domingo, 14 de julio de 2013

Situación de los trabajadores urbanos y su respuesta - V

La posibilidad de que las carencias sociales que se van acumulando sean resueltas por mecanismos de mercado, y el tan esperado crecimiento, enfrenta otros problemas, más allá de las magras variaciones en la competitividad'. La OIT estima que, con un incremento esperado de la Población Económicamente Activa de América Latina, de alrededor del 3% anual, dada la tecnología y formas de organización empresarial predominante, para cubrir esa demanda de nuevos empleos se requeriría una tasa de crecimiento del producto del 5%, lo que a su vez implicaría una tasa inviable de inversión del 30% del Producto Bruto Interno (OIT 1998: 9). Esto sólo para cubrir las nuevas demandas de empleo, sin hablar de la superación del desempleo acumulado. El poco interés del capital global por invertir en la producción de bienes transables complejos en la mayoría de nuestros países, y dado el techo a la inversión con alta rentabilidad asociada a la explotación de recursos naturales no renovables y a la crema de nuestros mercados urbanos, hace suponer que, de darse, esa inversión debería ser cubierta por ahorros y empresarios nacionales, algo difícil de vislumbrar ante la tendencia a la liquidación y salida de capitales 'nacionales' o su visión de que la mayor productividad que requiere la competitividad se logra bajando costos salariales y expulsando mano de obra.
En los países altamente endeudados y con economías maltrechas por los traumatismos de una reestructuración mal encarada que nos ha hecho perder dos décadas de desarrollo, harían falta tal vez otras dos décadas de influjos netos de recursos 'genuinos' para poder reestructurarse para reintegrar a sus sociedades con equidad y ser competitivos a nivel mundial. Pero la tenaza de la deuda eterna e impagable no ceja, haciendo más riesgoso prestar o invertir en una región con decrecientes posibilidades de pago y débil gobernabilidad, a la vez que nada hace pensar que sea posible revertir el proceso de desarrollo internacional desigual sin el ejercicio de nuevos poderes reguladores del mercado que, por ahora, no están a la vista.

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