martes, 7 de agosto de 2012

Tomemos a San Lorenzo Milanese.


El  esquema  de  San  Lorenzo  vuelve  directamente  al  Renacimiento  y  es  analizado continuamente en forma casi obsesiva en los cuadernos de Leonardo. Pero llega a ser después  un  hecho  excepcional  su  presencia  en  los  cuadernos  de  Borromini,  que  está terriblemente  influido  por  los  dos  mayores  monumentos  milaneses:  San  Lorenzo  y  el Duomo.

Borromini pone entre estos dos edificios toda su arquitectura e introduce características desconocidas casi biográficas al aparejar el verticalismo gótico del Duomo a la planta central de San Lorenzo.

Por  otra  parte,  en  el  San  Lorenzo,  cual  lo  vemos  hoy,  hay  añadidos  de  varios  tipos; desde  el  barbárico  (San  Aquilino)  hasta  el  renacentista  (Martino  Bassi)  y  toda  la construcción  permanece  en  el  lugar  de  las  antiguas  termas  romanas,  en  el  mismo corazón de la Milán romana.

Pongámonos ahora ante un monumento; ¿es posible hacernos la pregunta del diseño del ambiente urbano? ¿Hablar de esta obra en puros términos de figurabilidad? Me parece mucho más justo investigar su significado, su razón, su estilo, su historia.

De este modo se manifiesta a los artistas del Renacimiento; y llega a ser una idea de arquitectura que se repropone en un diseño nuevo. Nadie puede hablar de arquitectura de la ciudad ignorando estos hechos; y éstos cada vez han de ser mejor conocidos. Son el  principal  fundamento  de  una  ciencia  urbana.  La  excepción  particular  que  ha  sido concedida a la arquitectura del simbolismo puede revestir toda la arquitectura; y sobre todo por la identificación entre acontecimiento y signo que ella comporta. La necesidad de  establecer  un  nuevo  juicio  es  lo  que  se  plantea  más  o  menos  necesariamente  en ciertos períodos de la arquitectura.

Hay obras que constituyen un acontecimiento originario en la constitución urbana y que permanecen  y  se  caracterizan  en  el  tiempo  transformando  su  función  o  negando  la originalidad hasta constituir un fragmento de ciudad, hasta el punto de que nosotros las consideramos  más  desde  el  punto  de  vista  puramente  urbano  que  desde  el  de  la arquitectura.  Hay  obras  que  designan  una  nueva  constitución,  el  signo  de  nuevos tiempos  en  la  historia  urbana;  las  más  de  las  veces  éstas  van  unidas  a  períodos revolucionarios, a acontecimientos decisivos en el curso histórico de la ciudad.

Es evidente que, aunque este libro se ocupe de la arquitectura de la ciudad considerando estrechamente vinculados los problemas de la arquitectura en y los de la arquitectura urbana entendida como un todo, no puede afrontar algunos problemas específicos de la arquitectura;  me  refiero  a  los  problemas  compositivos.  De  hecho,  creo  que  estos problemas tienen decididamente autonomía propia; consideran la arquitectura en tanto que composición. Ello significa igualmente que consideran el estilo.

He intentado mas arriba diferenciar los hechos urbanos en cuanto tales y la arquitectura en  sí;  quiero  ahora  decir  que  desde  el  punto  de  vista  de  la  arquitectura  urbana  los resultados más importantes, concretamente verificables, se tienen por la coincidencia de estos dos aspectos; y por la influencia que tiene un problema sobre el otro.

Sin  embargo,  lo  que  quiero  decir  ahora  exactamente  sobre  la  arquitectura,  y  sobre  la composición y el estilo, es que ésta es incidente y determinante en la constitución de los hechos urbanos cuando está en disposición de asumir toda la dimensión civil y política de  una  época;  cuando  es  altamente  racional,  comprensiva  y  transmisiva;  en  otros términos, cuando puede ser juzgada como estilo.

Este fundamento de la arquitectura es también el único que implica la posibilidad de una enseñanza propia; y de una enseñanza tal que pueda dar un estilo universal.

La identificación de algunos hechos urbanos y de la misma ciudad con el estilo de la arquitectura es tan inmediato en cierto contorno de espacio y de tiempo que podemos hablar  con  discreta  precisión  de  la  ciudad  gótica,  de  la  ciudad  barroca,  de  la  ciudad neoclásica.

Estas definiciones estilísticas llegan a ser al mismo tiempo definiciones morfológicas; precisan la naturaleza de los hechos urbanos. En este sentido es posible hablar de diseño urbano.

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