En el caso de una topografía compleja como la de Europa, vemos diver-
sas geografías de centralidad, una global, otras continental y regional. Una je-
rarquía central urbana conecta importantes ciudades, muchas de las cuales a su
vez desempeñan roles centrales en el más amplio sistema global de las ciudades:
París, Londres, Frankfurt, Amsterdam, Zurich.
Estas ciudades son también par-
te de una red de capitales europeas -en los campos financiero, cultural y de ser-
vicios, algunas de ellas solamente con una de estas funciones, otras con varias
de ellas- que articulan la región europea y están, de alguna forma, menos orien-
tadas a la economía global que París, Frankfurt o Londres. Existen también di-
versas geografías de la marginalidad: la división este-oeste y norte-sur en Euro-
pa, así como otras nuevas divisiones.
En Europa Oriental, ciertas ciudades y re-
giones, principalmente Budapest, son bastante atractivas para la inversión tan-
to europea como no-europea, mientras que las ciudades en otros países, princi-
palmente Rumania, Yugoslavia y Albania se desarticulan de estos procesos. Ve-
mos una diferenciación similar en el sur de Europa: iVíadrid, Barcelona y Mi-
lán van ganando en la nueva jerarquía de Europa, mientras que Nápoles, Ro-
ma y Marsella lo hacen mucho menos.
En cuarto lugar, se están constituyendo nuevas formas de centralidad en
espacios generados electrónicamente. Por ejemplo, ciertos componentes estra-
tégicos de la industria financiera operan en dichos espacios.
La relación entre el
espacio real y el digital es compleja y varía entre los diferentes tipos de sectores
económicos. No obstante, cada día se hace más evidente que las configuracio-
nes altamente complejas para la actividad económica localizadas en el espacio
digital contienen puntos de coordinación y centralización.
La industria financiera global ilustra algunos de estos aspectos sobre la
centralidad y la digitalización. La siguiente sección analiza estos aspectos.
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