso fresco bañados en miel, entre muchos otros, fueron una parte importante del viaje y nos permitieron apreciar aún más la rica cultura india. Uno puede pensar que este tipo de experiencias no guarda ninguna relación con la verdadera India, donde un importante porcentaje de la población vive sumido en la pobreza y donde las tasas de analfabetismo y mortalidad infantil son altas.

Sin embargo, la sofisticación que se puede experimentar en este país es legado de sus cortes Mughal y de las épocas de los Maharajas, y como tal es un importante componente de su cultura y su historia. Como decía una revista de turismo, uno no conoce el verdadero placer y el nivel en el que los sentidos pueden ser exaltados hasta que visita Asia.

Al día siguiente nos despertamos a las cuatro de la mañana para visitar el Taj Majal, queríamos llegar antes del amanecer puesto que nos habían dicho que ésa era la mejor hora para verlo con menos gente y con la luminosidad que sólo el sol saliente puede dar. Un bus nos llevó hasta unos 200 metros antes de la puerta principal desde donde seguimos a pie.

Cruzar el tramo entre el punto de llegada y la puerta de entrada se tornó en una tarea más difícil de lo que esperábamos. Uno debía ir totalmente concentrado para evitar ser atropellado por las numerosas motos y bicicletas, por los carros tirados por caballos y camellos, para no chocarse con las vacas y también tenía que prestar especial atención para no pisar a los monos. Una vez que llegamos a la puerta de entrada, tuvimos que sumarnos a una ya existente cola de más de 100 personas y durante los 20 minutos que faltaban para las seis de la mañana, hora en la que abrían las puertas, fuimos devorados por cientos de mosquitos.

Cuando finalmente se abrieron las puertas y pudimos entrar, pasando por un estricto punto de seguridad, todos los inconvenientes quedaron olvidados en cuanto vislumbramos la silueta del Taj Majal. Construido a partir de 1631 durante 17 años por más de 20.000 trabajadores que cumplían turnos de día y noche, esta magnífica construcción de mármol refleja la pasión e infinito amor que la inspiraron. El quinto emperador Mughal Shah Jahan ordenó su construcción en memoria de su segunda esposa Mumtaz Mahal, quien según la historia fue una de las más destacadas damas de la era Mughal y cuyo amor con el emperador no tuvo paralelo.

Después de sacar fotos del Taj Majal desde todos los ángulos, seguimos nuestro itinerario del día rumbo al Fuerte de Agra. Confiados en que después de lo que acabábamos de ver ya nada nos podría impresionar, nos relajamos y preparamos para pasar una tarde de paseo sin mayores expectativas. Fue entonces cuando la increíble India nos sorprendió una vez más. Llegamos a un fuerte de color rojo dado por la piedra de Rajastán con la que fue construido, de proporciones inmensas y de gran belleza en su arquitectura.

Si bien el fuerte era una importante estructura militar, en su interior se encontraba el palacio del emperador Mughal y su correspondiente harem. Dentro del fuerte, cada espacio está embellecido por maravillosos tallados en piedra, por mármoles incrustados con piedras preciosas y todo esto resaltado por la vista del río Yamuna y del Taj Majal. Uno podía cerrar los ojos e imaginar cómo eran esos espacios cuando estaban rodeados por jardines y fuentes perfumadas, adornados con maravillosas alfombras y cortinas de seda, cuando por el harem paseaban las más hermosas y cultivadas mujeres, y por los pasillos del palacio se desplazaban los más eximios cortesanos, cada uno experto en algún arte o ciencia, llevados a la corte para deleite y beneficio del monarca.

Es como si estas maravillosas construcciones fueran portales interdimensionales que nos permiten viajar en el tiempo y experimentar, aunque sea por unos escasos momentos, civilizaciones pasadas que sentaron los cimientos de nuestra actual realidad.

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