domingo, 9 de junio de 2013

El proceso global de reestructuración capitalista - IV

El mercado, por sí solo, no puede producir y legitimar una sociedad de mercado. No lo pudo bajo su etapa industrial, en que parecía capaz de subsu- mir toda la producción y la población económicamente activa bajo la forma ca- pitalista. Aún así, debió convivir y requirió del Estado de bienestar para susten- tar una relación gobernable entre economía y sociedad. Pero en ese caso el mis- mo modelo de acumulación requería de un Estado redistribuidor. 
La sospecha compartida es que, en su forma actual, el capital puede prescindir de ese Esta- do de bienestar y seguir acumulando por varias décadas más. Necesita, sin em- bargo, un Estado interventor que imponga el mercado global, desregulando en un sentido pero, regulando en otros. Sobre todo necesita un Estado capaz de sostener una sociedad dualizada y guardar las formas de la democracia, si es pre- ciso mediante la manipulación simbólica, el asistencialismo y la represión. 
El gran capital está pasando por otra etapa de avance sobre el trabajo y los sectores menos concentrados; para lograrlo avanza también sobre el Estado, pa- ra redefinirlo según requiere ahora su acumulación a escala global. En el senti- do común, se instala la noción según la cual el Estado es, por naturaleza, más ineficiente y corrupto que la empresa privada, que sostener su nivel histórico de compromisos sociales y funciones de regulación económica pondría a la base económica de las sociedades en riesgo, que la burbuja social construida duran- te el auge industrializador se pinchó y no hay modo de reconstruirla ni tendría sentido dado que nos hemos liberado de un sistema indeseable. Se menciona como un éxito de la democracia, la reiteración de procesos eleccionarios, pero la crítica a la democracia real y en particular al sistema de justicia, es superfi- cial; apenas un susurro en el discurso dominante. Se menciona como necesidad que el sistema político acuerde políticas de Estado más allá de los gobiernos de turno, pero hay poca referencia a la necesidad de revisar el contenido y el sen- tido de las políticas públicas. Se enfatiza el valor de la continuidad de las polí- ticas económicas neoliberales, y se anatematiza a quienes sostienen que sin rec- tificarlas no habrá el tan mentado desarrollo humano. Se llega al absurdo de problematizar la gestión (por ineficiente) de malas políticas antes que el senti- do de las políticas mismas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario