Un esquema posible de reflexión que facilite posicionarse sobre el futuro de la
ciudad, y permita formular objetivos a perseguir en la evolución que ésta ten-
drá en las próximas décadas, debería centrarse en la consideración de algunas
cuestiones cruciales en el contexto de la discusión sobre el regreso a la ciudad
construida:
en primer lugar, la necesidad de recuperar el patrimonio edificado, por las
potencialidades que encierra para resolver los problemas, los déficits, las
carencias que manifiesta la ciudad e, incluso, por su capacidad para elevar
de forma notable la calidad de vida de la gente.
en segunda instancia, si la ampliación de los límites de la ciudad aún re-
sultase inevitable, ésto debe producirse siempre de forma planificada, en
ningún caso sin avanzar en la resolución de la primera cuestión.
No re-
sultaría coherente planificar el crecimiento de la ciudad sin actuar al mis-
mo tiempo sobre la ciudad construida, porque la experiencia demuestra
que una parte significativa de las necesidades que justifican el crecimien-
ro en extensión (vivienda, equipamientos...) pueden y deben resolverse
en la ciudad ya construida.
En un escenario futuro y probable de conten-
ción del crecimiento demográfico, parece una posición casi de sentido
común.
cuestión básica es la del poder local, entendido en términos de capacidad
real para decidir y de disponibilidad de recursos para acometer las accio-
nes.
Sin resolver en términos equilibrados esta cuestión, es difícil diseñar
una política para la ciudad en cualquiera de los aspectos que podamos
considerarlos: equipamientos, vivienda, transporte. Esto conduce a una
reformulación de la relación de poder político entre administración local
(los municipios) y las autoridades centrales, que en el estado actual resul-
ta insatisfactoria para enfrentarse a los retos que el futuro nos depara en
el gobierno de nuestras ciudades. La centralidad de lo local necesita ser re-
conocida en términos políticos y económicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario