viernes, 24 de agosto de 2012

Individualidad de los hechos urbanos. - XX


Atenas es una ciudad formada por ciudadanos; una ciudadEstado cuyos habitantes viven
en un territorio bastante vasto y de modo esparcido,  pero  muy  unidos  a  la  ciudad.  Si bien muchos centros del Atica tienen una administración local, ésta no en competencia con  la  ciudad-Estado.  «El  término  polis,  que  designa  la  ciudad,  indica  también  el Estado; inicialmente se aplicaba a la Acrópolis, lugar primitivo de refugio, de culto y de gobierno y, como tal, punto de origen del conjunto ateniense. La Acrópolis es al mismo tiempo ciudad en el sentido de Estado; éste es el doble significado relacionado con el término polis.” En el origen, pues, polis es la Acrópolis, mientras que el término astu indica lo habitado.

La  vicisitud  histórica  de  la  ciudad  confirma  el  hecho  fundamental  de  que  la  trabazón que  vincula  al  ateniense  a  la  ciudad  es  esencialmente  político  y  administrativos  y  no residencial. Los problemas de la ciudad no interesan al ateniense sino desde el punto de vista político y urbano general. A este propósito la observación de Roland Martin   es decisiva: observa precisamente que gracias a la concepción de la ciudad como Estado, como lugar de los atenienses, las primeras reflexiones sobre la organización urbana son
de  tipo  puramente  especulativo;  son,  por  lo  tanto,  teorías  que  se  ocupan  de  la  mejor forma de la ciudad y de la organización política más favorable al desarrollo moral del ciudadano. En las mismas antiguas disposiciones parece que el aspecto material de la ciudad es secundario casi como si ésta fuera meramente un lugar mental. Quizá también
a  este  carácter  especulativo  de  la  arquitectura  de  la  ciudad  griega  sea  debida  su extraordinaria belleza.

En este momento, sin embargo, se aparta de nosotros, de nuestra experiencia viva; al contrario de Roma, que muestra en el curso de la historia republicana e imperial todos los contrastes y las contradicciones de la ciudad moderna; y quizá con un carácter de dramaticidad  que  pocas  ciudades  modernas  conocen,  Atenas  permanece  como  la  más pura experiencia de la humanidad, en condiciones que no pueden ya volver.

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