sábado, 8 de junio de 2013

El proceso global de reestructuración capitalista - III

Como corolario, el neoliberalismo indica que, desde la perspectiva de los lugares, y de la periferia no desarrollada en particular, si quiere atraer la inver- sión capitalista para ubicarse en el mercado global como lugares productores (generando empleo local) y no sólo como consumidores, hay que competir ofreciendo altas tasas de ganancia y bajos riesgos. Es decir, aumentar la pro- ductividad del trabajo y bajar los costos locales -salariales y otros. Políticas co- mo la flexibilización laboral pero también una reducción de los costos impo- sitivos. Ante los efectos socialmente negativos de la reestructuración producti- va, los Estados no cuentan con recursos suficientes ni para intentar compen- sar a los trabajadores temporal o definitivamente despedidos o a los jóvenes que no pueden conseguirlo por primera vez. 
Es más, al poner candados a la política fiscal, se asegura que habrá menos capacidad de gasto cuando más fal- ta haga. Si cada país se especializara en producir eficientemente algunos productos para el mundo, obtendría por el comercio internacional los recursos para, a su vez, importar las mercancías producidas en otros sitios. No es posible que to- dos los países tengan superávit comercial al mismo tiempo o que sean igual- mente atractivos para el influjo compensador de capitales. 
En este esquema mercantilista habrá perdedores y ganadores en lo que se aproxima a un juego suma-cero. Los términos del intercambio no favorecen a América Latina. Así, en 1999 se cumplió con la indicación: se aumentó la productividad, se expor- tó más, pero a precios menores! Por lo demás, las ventajas competitivas basadas en la renta de recursos naturales no renovables tienen una prospectiva poco fa- vorable, en un mundo en que las bases de la competencia deben actualizarse y renovarse continuamente. En todo caso, los ritmos de incremento de la produc- tividad que caracterizan el inicio de esta ola de globalización no alcanzan ni en 'las economías de mercado más avanzadas' los niveles que logró el modelo in- dustrialista en su apogeo (Castells 1997:98-99). Aún reconociendo las dificul tades que apunta iManuel Castells acerca de la medición de las variaciones en la productividad en períodos largos cuando el contenido mismo de las activida- des y sectores se está transformando (como ocurre sin duda con los 'servicios'), se constata que en Estados Unidos, durante 1993 y 1994, mientras la produc- tividad industrial habría crecido un 5,4%, los salarios reales del mismo sector habrían descendido un 2.7% (Castells 1997:106).

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