Trabajos para la restauración de monumentos
antiguos.
Apenas se aborda el tema, se presenta en la mente el primero
de
todos,
el
Forum, célebre lugar en el que
tales
monumentos están directamente amontonados y se unen a los más grandes recuerdos. Las restauraciones de tales
monumentos consisten
sobre
todo
en
librarlos
de
la
tierra
que recubre sus partes inferiores, en enlazarlos después
entre sí y finalmente en hacer el acceso a ellos
cómodo y agradable {....} La segunda parte del proyecto considera la
reunión de los monumentos entre
sí mediante un paseo regularmente sistematizado.
He considerado en un plano, trazado bajo mi dirección, un tipo de relación y sólo podré referirme a él [...]. Sólo
añadiré que el monte Palatino, inmenso museo
todo cubierto por magníficos restos de los palacios de los césares, debe ser necesariamente comprendido en la parte de jardín que hay que plantar,
y tal jardín, por los monumentos que deberá
encerrar, por los recuerdos de los que estará lleno, será desde luego único en
el mundo.
La idea de De Taurnon
no fue realizada y probablemente hubiera
sacrificado al diseño del jardín gran parte
de
los
monumentos
privándonos
de
una
de
las
mas grandes experiencias arquitectónicas; pero por esta idea, con el advenimiento de la arqueología
científica, el problema de los Foros se convierte en un gran problema de urbanística en conexión con la misma
continuidad
de
la
ciudad moderna.
Era
necesario,
en
primer lugar, concebir la exploración
del
Foro
no
ya
como un estudio de cada uno de sus
monumentos, sino como
una
investigación
íntegra de todo el complejo;
concebido el Foro no como una suma de arquitecturas sino como un hecho urbano global,
como la permanencia de la Roma misma. Es significativo que la idea
encuentre
apoyo
y
se
desarrolle en la República Romana de 1849; aquí también es la acción de la revolución
que lee
la
Antigüedad de
modo moderno, y
no
son
ajenas,
sino
precisamente directamente ligadas a las experiencias de los arquitectos
parisienses.
Pero la idea es más
fuerte que las contingencias políticas y prosigue,
con
vicisitudes
diferentes, también bajo la
restauración pontificia.
Si consideramos hoy este
problema
desde
el
punto
de
vista
arquitectónico,
muchas
consideraciones llevan a entrever la posibilidad de una reconstrucción del Foro y de su
reunión con el Foro de Augusto y los mercados
trajanos
utilizando
en
la
ciudad moderna este enorme complejo.
Pero basta aquí haber expuesto
que este gran monumento es hoy una parte de Roma, que resume la ciudad antigua, que es un monumento de la ciudad moderna, que es un incomparable
hecho urbano.
Y se nos ocurre pensar que si la plaza de San Marcos de Venecia
permaneciese en pie
con el palacio ducal en una ciudad completamente
diferente, como quizá será la Venecia
del futuro,
no
experimentaríamos
por
ello
una
emoción menor y no seríamos
menos artífices de la historia
de
Venecia
encontrándonos
en
el
centro
de
este
excepcional
hecho urbano.
Me acuerdo de los
años de la posguerra, de la visión de la catedral de Colonia
en
la
ciudad destruida; nada puede tener para la fantasía
el valor de esta obra permaneciendo
intacta entre las ruinas.
Desde
luego, una reconstrucción encalada y fea
de
la
ciudad
circunstante es dañosa,
pero
no
toca
el
monumento; igual
como
tantas
feas sistematizaciones de muchos museos modernos pueden irritamos, pero no por ello deforman o alteran el valor
de cuanto es expuesto en ellos.
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