Las calles abiertas por Haussmann seguían el desarrollo real de la evolución de la ciudad y veían claramente la función de París
en
sus
características nacionales
y
supranacionales. Se ha dicho que París es demasiado grande para Francia, pero que, por otra parte, es demasiado
pequeño
para
Europa; y es justo en el sentido de que
no
se
puede valorar
la
dimensión
de
una
ciudad, y
de
las
operaciones de
un
plan, prescindiendo del éxito real de este plan, de la realidad urbana que este plan entrevé. Se pueden aducir otros ejemplos
hablando de ciudades
como Bari, Ferrara, Richelieu
por un lado, Barcelona, Roma, Viena por otro. Es decir, en un caso el plan ha recorrido
los tiempos o expresamente
ha
permanecido
sólo
como un emblema,
una
iniciativa
no
traducida sino con algunas construcciones y algunas calles; en el otro caso el plan ha canalizado y guiado, a menudo acelerado, la propulsión
de
fuerzas
que
actuaban
o
estaban a punto de actuar sobre la ciudad.
En otros casos aun, el plan ha sido proyectado hacia el futuro de modo
particular;
juzgado al principio inactual, bloqueado
en
sus
primeras manifestaciones,
ha
sido
después como si dijéramos «recuperado» en épocas
sucesivas demostrando la bondad de las previsiones.
Desde luego, en muchos casos la relación entre las fuerzas económicas y de desarrollo y el diseño del plan no es ni simple ni fácil de individualizar; un ejemplo muy importante y no suficientemente observado es
el
del Plan
Cerdá
de
Barcelona. Un
plan
extremadamente avanzado desde
el
punto
de
vista
técnico
y
que
respondía completamente a las transformaciones económicas que apremiaban a la capital
catalana. Un plan vasto y oportuno aunque tomaba su empuje en una valoración demasiado amplia del desarrollo demográfico y económico de la ciudad; un plan, por lo tanto, que no fue realizado
como debía ser, o si se quiere, no fue realizado
completamente en sentido estricto, pero que, sin embargo, determinó el desarrollo sucesivo de Barcelona.
El Plan Cerdá
no fue realizado donde sus visiones técnicas
eran demasiado avanzadas respecto de sus
tiempos y allí donde las soluciones que proporcionaba
requerían
un
grado de evolución urbana muy superior al existente en aquella
época;
un
plan
ciertamente más avanzado que el de Haussmann y que por lo tanto no podia ser fácilmente realizado, no ya por la burguesía
catalana,
sino
por
la
de
cualquier
otra
ciudad europea.
Veamos brevemente las características del Plan
Cerdá,
y
aquí
no
importa analizarlas, pero baste pensar
en
los
puntos
fijos
del
plan;
la
vialidad,
en
esto
común con las preocupaciones hausmanianas, una
retícula general que permitiese
la
síntesis del
conjunto urbano y, en
el
interior
de
éste,
la
autonomía de los barrios, de los
núcleos
residenciales. El plan presuponía, pues, condiciones politicas, además de técnicas
más avanzadas, y tropezó precisamente en aquellos puntos, como los barrios, que requerían justamente mayor empeño administrativo y que fueron
de algún modo reanudados por
el Grupo del
G.A.T.E.P.A.C.
Por otra parte, el plan, no era sostenible allí donde presuponía una muy baja densidad;
hipótesis contraria al
modo de
vida
y
a
la
misma estructura de
las
ciudades mediterráneas.
Además,
transformando las illes
en
grandes
bloques
construidos
y
aceptando el principio general de la malla rectangular, el plan acababa prestándose magníficamente a
los designios de la especulación y como tal sólo fue acogido a través de un esquema maltratado. Se puede ver, por lo tanto, cómo en este caso la relación
entre el diseño y la situación económica es compleja y no contradice la tesis de Halbwachs, al contrario.
El crecimiento urbano de Barcelona se producía entonces como quiera
que fuese, y el
Plan Cerdá fue solicitado por este crecimiento; ése no tuvo el poder de transformarlo en
sus razones
politico-económicas y fue
poco
más que un pretexto o cañamazo a que atenerse. Su importancia, sin embargo,
no
es
referible
a
la
situación de las fuerzas económicas operantes en Barcelona, por cuanto se convertía en un momento de la historia de la urbanística y, por lo tanto, era juzgado como tal. Naturalmente, podemos repetir en este punto, puesto que la ciudad es una entidad compleja
que debe coincidir, y a veces coincide perfectamente, con un plan que nace de ella, a veces puede
no
coincidir, sea por la carencia
de este plan, sea por la particular situación histórica en la que se encuentra. En todo caso
esta
relación va juzgada sólo lateralmente a su desarrollo.
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