miércoles, 8 de agosto de 2012

Individualidad de los hechos urbanos. - X


Por lo tanto, para que esto suceda es necesario que un momento de decisiva importancia histórica  y  política  coincida  con  una  arquitectura  racional  y  definida  en  sus  formas; entonces  es  posible  por  parte  de  la  comunidad  resolver  el  problema  de  la  elección, querer una ciudad y rechazar otra.

Me ocupa de ello al hablar del problema de las elecciones y del problema político de la ciudad.

Por  ahora  es  útil  afirmar  el  hecho de  que  ninguna  elección puede  ser  hecha  sin  estas condiciones; y de que la constitución de un hecho urbano no es en si misma posible sin esta coincidencia.

Los principios de la arquitectura son únicos e inmutables; pero las respuestas que las situaciones   concretas,   las   situaciones   humanas,   dan    cuestiones   diferentes   son continuamente  diferentes  también.  Por  un  lado  tenemos,  pues,  la  racionalidad  de  la arquitectura. Por el otro, la vida de las obras.

Cuando la arquitectura plantea el problema de la constitución de nuevos hechos urbanos que no responden a la situación real de la ciudad, se plantea necesariamente en el plano del   esteticismo;   sus   resultados   sólo   pueden   corresponder   históricamente    los movimientos reformistas.

Esta asunción de los hechos urbanos como principio y fundamento de la constitución de la ciudad niega y se contrapone al problema del town-design. El problema del diseño a escala  urbana  es  entendido  normalmente  en  el  sentido  del  ambiente;  se  trata  de configurar,  de  construir  un  ambiente  homogéneo,  coordinado,  continuo  que  pueda presentarse con la coherencia de un paisaje. Se investigan leyes, motivos, órdenes, que no surgen de la realidad histórica de la ciudad como ella es, sino que van ligados a un plan, a un diseño general de cómo debe ser.

Estas teorías son aceptables y concretas sólo cuando conciernen a una «parte de ciudad» en el sentido en el que hemos hablado de ésta en el primer capítulo, o cuando se refieren a  un  conjunto  de  edificios.  Esta  teoría  no  puede  desembocar  en  nada  positivo  en  la formación  de  la  ciudad;  también  es  cierto  que  muchas  veces  los  hechos  urbanos  se presentan  como  traumas  en  el  interior  de  cierto  orden  y  sobre  todo  como  algo  que constituye, no como algo que continúa las formas.

Una concepción de este tipo, que reduce la forma de los hechos urbanos a una imagen al gusto con que esta imagen es captada, resulta demasiado limitada en la comprensión de  la  estructura  de  los  hechos  urbanos;  a  esta  concepción  se  opone  en  cambio  la posibilidad de establecer hechos urbanos en toda su entereza, capaces, pues, de resolver una  parte  de  ciudad  de  manera  completa  determinando  todas  las  relaciones  que  se pueden establecer en cierto hecho.

En un reciente estudio sobre la formación de la ciudad moderna, Carlo Aymonino? ha ilustrado cómo la tarea de la arquitectura moderna es la de poner a punto una serie de conceptos  y  de  relaciones  que,  si  bien  tienen  desde  el  punto  de  vista  tecnologico  y distributivo  algunas  leyes  fundamentales  comunes  a  todos.  se  verifican  en  modelos parciales  y  diferenciados  precisamente  por  medio  de  su  resolución  en  una  forma arquitectónica  completa  y  particularmente  reconocible.  Afirma  además  que,  roto  el sistema  de  los  destinos  de  uso  en  el  plano  horizontal,  previsión  de  zona,  y  de  la utilización edificatoria puramente volumétrico-cuantitativa (normas y reglas), la sección arquitectónica se convierte en una de las imágenes de partida, en el núcleo generador de toda la composición.

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