martes, 4 de septiembre de 2012

Part X


Por otra parte, allí donde esto no sucede, como en gran parte de Alemania y en Berlín, el fenómeno se produjo con las mismas consecuencias cuando en 1808, en cumplimiento de  la  propuesta  de  Adam  Smith,  la  ley  financiera  de  aquel  año  permitió  que  las propiedades  públicas  fueran  empleadas  en  la  extinción  de  las  deudas  de  Estado  y  los terrenos  públicos  fueron  convertidos  en  «propiedad  lo  mas  posible  privada,  libre  e irrevocable». Así aquí también el suelo, convertido en mercancía comerciable, se vuelve objeto del monopolio económico.

En su historia de desarrollo moderno de Berlín, Hegemann ha puesto completamente de relieve las consecuencias espantosas que tuvieron para la ciudad y para los trabajadores alemanes después de estas iniciativas hasta aquel famoso Plan Regulador del presidente de Policía de 1853 que dio inicio a los famosos «patios berlineses».

Esta exposición de Bernoulli y todas las tesis de este tipo, particularmente iluminadoras en muchos aspectos, deben ser criticadas con dos argumentos distintos.

El primero se refiere a la validez en el tiempo de este análisis, al hecho en suma de que éste  nos  explica  ciertos  aspectos,  desde  luego  imponentes,  pero  no  definitivos  de  la ciudad capitalista-burguesa. Y de que, además, estos aspectos hacen referencia más bien a  leyes  económicas  generales  que  debían  manifestarse  de  algún  modo  y  que,  por  lo tanto, a mi parecer, fueron concretamente un momento positivo en el desarrollo de la ciudad; el fraccionamiento del terreno, mientras que por un lado es una degeneración de la ciudad, por el otro promueve concretamente su desarrollo. Podemos tomar otra vez
las conclusiones de Hallbwachs, que antes he expuesto adecuadamente, las cuales nos dicen que no se debe dar importancia de primer orden al modo preciso, concreto, de la realización  de  un  hecho  general  que  se  debe  producir  necesariamente  pero  que  no cambia  de  significado  por  haberse  producido  en  aquella  forma,  en  aquel  lugar  y  en aquel momento, más bien que en una forma, un lugar o un momento diferentes.

De  hecho,  se  ha  visto  mo  las  grandes  expropiaciones,  y  también  por  una  parte  la aumentada  subdivisión  de  los  terrenos  urbanos,  se  pone  en  primer  plano  con  la Revolución francesa y con la ocupación napoleónica, pero ya había claros precedentes en las reformas de los Habsburgo y hasta de los Borbones, y que al fin se manifiestan también en un país tan profundamente reaccionario como la Alemania prusiana.

Se trata, en suma, de una ley general por la que debían pasar los Estados burgueses, y como tal es positiva. El fraccionamiento de las grandes propiedades; las expropiaciones y  la  formación  de  una  nueva  situación  catastral  es  en  suma  un  momento  económico, necesario,  de  la  evolución  de  la  ciudad  en  Occidente;  lo  que  se  puede  resaltar  es  el carácter político con el que se realiza este proceso y sólo en la elección política se puede encontrar una necesaria diferencia.

Acerca de ello, de hecho, no se puede ignorar el aspecto sustancialmente romántico de los socialistas a lo Bernoulli y a lo Hegemann que, en términos históricos y económicos, reflejan el romanticismo de los Morris y de todo el origen del movimiento moderno de la arquitectura.

Es  significativo  que  Hegemann  combata  las  Mietkasernen  en   sin  plantearse  la cuestión  de  que  al  fin  y  al  cabo  las  grandes  casas  de  vecinos  podían  ser  tan  válidas desde  el  punto  de  vista  higiénico,  técnico  y  estético  como  las  pequeñas  villas.  Como sucederá  precisamente  en  las  Siedlungen  de  Viena  y  de  Berlín  con  la  adopción  de ciertos aspectos locales.

No  por  casualidad  siempre  hay  en  estos  autores  la  referencia  a  la  ciudad  gótica  o  al socialismo de Estado de los Hohenzollern; situaciones que, incluso desde el punto de vista urbano, debían ser superadas aun a costa de un endurecimiento contingente de la situación.


Con   esta   referencia   al   socialismo   romántico   introduzco   el   segundo   elemento relacionando la tesis de Bernoulli con la visión que centra el problema de la urbanística moderna,  el  problema  de  la  ciudad,  alrededor  del  nudo  histórico  de  la  revolución industrial.

Esta visión sostiene que la problemática de las grandes ciudades coincide con el período de la revolución industrial y que antes de ésta el problema urbano es cualitativamente diferente; con esta premisa sostiene que las iniciativas filantrópicas y utopistas de éste (socialismo romántico) son en positivas e incluso constituyen la base de la urbanística moderna hasta el punto de que, cuando ellas se pierden, la cultura urbanística, aislada del debate político, se configura cada vez más como pura técnica al servicio del poder constituido.

Me ocuparé solamente de la primera parte de esta afirmación, puesto que todo este libro no sólo considera sino que niega la definición de la segunda en los términos en que está planteada.

Ahora  sostengo  que  la  problemática  de  las  grandes  ciudades  precede  al  período industrial, está vinculada a la ciudad y por lo tanto siempre ha sido objeto del interés de todos los que se han ocupado de la ciudad.

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