Bahrdt ha observado
que la polémica contra la ciudad industrial surgió antes de que ésta naciese;
las
únicas
grandes
ciudades
existentes
en
el inicio
de
la
polémica
romántica eran Londres y París.
Precisamente la continuidad de los
problemas urbanos en estas
ciudades desmiente
la
polémica
romántica que
atribuye al surgimiento
de
la
industria
los males reales o presuntos de la
urbanización.
En las primeras
décadas del siglo XIX, Duisburgo, Essen y Dortmund eran pequeñas ciudades con
menos de diez mil
habitantes.
En grandes ciudades industriales
como
Milán y Turín, el problema de la industria no existía.
Lo
mismo se puede decir de Moscú y Leningrado.
Lo que a primera vista resulta misterioso
es ver cómo gran parte de los historiadores de la urbanística
hayan
podido
conciliar
las
tesis de los socialistas
románticos
con las denuncias pronunciadas por Engels.
¿Cuál era la tesis de Engels? Simplemente ésta:
«que
las
grandes
ciudades
han
agudizado la enfermedad del organismo social que en el campo se presentaba en forma
crónica, y precisamente con ello han puesto dc relieve su verdadera esencia y el modo para curarla».
Engels no dice que la ciudad antes de la revolución industrial fue un paraíso,
pero, no obstante, en la. denuncia
de
las
condiciones
de
vida
de
los
trabajadores
británicos
subraya cómo el surgimiento de la gran industria habría empeorado
y hecho aparecer condiciones de vida imposibles.
Las consecuencias del surgimiento de la gran industria
no son, por lo tanto, algo que ataña específicamente a las grandes ciudades; se trata de un hecho que atañe a la sociedad burguesa.
La prueba de ello es la negación de que un contraste de este tipo pueda ser resuelto,
de cualquier modo,
en
términos espaciales. Esta es la critica
ya
sea a los proyectos de Haussmann, ya sea a la regeneración efectuada en las
ciudades
inglesas,
ya
sea
a
los
proyectos de los socialistas románticos.
Ello significa también que Engels niega
que de algún modo este fenómeno ataña
a la urbanística; al contrarío,
declara que el pensar
que
iniciativas
espaciales
puedan intervenir en este
proceso es pura
abstracción, prácticamente una
acción
reaccionaria
Cree que todo lo que se quiera añadir a estas posiciones es falso.
Otra confirmación de estas posiciones es ofrecida por el razonamiento de Engels acerca
del problema de la vivienda. Aquí la posición
no
admite equívocos. Apuntar al
problema de la
vivienda
para
resolver
de
algún
modo el problema social es falso;
el
problema de la vivienda es un problema técnico que puede ser resuelto
sobre la base de cierta
situación, pero que no es característico de la
clase obrera.
En este sentido Engels confirma todo lo que ha sido afirmado
más arriba de que
a
problemática de las grandes ciudades
precede al período
industrial cuando afirma: “[....]
esta escasez de viviendas no es algo particular de la época, ni es un mal particular del moderno proletariado que
lo distinga de todas las clases oprimidas que le han precedido;
al contrario,
dicho
problema ha castigado a todas las
clases
oprimidas de todos los tiempos de manera más bien uniforme [....]".
Es conocido
actualmente que el problema de la vivienda
en la antigua Roma, cuando la ciudad
había adquirido las dimensiones
de una gran metrópoli
con todos los problemas a ella inherentes, no
era menos grave que el de las
ciudades de hoy.
Las condiciones ce las viviendas
eran ciertamente desesperadas, y las descripciones que nos quedan de los
escritores
clásicos muestran
que
es
te
problema era preeminente
y
fundamental; como
tal
aparece en la política urbana de César
a
Augusto
hasta
los
emperadores de las decadencia.
Problemas
de
este
tipo
perduran
durante
todo
el
Medievo; la visión que los románticos nos han dejado de la ciudad medieval contradice
completamente la realidad. Por los documentos, por las descripciones, por cuanto aún hoy queda de las ciudades góticas es
evidente
que
la
condición
de
vida
de
las
clases
oprimidas en estas ciudades era de
las más tristes de la historia de la
humanidad.
En este sentido es ejemplar la historia de París y toda la problemática relativa al modo de vivir urbano de las masas proletarias francesas en dicha metrópoli;
caracterización que
es por otra parte uno de los elementos decisivos
de la revolución y que se prolonga
hasta el
plan
de
Haussmann. Aún
en
este sentido
los
despanzurramientos de
Haussmann, como fuere que se quiera juzgarlos, representan un progreso.
Los que se
conmueven con
los
despanzurramientos de la
ciudad
ochocentista desmienten siempre
que
éstos
representaron de una manera u otra una
afirmación,
aunque sea demagógica
e
interesada,
del
espíritu
ilustrado.
Y
que
de
la
manera que fuere, las condiciones
de
vida
dentro
de
los
barrios
góticos
de
las
viejas
ciudades
representaban algo objetivamente imposible y que, sea como fuere, había cambiado.
Pero la tendencia moralista
implícita o explícita en las posiciones de especialistas como
Bernoulli o Hegemann
no les ha impedido alcanzar una
visión científica de la ciudad.
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