La voluntad de los gobiernos locales de ir construyendo una gobernabili-
dad democrática para sus centros históricos tiene que superar varios obstáculos.
El desafío principal estriba en la conciliación de los múltiples intereses no po-
cas veces encontrados, y en la construcción de nuevas relaciones de solidaridad,
reciprocidad y cooperación entre grupos sociales y sectores socioeconómicos in-
teresados en el futuro de los centros históricos. ¿Cómo conciliar el interés de los
que viven en un centro histórico con el de los que lo visitan? ¿A cuáles deman-
das responder: a las de la población residente o a las de la 'población flotante',
que en el caso de la ciudad de México es seis veces superior?
¿A quiénes hacer
caso: a los vecinos, a los comerciantes establecidos, a los comerciantes en vía
pública, a los peatones, a los automovilistas, a los propietarios y promotores in-
mobiliarios, a las sociedades de defensa del patrimonio, a la industria turística,
al BID...?
El Plan Estratégico para el centro histórico de la ciudad de México sostie-
ne que "la heterogeneidad y la pluralidad son las bases de un proceso fundado
en la equidad y la sustentabilidad democrática del desarrollo del centro históri-
co ".
Pero, ¿cómo lograr que una sociedad urbana, estructurada históricamente
a partir de relaciones socio-espaciales fundadas sobre la segregación y la exclu-
sión, pueda reconstruir un espacio - el de la centralidad - sobre la base de la
convivencia entre distintos grupos y estratos socioeconómicos, y de la hetero-
geneidad de los usos del suelo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario