miércoles, 5 de septiembre de 2012

Part XI


Bahrdt ha observado que la polémica contra la ciudad industrial surgió antes de que ésta naciese;  las  únicas  grandes  ciudades  existentes  en  el  inicio  de  la  polémica  romántica eran  Londres  y  París.  Precisamente  la  continuidad  de  los  problemas  urbanos  en  estas ciudades  desmiente  la  polémica  romántica  que atribuye  al  surgimiento  de  la  industria los males reales o presuntos de la urbanización.

En las primeras décadas del siglo XIX, Duisburgo,  Essen  y  Dortmund  eran  pequeñas ciudades  con  menos  de  diez  mil  habitantes.  En  grandes  ciudades  industriales  como Milán  y  Turín,  el  problema  de  la  industria  no  existía.  Lo  mismo  se  puede  decir  de Moscú y Leningrado.

Lo que a primera vista resulta misterioso es ver mo gran parte de los historiadores de la  urbanística  hayan  podido  conciliar  las  tesis  de  los  socialistas  románticos  con  las denuncias pronunciadas por Engels.

¿Cuál  era  la  tesis  de  Engels?  Simplemente  ésta:  «que  las  grandes  ciudades  han agudizado la enfermedad del organismo social que en el campo se presentaba en forma crónica, y precisamente con ello han puesto dc relieve su verdadera esencia y el modo para curarla».

Engels no dice que la ciudad antes de la revolución industrial fue un paraíso, pero, no obstante,  en  la.  denuncia  de  las  condiciones  de  vida  de  los  trabajadores  británicos subraya cómo el surgimiento de la gran industria habría empeorado y hecho aparecer condiciones de vida imposibles.

Las consecuencias del surgimiento de la gran industria no son, por lo tanto, algo que ataña  específicamente  a  las  grandes  ciudades;  se  trata  de  un  hecho  que  atañe  a  la sociedad burguesa.

La prueba de ello es la negación de que un contraste de este tipo pueda ser resuelto, de cualquier  modo,  en  términos  espaciales.  Esta  es  la  critica  ya  sea  a  los  proyectos  de Haussmann,  ya  sea  a  la  regeneración efectuada  en  las  ciudades  inglesas,  ya  sea  a  los proyectos de los socialistas románticos.

Ello significa también que Engels niega que de algún modo este fenómeno ataña a la urbanística;  al  contrarío,  declara  que  el  pensar  que  iniciativas  espaciales  puedan intervenir  en  este  proceso  es  pura  abstracción,  prácticamente  una  acción  reaccionaria Cree que todo lo que se quiera añadir a estas posiciones es falso.
Otra confirmación de estas posiciones es ofrecida por el razonamiento de Engels acerca del  problema  de  la  vivienda.  Aquí  la  posición  no  admite  equívocos.  Apuntar  al problema  de  la  vivienda  para  resolver  de  algún  modo  el  problema  social  es  falso;  el problema de la vivienda es un problema técnico que puede ser resuelto sobre la base de cierta situación, pero que no es característico de la clase obrera.

En  este  sentido  Engels  confirma  todo  lo  que  ha  sido  afirmado  más  arriba  de  que  a problemática de las grandes ciudades precede al período industrial cuando afirma: “[....] esta escasez de viviendas no es algo particular de la época, ni es un mal particular del moderno proletariado que lo distinga de todas las clases oprimidas que le han precedido;
al  contrario,  dicho  problema  ha  castigado  a  todas  las  clases  oprimidas  de  todos  los tiempos de manera más bien uniforme [....]".

Es conocido actualmente que el problema de la vivienda en la antigua Roma, cuando la ciudad había adquirido las dimensiones de una gran metrópoli con todos los problemaa ella inherentes, no era menos grave que el de las ciudades de hoy.

Las condiciones ce las viviendas eran ciertamente desesperadas, y las descripciones que nos  quedan  de  los  escritores  clásicos  muestran  que  es  te  problema  era  preeminente  y fundamental;  como  tal  aparece  en  la  política  urbana  de  César  a  Augusto  hasta  los emperadores  de  las  decadencia.  Problemas  de  este  tipo  perduran  durante  todo  el Medievo; la visión que los románticos nos han dejado de la ciudad medieval contradice completamente la realidad. Por los documentos, por las descripciones, por cuanto aún hoy  queda  de  las  ciudades  góticas  es  evidente  que  la  condición  de  vida  de  las  clases oprimidas en estas ciudades era de las más tristes de la historia de la humanidad.

En este sentido es ejemplar la historia de París y toda la problemática relativa al modo de vivir urbano de las masas proletarias francesas en dicha metrópoli; caracterización que es por otra parte uno de los elementos decisivos de la revolución y que se prolonga hasta   el   plan   de   Haussmann.   Aún   en   este   sentido   los   despanzurramientos   de Haussmann, como fuere que se quiera juzgarlos, representan un progreso.

Los   que   se   conmueven   con   los   despanzurramientos   de   la   ciudad   ochocentista desmienten  siempre  que  éstos  representaron  de  una  manera  u  otra  una  afirmación, aunque  sea  demagógica  e  interesada,  del  espíritu  ilustrado.  Y  que  de  la  manera  que fuere,  las  condiciones  de  vida  dentro  de  los  barrios  góticos  de  las  viejas  ciudades representaban algo objetivamente imposible y que, sea como fuere, había cambiado.

Pero la tendencia moralista implícita o explícita en las posiciones de especialistas como
Bernoulli o Hegemann no les ha impedido alcanzar una visión científica de la ciudad.

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