jueves, 6 de septiembre de 2012

Part XII


A  nadie  que  se  haya  ocupado  seriamente  de  ciencia  urbana  le  ha  pasado  por  alto  el hecho de que los resultados más importantes provienen de aquellos especialistas cuya investigación  va  asociada  concretamente  a  una  ciudad:  París,  Londres,  Berlín  están indisolublemente vinculadas, para el especialista, a los nombres de Poéte, Rasmussen, Hegemann.  Es  significativo  que  en  estas  obras  tan  diferentes  en  muchos  aspectos  se perfile la relación entre las leyes generales y cl elemento concreto de la ciudad de modo ejemplar.  Casi  no  debemos  recordar  que  si  cada  investigación  tiene  para  cualquier aspecto del pensamiento científico aperturas más anchas que su objeto específico, en el caso  de  la  ciencia  urbana,  ésta  presenta  indudables  ventajas  porque  afronta  de  una manera u otra aquel elemento total, tan ligado al concepto de obra de arte, que es propide  la  ciudad  y  que  corre  el  peligro  de  volverse  rígido  u  opaco,  o  sencillamente  de perderse en un tratamiento general. Ahora bien, uno de los méritos de la pequeña obra de  Bernoulli  es  el  de  no  haber  perdido  nunca  de  vista  esta  relación  con  los  hechos urbanos;  y  referir  siempre  cualquier  aserción  a  un  hecho  urbano  preciso  sin  por  ello convertirse del todo en un historiador, como ocurre en las partes más convincentes de Mumford.  Bernoulli  ve  la  ciudad  como  una  masa  constituida,  tal  como  él  mismo  la define, en la que cualquier elemento puede tener su particularidad y su diferenciación dentro de un plan de conjunto.

La relación entre el área y las construcciones está a punto de superar la única relación económica  para  plantearse  como  una  problemática  más  basta,  pero  nunca  se  formula completamente. El barrio como complejo unitario invoca, en el achaque polémico del teórico  racionalista,  los  precedentes  históricos  de  los  grandes  complejos  edificatorios unitarios;  es  significativo  que  al  entregarse  a  la  investigación  de  un  fundamento histórico para la polémica urbana los racionalistas se vuelven hacia los grandes teóricos del Renacimiento y principalmente a Leonardo; hacia aquel plan de ciudad constituida por  un  sistema  de  calles  subterráneas  y  canales  para  el  tránsito  de  cargas  y  para  el servicio de las cantinas, y encima una red  de calles para la circulación de peatones a nivel de la planta baja de las casas. Inmediatamente  después  viene,  con  una  sucesión canónica que convendría estudiar en su orden clasificatorio, el proyecto de los hermanos Adam, el barrio Adelphi en Londres.

El barrio Adelphi en Londres entre la City y Westminster, al sur del Strand, donck los hermanos Adam se procuraron el derecho de fábrica del duque de St. Alban, propietario
de aquel terreno. El distrito era suficientemente grande para contener un complejo de edificacion  en  el  que  pudiese  ser  realizado  un  sistema  de  calles  superpuestas  de  las cuales las inferiores estarían unidas a la orilla del Tamesis. En estos términos nos viene presentado el proyecto de Adelphi.

Pero, ¿sólo en estos términos es esto importante?

¿Y  sólo  en  términos  de  una  propuesta  unitaria,  de  notables  dimensiones,  de  fuerte impulso racionalizador era valorable la propuesta leonardiana?

Bernoulli  no  poda  llegar  a  ver  todo  el  proyecto  leonardiano  como  una  de  las  más ambiciosas afirmaciones del Renacimiento; la constitución de la ciudad como obra de arte suprema al mite de la naturaleza, de la ingeniería, de la pintura, de la política. El proyecto leonardiano es mucho más allá de los esquemas de plantas ideales; es ya en
la ciudad, una ciudad real en sus relaciones imaginadas como reales son las plazas de Bellini  y  de  los  pintores  venecianos.  Este  proyecto  se  añadía  a  una  experiencia  de ciudad,  daba  forma  concreta  al  Milán  de  Ludovico  el  Moro,  igual  que  como  forma concreta era el gran hospital que traducía el orden de Filarete, como forma concreta eran los  canales,  las  cercas,  las  nuevas  calles.  Ninguna  ciudad  está  tan  construida  en  su totalidad como la del Renacimiento; ya he señalado mo estas arquitecturas eran sino y acontecimiento y se asentaban en un orden superior al desarrollo de su función.

Así el gran hospital milanés, desde luego no extraño a las meditaciones leonardianas, y cuya presencia constitutiva de la ciudad no ha modificado su valor.

Dos siglos y medio más tarde fue posible a los hermanos Adam construir una parte de la ciudad, un hecho urbano definido; también a través de todas las reales dificultades de la empresa.

Pero una obra de este tipo ¿es, pues, tan excepcional, o significa que quizá, esto en modo excepcional, un gran elemento primario estaba originado por la residencia?

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