domingo, 13 de enero de 2013

La recuperación de la ciudad construida - III

La visión de la ciudad construida referida solo a lo estrictamente inmobi- liario resultaría una reducción empobrecedora. El espacio público debe ser con- siderado como parte muy substancial de esa herencia. Por tal habría que enten- der calles, avenidas, plazas, jardines, parques u otras zonas libres que con fre- cuencia aparecen en la trama urbana y cuya relación con la población es muy estrecha. La intervención en los mismos, tiene efectos multiplicadores sobre la trama edificada del entorno y conecta directamente con las expectativas de la población, forman parte del imaginario de calidad de vida al que aspira la gen- te. Además, muchas actividades de la población, en parte intangible pero en parte también mensurables, se desarrollan en ese 'marco para la vida' que es el espacio público: el crisol de la cultura urbana. Los aspectos medioambientales referidos a cuestiones como la polucion atmosférica, el ahorro energético, el aislamiento termo-acústico, la racionaliza- ción en el consumo de agua, el control de los residuos sólidos o de las aguas ser- vidas o la presencia del verde en la ciudad, no constituyen (aunque a veces pue- da parecerlo por el tratamiento de los medios) una moda en el momento actual de preocupación sobre la ciudad, sino que hay un acuerdo generalizado entre los expertos urbanos en considerar estas cuestiones como necesitadas de una re- solución equilibrada si de verdad se quiere afrontar el reto de la recuperación de la ciudad. La recuperación no debe considerarse solo como la práctica que desarro- lla obras destinadas a mejorar o poner en valor aspectos físicos. Tampoco debe pensarse que los aspectos de refúncionalización son el único complemento a te- ner en cuenta. La recuperación de la ciudad es siempre un proyecto de gran complejidad en cuyo contenido deben figurar metas de tipo cultural, en senti- do amplio. 
Crear cultura de la ciudad significa, entre otras cosas, que habría que esforzarse por estructurar una demanda social que aspirase, como expecta- tiva de calidad de vida, a residir en una ciudad recualificada dotada de servicios y equipamientos, cuidada en lo arquitectónico, integrada en lo urbanístico, es- téticamente equilibrada. Se debería fomentar la vinculación del sector inmobi- liario a la práctica rehabilitadora como garantía de la existencia de oferta sufi- ciente. Fijarse como objetivo que tanto demanda como oferta manejen concep- tos similares cuando se piensa en resolver necesidades residenciales en el marco de la ciudad construida.

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