jueves, 25 de octubre de 2012

De las chimeneas. - II

. Pero volviendo á las chimeneas, nosotros las hacemos en el macizo de las pare- des , y sacamos sus cañones por encima del tejado para que salga el humo. En esto debemos advertir que los cañones no sean muy anchos ni muy angostos; porque si son anchos vagando el ayre por ellos, revocará el humo hacia baxo sin dexarlo salir fuera libremente: y en los demasiado angostos, no teniendo el humo sa- lida holgada y libre, se atascará y retrocederá abaxo. 
Asi, en las chimeneas de los aposentos no se deben hacer los cañones menos anchos de medio pie, ni mas de nueve pulgadas: y largos serán dos pies y medio. 
La boca superior de la campana á la entrada del cañón se hará algo mas angosta, á fin de que si el humo retrocediese abaxo, lialle aquel impedimento, y no pueda volver á la chimenea y piezas. Algunos hacen torcidos estos cañones para que por aquella tortuosidad y por el fuego que impele hácia lo alto no pueda volver atras el humo. 
Los despedideros por donde se va el humo deben ser anchos, y distantes de toda materia combustible. Los postes sobre que sienta la campana de la chimenea deben estar laboreados delicadamente, y totalmente distantes de lo rústico, no correspondiendo la obra rústica sino á edificios muy grandes por las razones ya dichas.

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