sábado, 1 de septiembre de 2012

Part VII


Las  calles  abiertas  por  Haussmann  seguían  el  desarrollo  real  de  la  evolución  de  la ciudad  y  veían  claramente  la  función  de  París  en  sus  características  nacionales  y supranacionales. Se ha dicho que París es demasiado grande para Francia, pero que, por otra  parte,  es  demasiado  pequeño  para  Europa;  y  es  justo  en  el  sentido  de  que  no  se puede   valorar   la   dimensión   de   una   ciudad,    de   las   operaciones   de   un   plan, prescindiendo del éxito real de este plan, de la realidad urbana que este plan entrevé. Se pueden aducir otros ejemplos hablando de ciudades como Bari, Ferrara, Richelieu por un lado, Barcelona, Roma, Viena por otro. Es decir, en un caso el plan ha recorrido los tiempos  o  expresamente  ha  permanecido  sólo  como  un  emblema,  una  iniciativa  no traducida sino con algunas construcciones y algunas calles; en el otro caso el plan ha canalizado  y  guiado,  a  menudo  acelerado,  la  propulsión  de  fuerzas  que  actuaban  o estaban a punto de actuar sobre la ciudad.

En  otros  casos  aun,  el  plan  ha  sido  proyectado  hacia  el  futuro  de  modo  particular; juzgado  al  principio  inactual,  bloqueado  en  sus  primeras  manifestaciones,  ha  sido después como si dijéramos «recuperado» en épocas sucesivas demostrando la bondad de las previsiones.

Desde luego, en muchos casos la relación entre las fuerzas económicas y de desarrollo el diseño del plan no es ni simple ni cil de individualizar; un ejemplo muy importante y   no   suficientemente   observado   es   el   del   Plan   Cerdá   de   Barcelona.   Un   plan extremadamente   avanzado   desde   el   punto   de   vista   técnico   y   que   respondía completamente a las transformaciones económicas que apremiaban a la capital catalana. Un  plan  vasto  y  oportuno  aunque  tomaba  su  empuje  en  una  valoración  demasiado amplia del desarrollo demográfico y económico de la ciudad; un plan, por lo tanto, que no  fue  realizado  como  debía  ser,  o  si  se  quiere,  no  fue  realizado  completamente  en sentido estricto, pero que, sin embargo, determinó el desarrollo sucesivo de Barcelona.

El Plan Cerdá no fue realizado donde sus visiones técnicas eran demasiado avanzadas respecto  de  sus  tiempos  y  allí  donde  las  soluciones  que  proporcionaba  requerían  un grado  de  evolución  urbana  muy  superior  al  existente  en  aquella  época;  un  plan ciertamente  más  avanzado  que  el  de  Haussmann  y  que  por  lo  tanto  no  podia  ser fácilmente  realizado,  no  ya  por  la  burguesía  catalana,  sino  por  la  de  cualquier  otra ciudad europea.

Veamos  brevemente  las  características  del  Plan  Cerdá,  y  aquí  no  importa  analizarlas, pero  baste  pensar  en  los  puntos  fijos  del  plan;  la  vialidad,  en  esto  común  con  las preocupaciones  hausmanianas,  una  retícula  general  que  permitiese  la  ntesis  del conjunto  urbano  y,  en  el  interior  de  éste,  la  autonomía  de  los  barrios,  de  los  núcleos residenciales. El plan presuponía, pues, condiciones politicas, además de técnicas más avanzadas, y tropezó precisamente en aquellos puntos, como los barrios, que requerían justamente mayor empeño administrativo y que fueron de algún modo reanudados por
el Grupo del G.A.T.E.P.A.C.

Por otra parte, el plan, no era sostenible allí donde presuponía una muy baja densidad; hipótesis   contraria   al   modo   de   vida     la   mism estructura   de   las   ciudades mediterráneas.

Además,   transformando   las   illes   en   grandes  bloques  construidos  y  aceptando  el principio general de la malla rectangular, el plan acababa prestándose magníficamente a los designios de la especulación y como tal sólo fue acogido a través de un esquema maltratado. Se puede ver, por lo tanto, mo en este caso la relación entre el diseño y la situación económica es compleja y no contradice la tesis de Halbwachs, al contrario.

El crecimiento urbano de Barcelona se producía entonces como quiera que fuese, y el Plan Cerdá fue solicitado por este crecimiento; ése no tuvo el poder de transformarlo en sus  razones  politico-económicas  y  fue  poco  más  que  un  pretexto  o  cañamazo  a  que atenerse.  Su  importancia,  sin  embargo,  no  es  referible  a  la  situación  de  las  fuerzas económicas  operantes  en  Barcelona,  por  cuanto  se  convertía  en  un  momento  de  la historia de la urbanística y, por lo tanto, era juzgado como tal. Naturalmente, podemos repetir en este punto, puesto que la ciudad es una entidad compleja que debe coincidir, a  veces  coincide  perfectamente,  con  un  plan  que  nace  de  ella,  a  veces  puede  no coincidir, sea por la carencia de este plan, sea por la particular situación histórica en la que  se  encuentra.  En  todo  caso  esta  relación  va  juzgada  sólo  lateralmente  a  su desarrollo.

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