lunes, 3 de septiembre de 2012

Part IX


En una pequeña obra, Hans Bernoulli "iluminó uno de los problemas más importantes, quizá el problema fundamental que constituye un ligamen, una pesada cadena para el desarrollo de la ciudad." En esta pequeña obra, más clara y esencial que muchos doctos artículos    investigaciones   realizadas   después   sobre   este   problema,   Bernoulli   ha apuntado a dos cuestiones principales; la primera se refiere al carácter negativo no sólo de la propiedad privada del suelo, sino también a la dañosa consecuencia de la extrema división  de  ésta;  la  segunda,  relacionada  estrechamente  con  ella,  pone  de  relieve  les motivos  históricos  de  esta  situación  y  precisa  las  consecuencias  que,  desde  cierto momento en adelante, esta situación ha tenido sobre la misma forma de la ciudad

La propiedad del suelo se encuentra subdividida, ya sea que se trate de suelo rural, -va de  suelo  urbano;  a  las  extrañas  formas  de  los  campos  se  opone  la  complejidad,  y  a menudo  la  absurdidad,  de  la  propiedad  urbana:[...]  A  toda  innovación  se  opone inmediatamente   el   entresijo   de   los   confines   de   propiedad,   marcados   desde   la Antiguedad, de carácter bien diferente de aquellos confines campestres a lo largo de los que corren el arado y el rastrillo, pero no menos radicados e inamovibles. Estas parcelas no  están  ya  solamente  circundadas  por  piedras,  sino  precisamente  ocupadas  por construcciones de piedra.

»Aunque  se  sepa  muy  bien  que  las  nuevas  calles  y  las  nuevas  construcciones  que deberían surgir pueden ser mejores que las estrechas callejuelas que serpentean por allí y que las casuchas ya gastadas por el uso, nada se puede hacer hasta que sean resueltas las  lamentables  contiendas  con  los  derechos  de  propiedad.  Largas  contiendas  que requieren paciencia y dinero y que muchas veces deforman durante el largo camino la intención originaria».

En  gran  parte  el  hecho  histórico  que  inicia  este  proceso  de  desmembración  del  suelo urbano  es  debido  a  la  Revolución  francesa,  cuando  en  1789  el  suelo  queda  libre;  las grandes   propiedades   de   la   aristocracia    drl   clero   son   vendidas    burgueses   y campesinos. Pero como en gran parte se disuelven todos los derechos territoriales de la nobleza, se disuelven también los de los municipios y se dispersan así las grandes áreas del patrimonio público. El monopolio del suelo pasa a la propiedad privada; el terreno se vuelve así comerciable como cualquier otra cosa.

[......] El terreno eventualmente escapado a la comunidad y caído en manos de prudentes campesinos  y  de  avisados  ciudadanos,  en  seguida  se  convertiria  en  objeto  de  real  y autentica  especulación  [..].  La  ciudad  se  encontro  nuevamente  en  aquel  recodo  de  su camino en el que el derecho de propiedad inmobiliaria se manifestó plenamente en las nuevas instalaciones de fabricación. Los nuevos tiempos, despertados inesperadamente por otra actividad industrial, dieron a los propietarios una posibilidad casi desmedida de valorizar los propios terrenos.

Este  análisis  es  muy  lúcido  y  describe  claramente  la  situacion  real  en  un  preciso momento histórico de la ciudad.

Pero a este análisis es necesario oponer los siguientes argumentos.

El  fenómeno  de  la  subdivisión  negativa  del  terreno  está  indicado  por  Bernoull  en  las consecuencias   de   la   Revolución   francesa;    al   menos   en   el   hecho   de   que   los revolucionarios de entonces no se diesen cuenta del enorme capital común los bienes comunales,   que   debían   ser   mantenidos   como   propiedad   colectiva    las   grandes propiedades de la nobleza y del clero que debían ser confiscadas y mantenidas por la comunidad y no subdivididas entre los privados, que éstos enajenaban perjudicando el desarrollo racional de la ciudad (y de los campos).

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