El Foro resume Roma y es parte de Roma; es el conjunto de sus monumentos, pero su individualidad es más fuerte que cada uno de ellos; es la expresión
de un diseño preciso o al menos de una precisa visión del mundo de las formas, la clásica,
pero sin embargo, su diseño es más antiguo, casi persistente y preexistente en el valle a donde se llegaban los pastores de las primitivas colinas. No sabría definir de otro modo lo que es un hecho
urbano; es la historia y la invención.
Por lo tanto también es, y en este sentido se toma aquí particularmente, una de las más altas lecciones de arquitectura que conozcamos.
Resulta oportuno ahora
distinguir entre
este «lugar»
y
el
ambiente como viene
entendido frecuentemente en los tratados de arquitectura
y
en
los
relativos
al
diseño
urbano.
El análisis que se ha intentado
aquí
de
los
valores
del
locus
pretende
presentar
una
definición extremadamente racional
de un hecho complejo por su naturaleza pero en el que es necesario
intentar hacer algo de luz, exactamente como un científico cuando se enfrenta con temas que intentan
aclarar el mundo indistinto de la materia y sus leyes; acerca del valor psicológico de este análisis, ya nos hemos
ocupado de él más arriba.
Como quiera
que
sea,
el
locus
entendido así no tiene puntos de contacto con el ambiente;
el ambiente parece extraordinariamente vinculado
a la ilusión, a la ilusividad;
lingúisticamente está vinculado
a expresiones como «se forjaba la ilusión
de vivir en el
Medievo» o «allí todo era diferente» y otras
perlas de este género. Un ambiente entendido así nada tiene de común con la arquitectura de la ciudad; es concebido
como una escena, y en tanto que escena requiere ser conservado expresamente por sus funciones; se trata de una necesaria permanencia
de funciones que salvan sólo con su presencia la forma e inmovilizan
la
vida
y
entristecen
como todas las falsedades turísticas de un mundo desaparecido.
No por casualidad
este concepto de ambiente es aplicado muchas veces y recomendado por aquellos que pretenden
conservar las ciudades históricas manteniendo las fachadas
antiguas o reconstruyendo de modo tal que se mantengan los perfiles y los colores
y las cosas de
este
género;
y
¿
qué
encontramos después de estas
operaciones,
suponiendo
que sean sostenibles y realizables? Una escena vacía, con frecuencia repugnante.
La reconstrucción del centro de Frankfurt,
una
pequeña
parte, según el principio del mantenimiento de los volúmenes góticos con arquitecturas seudomodernas o seudoantiguas, es una de las cosas
más tristes que recuerdo. No se sabe precisamente dónde ha ido a parar aquella sugestividad y aquella ilusión
que parece preocupar
tanto estas iniciativas.
En realidad, cuando hablamos de monumento podemos muy bien entender también una calle,
una zona, un país; pero entonces, si se conserva,
se debe conservar todo, como han
hecho los alemanes en Quedlinburg. Aunque si bien vivir en Quedlinburg puede ser al fin bastante obsesivo,
es
justificable
en
cuanto esta pequeña
ciudad es un eficaz museo del gótico (y extraordinario museo de tanta historia alemana); de otro modo no
hay justifícacion.
Caso típico a este propósito lo es Venecia, que merece un tratamiento particular.
Sin embargo, no quiero detenerme en este tema, que por otra parte está muy debatido y requiere ser sostenido
con
ejemplos muy
precisos
y
difícilmente generalizables, pero haré también una referencia partiendo del
análisis
del
Foro
romano anticipada más arriba
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