Este complejo de recursos y capacidades así como la efectivización de su po-
tencial varían históricamente con la matriz cultural, la experiencia y lo apren-
dido en el hacer individual o colectivo por cada persona, grupo o comunidad,
pero también con sus valores, disposiciones y motivaciones así como con las
organizaciones que a lo largo de su trayectoria vital activan y redirigen esas
capacidades hacia objetivos seleccionados de acuerdo a valores y/o a resulta-
dos. Así, esas fuerzas físicas y capacidades simbólicas son dirigidas y ejercidas
de manera parcial y alienante cuando se efectivizan bajo el comando del ca-
pital o de otros patrones, que toman de cada persona o grupo productivo o
consumidor lo que mejor se ajusta a sus objetivos de acumulación o de otro
tipo.
Las nuevas formas de organización de la producción requieren que los tra-
bajadores puedan efectivizar un número mayor de esas capacidades, si bien pa-
ra un número limitado de trabajadores. Las excepciones que muestran al capi-
tal innovador integrando de otra forma las competencias de los trabajadores
confirman la regla en la historia reciente de la inversión de capital en esta par-
te de la periferia. En todo caso, subsistirá la principal fuente de alienación que
significa ser parte de procesos económicos de mercado, que no se comandan ni
a nivel micro ni a nivel macrosocial, y que deben tomarse como datos que se definen a espaldas' de los trabajadores individuales5'. A esto se suma la aliena-
ción resultante de la cultura consumista -aunque como García Canclini seña-
la, también hay posibilidades integrativas, comunicativas y de desarrollo del co-
nocimiento en el proceso de consumo- (García Canclini 1991) y en general de
toda la producción simbólica que pretende legitimar las relaciones que susten-
tan los poderes concentrados del capital y la política.
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