domingo, 10 de mayo de 2015

Varinia Taboada, la arquitecta “puente” entre París y El Alto

Sonia Córdova / La Paz
Es el año 1990. Varinia Taboada está en París a punto de vivir la Nochebuena, aunque no como la mayoría de los parisinos. Ella debe estudiar... Afuera del inmueble donde vive muchos ciudadanos se deleitan con la Torre Eiffel, que en esta fecha ostenta una iluminación sin paragón.
Tiene tres meses para aprender francés. Las principales metas que se traza son aprobar el examen de ingreso a la universidad y cumplir su sueño de convertir a El Alto en una urbe "linda, humana y nuestra”, de la mano del urbanismo.
Desde ese episodio ya pasaron más de 20 años. En la actualidad, Varinia es una arquitecta urbanista que dicta la cátedra Ciudades de América Latina en la Escuela Nacional Superior de Arquitectura de París La Villette.
Nació en La Paz, pero se crió en Cochabamba. Cuando tenía 12 años, en 1974, su familia emigró a Argentina. La secundaria y la escuela de arquitectos las cursó en Buenos Aires; pero su corazón estaba en otra parte. "Luego de graduarme como arquitecta, volví para conocer mi país y descubrí El Alto”, comenta.

La urbe alteña
El nacimiento de una ciudad. El altiplano va atrincherándose en la lejanía y la urbe alteña alza sus cimientos. Casas de adobe y ladrillo, techos de calamina y paja, el choque de la cultura aymara con lo urbano... El Alto era muy distinto en 1988, cuando Varinia quedó encantada con la urbe. "Tenía una magia, como una energía. Tiene un alma esa ciudad”, comenta.
La arquitecta era flamante egresada y decidió quedarse en el país. Comenzó su trayectoria trabajando en el Ministerio de Vivienda y luego en Naciones Unidas, organización con la que realizó la primera investigación en El Alto.
"Quería saber qué pasaba ahí. En ese entonces a nadie le interesaba El Alto”, recuerda. Taboada rememora que en esa época las autoridades de la ciudad establecieron distintos planes, los cuales la profesional cuestionó. No obstante, reconoce que entonces no poseía fundamentos para refutarlos.
"Me pregunté, ¿cómo es que no se hace un urbanismo humano? Francia puede darme esa formación”, evoca la profesional.
Se trasladó a París con el objetivo de estudiar urbanismo y programación institucional, esto con el fin de aplicar esos conocimientos a su retorno en El Alto. "En ese momento mi sueño era hacer un urbanismo para gente con escasos recursos, un urbanismo humano. Tiene que existir una ciudad linda para los pobres”, sostiene.
Vivir en París
Luego de ocho horas diarias de estudio, durante tres meses, Varinia aprobó su examen de francés y también descubrió la "cara fea” de París. Conoció delgados edificios de 30 pisos, que parecían cajas de fósforos amontonadas; además de construcciones abandonadas y miseria en las calles. "Al menos la gente de El Alto sonríe”, pensó.
Su tesis se basó en esos barrios. Aprender de Francia podía darle una idea del cómo ayudar a su ciudad soñada.
Pasaron dos años y Varinia obtuvo su Maestría en Urbanismo en América Latina y Programación Institucional de la Universidad de Paris II, La Sorbona.
Estaba lista para regresar. No obstante, la vida a veces tiene otros planes. Una vez que formó una familia en Francia, realizar su sueño le fue imposible. "Ya no podía volver. Pero dije: ‘mantendré el nexo y haré algo con El Alto’”.
En 1993, Varinia se inició como docente en el curso Ciudades de América Latina. La cátedra estudia la arquitectura y urbanismo de ciudades como Santo Domingo, La Habana, Buenos Aires, y de El Alto. Ella consiguió, luego de una rauda insistencia, que en 1998 el estudio de la urbe alteña ingresara a la currícula. "¿Cómo no van a estudiar El Alto, si es un ejemplo único en América Latina? Es un lugar en donde hay choque entre la cultura aimara y la ciudad”, explica.

Un nuevo sueño
Desde hace ocho años, y mediante un convenio con la UPEA, la UMSA y La Villette de París, Varinia viaja cada año a la ciudad de El Alto para realizar proyectos de urbanismo. Estos consisten en trabajar con 10 estudiantes de cada una de estas casas de estudios. "El objetivo es dialogar (sobre) el organismo de nuestras sociedades, sobre todo las populares; que los estudiantes de arquitectura se formen en urbanismo; es decir, la forma de hacer ciudad”, indica.
Su sueño cambió. Cuando se le pregunta qué haría si pudiese cambiar algo de El Alto, expresa: "Sacar ese aeropuerto y preservar todo su perímetro”. Sostiene que esa acción podría "devolver ese gran pulmón” a la ciudad. El espacio sería utilizado para centros de formación, museos y áreas verdes. "Recuperemos a El Alto por la cultura y por la capacitación de nuestros jóvenes”, propone.

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