domingo, 14 de abril de 2013

La conservación de monumentos por parte del Estado

En todos los centros históricos de la región, la conservación del patrimonio se gestó desde las esferas gubernamentales y se instrumentó mediante la creación de un marco legal e institucional específico, operado por los gobiernos centra- les. 
El registro y catalogación de un patrimonio histórico, sometido a normas estrictas de conservación constituye la primera acción pública en la mayoría de los casos. Esta visión conservacionista del patrimonio, en vez de promover, sue- le desalentar la intervención de los propietarios, por lo que los gobiernos asu- men que es la inversión pública que debe encabezar el proceso, mediante la aplicación de programas de inversión pública destinados al rescate de monu- mentos aislados de gran valor histórico y arquitectónico. Este protagonismo público suele ser acompañado - a veces promovido - por una elite cultural y/o de empresarios ilustrados, a través de la creación de fundaciones y patronatos, interesados en el rescate del patrimonio monumen- tal por razones de prestigio. 
Los monumentos rescatados se destinan a usos pú- blicos, o bien a oficinas corporativas. En algunos casos, se crean instituciones públicas encargadas de financiar la conservación de monumentos, sin que siem- pre esté asegurada la continuidad del financiamiento público. Existen excepcio- nes, como la de la Oficina del Historiador de la ciudad de la Habana, que cap- ta e reinvierte en el rescate patrimonial las divisas provenientes de la actividad turística en la Habana Vieja (170 millones de dólares en los últimos seis años); o bien el Fondo de Salvamento del Patrimonio Cultural (FONSAL) en Quito que se alimenta de fuentes impositivas permanentes.

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