miércoles, 5 de agosto de 2015

“Cholets”, El Alto y su arquitectura de exportación

CAUSARON FUROR EN EL MERCADO DE LA CONSTRUCCIÓN DE LA URBE ALTEÑA Y DE OTROS PAÍSES | LOS LLAMADOS “CHOLETS” Y SU CREADOR. FREDDY MAMANI SILVESTRE, SE EXPONDRÁN EN ESTADOS UNIDOS, EN un ENCUENTRO MUNDIAL DE ARQUITECTOS.

Olor a estuco y pintura invaden el ambiente de un nuevo edificio que fue construido en medio del centro comercial de El Alto. La zona 16 de Julio, donde se realiza la feria más importante de la ciudad de 4.000 Metros de Altura, cobija a un nuevo “Cholet”. “Hay que poner más de naranja”, dice Freddy Mamani Silvestre —el arquitecto que “revolucionó” la arquitectura alteña—, mientras uno de los pintores abre las latas de pintura de diferentes colores para realizar las mezclas (combinación de colores para encontrar un tono diferente y llamativo).

“Vas a pasar varias manos, tiene que quedar finito”, instruye Freddy a otro de los obreros que está pintando uno de los techos, mientras él remueve los baldes de pintura que combinó para las diferentes partes de la estructura. La música “chicha” (cumbia peruana), se confunde con los martillazos y el sonido estridente de los taladros que le van dando forma a muchas de las figuras que están diseñadas en las paredes blancas.

La estructura del nuevo edificio está acabada (obra gruesa), pero hay que darle la forma (obra fina); el joven arquitecto va dibujando con lápiz el plano en las paredes blancas y explica los detalles de la obra para que los obreros la ejecuten.

El edificio de siete pisos, que se levantó en medio de las casas y edificios de ladrillo sin pintar — en algunos casos sin concluir—, va tomando forma y color. La obra estará concluida recién en enero del próximo año. En esta, como en otras construcciones que realiza Freddy, en la planta baja habrá una galería comercial (en este caso para la venta de muebles), en la segunda estará el salón de fiestas con su respectivo mezzanine. Poco a poco los tapices de pintura brillante le dan vida a la construcción. En poco tiempo más se instalarán las luces LED y motivos lúdicos andinos, se colocarán candelabros anclados a los símbolos de la mariposa, puertas que se asemejan a los búhos y los pilares serán pintados de color caramelo.

“En lo que más se tarda es en la obra fina, una obra puede durar en su acabado hasta cuatro años”, asegura el joven arquitecto, mientras sus manos van dibujando una figura en uno de los pilares blancos. Allí se formará una figura similar a un aguayo.

“Esto le da vida, con la combinación de colores más quedará hermoso”, dice y se dirige a otro espacio del inmueble para ver lo que será diseñado allí. Freddy no es muy amigo de la computadora, aunque la usa, deja más bien desarrollar su creatividad en la mente. Desde niño fue así, pues de pequeño jugaba con estuco cuando solía acompañar a su padre a las obras donde trabajaba.

Actualmente construye cuatro edificios, todos con las mismas características pero con diseños totalmente diferentes. Todos los días recorre sus obras para verificar el avance, en cada una de ella solo se queda una media hora porque además debe atender otras actividades.

“Aquí será la galería, la estamos haciendo muy atractiva”, dice al explicar que el diseño tiene aspectos particulares al resto de las más de 80 construcciones que hizo en la planicie alteña, donde la mayoría de las calles aún son polvorientas y sin árboles.

El tiempo pasa y a medida que inspecciona la obra, va cubriéndose del polvillo típico en todas las construcciones. Para él, eso es normal y parte de su trabajo. No lleva un overol, ni camisa, corbata ni casco, como los tradicionales arquitectos.

Simple como es, él va vestido de jean, polera y chompa, a lo que llama ropa de trabajo. Toca ir a otra obra, se monta en su auto y empieza a recorrer las calles alteñas. En el trayecto hay varias de sus construcciones mezcladas con otras que son copia de su trabajo.

“Aquella no es mi obra, un albañil que trabajaba conmigo la copió, pero no igual”, comenta. A momentos le molesta que hayan copiado sus diseños pero al mismo tiempo se siente orgulloso porque impuso un estilo y una moda.



EL NACIMIENTO DE LOS “CHOLETS”

Mientras conduce, Freddy cuenta que los “cholets”, palabra que se conforma de la simbiosis entre cholo —como se denomina a la población mestiza, a veces de forma peyorativa— y chalet, nacen después de la caída de Gonzalo Sánchez de Lozada y con la llegada al gobierno de Evo Morales, que es cuando los ricos aimaras se destapan y encuentran la forma ideal de exponer su riqueza.

“Cuando Gonzalo Sánchez de Lozada sale del país—tras la “Guerra del gas” el 2003—y llega Evo Morales a la presidencia (enero de 2006), los aimaras empiezan a mostrarse más abiertamente y a hacer gala de su riqueza y poder económico, antes lo hacían sólo en las festividades folclóricas como el Gran Poder y la Fiesta de la Virgen del Carmen”, dice sonriente.

En ese contexto, coincidentemente aparece Freddy Mamani con un nuevo estilo en las construcciones. Su experimento, un edificio que empezó a construir el 2003 y concluyó el 2005.

Francisco Mamani fue el primero en confiar en él. Don Francisco tenía un terreno de 300 metros ubicado en la avenida Juan Pablo II frente a la Universidad Pública de El Alto (UPEA). Allí, Freddy explayó su creatividad y construyó un edificio de cinco pisos, en cuya planta baja está el salón de fiestas donde su diseño evoca el interior de un reptil, con vigas arqueadas del techo, cual costillas de dragón y enormes molduras circulares color naranja, que podrían ser los ojos de un cocodrilo.

La fachada está pintada con colores fluorescentes y decorados andinos y Tiwanacotas, de su esencia cultural ancestral y de un viaje que hizo a las ruinas incaicas.

El diseño del primer edificio, que para Freddy es el que marca el nuevo estilo, tuvo su origen en otros trabajos de menor envergadura, pues en los trece años de experiencia laboral, el joven arquitecto fue ensayando una serie de formas.

“Si hablo de la evolución, ha sido casi toda mi vida laboral porque empecé haciendo las cornisas, a hacer pequeñas naves y en la pintura, no a gran escala, construí varios locales de fiesta pequeños, inventando un nuevo diseño.

“Para mí, el lanzamiento de esta nueva arquitectura es el edificio que me mandó a construir Don Francisco”, dice orgulloso de lo que hasta ahora logró.



ESTILO ANDINO- TIWANACOTA

Freddy no está de acuerdo con el denominativo que le dan a sus construcciones, pues considera que el término “cholet” no se adecúa a Bolivia porque “cholo” es un término usado en el norte peruano y tampoco cree que los departamentos que él construye en el último piso de sus edificios, sean chalets.

Él prefiere llamar “andino” a su estilo arquitectónico porque asegura que sus edificios están inspirados en las formas geométricas de la cultura Tiwanacota y la policromía de colores en los tejidos del altiplano.

“Si te fijas, por ejemplo, en aquel borde, parece una faja”, dice al mostrar una división entre la pista de baile y el mezzanine del salón de fiestas de Príncipe Alexander del edificio de propiedad de Alejandro Chino, ubicado en la calle Bolivia.

Cuenta que desde niño fue inquieto y creativo y que ello lo motivó a encontrar la forma de darle movimiento a una ciudad quieta como es El Alto.

“Si vemos la ciudad como está, concluiremos en que es deprimente, por ello es que le quise dar vida a mis construcciones utilizando los colores de nuestros tejidos, que son vivos", destaca.

La mayoría de los edificios de Mamani tienen cinco, seis o siete pisos de altura, con fachadas audaces de símbolos andinos, vidrios polarizados y patrones geométricos en relieve.

El estilo impuesto por Mamani Silvestre es cuestionado por muchos arquitectos, quienes argumentan que no se trata de una nueva arquitectura porque las estructuras de las construcciones mantienen un estilo tradicional, pues se las construye en base a hormigón armado, ladrillo, cemento y estuco, entre otros.

“Yo no veo nada innovador en la construcción en sí, lo que existe es un nuevo estilo de acabado en las construcciones”, dice el arquitecto Freddy Bautista.

Acepta que para hablar de una nueva “Arquitectura Andina” se deberían realizar estudios profundos sobre la arquitectura de los aimaras, incas y tiwuanacotas.

“Ninguna de las casas tiene la forma de una monolito o de un castillo de los incas y tampoco sus interiores”, afirma. Como él, hay otros que también cuestionan la definición de la llamada nueva “Arquitectura Andina”.

Para Freddy Mamani es natural que surjan voces discordantes; sin embargo, él señala que es una corriente nueva y que eso deben admitir sus críticos, aunque es consciente que su trabajo tiene mucha decoración de la infraestructura, que es lo que más tiempo lleva y tiene un costo elevado. Ese el “plus” de sus construcciones. Por ello, en El Alto, Mamani es considerado como la versión aimara de Miguel Ángel. Para sus clientes —nuevos ricos de la ciudad — las obras son un símbolo de estatus.

Consultado si podría denominarse a su estilo como arquitectura artística, Mamani Silvestre responde que puede ser, porque él se considera un artista y sus trabajos son un verdadero arte.

“Como es la identidad de nuestro pueblo, estoy buscando un término que sea reconocido a nivel mundial porque esta arquitectura es de exportación”, asegura mientras conduce de una obra a otra en su pequeño auto Toyota.



¿QUIÉNES LOS MANDAN A CONSTRUIR?

Los que mandan a construir estos edificios son en su mayoría gente que forma parte de la burguesía aimara que, al igual que la burguesía blanca, no sólo busca comodidad para vivir, sino incrementar sus recursos económicos.

"Siempre han habido ricos aimaras, que antes de que suba Evo al Gobierno, eran tímidos, pero ahora están orgullosos y dicen: tengo la riqueza, puedo demostrarla al mundo. Yo no tengo nada que ocultar”, comenta Mamani Silvestre.

Además de exponer su poder económico, el surgimiento de los “cholets” es un buen motivo para invertir y generar mayores ganancias. Los primeros dos pisos de la mayoría de estas construcciones están destinados a negocios.

“El principio de mis construcciones es que todas en la planta baja tengan algún tipo de negocio; gran parte cuenta con salones de fiesta, otros con galerías, todo de pende de la ubicación del terreno", dice.

Explica que lo primero que hace para la edificación de un “cholet”, es ver el terreno y su ubicación, porque en función a ello elabora un estudio de factibilidad para la generación de recursos económicos.

“Esto no es un lujo, es una inversión porque los propietarios recuperan su dinero con lo que recaudan en los salones de fiesta, cuyo costo va desde los 6.000 bolivianos hasta los 20.000 bolivianos, dependiendo la actividad”, comenta el artífice de este estilo arquitectónico.

La característica de los cholets es que en la planta baja tienen un espacio comercial que el propietario puede utilizar o alquilar, en el segundo y tercer piso son espacios del salón de baile que se utilizan para bodas, cumpleaños, quince años y prestes.

El cuarto y quinto son habitaciones para alquilar o departamentos para el propietario.

La parte superior del edificio, es una estructura ático - el "chalet" real típicamente con un tejado a dos aguas y grandes ventanales para tomar sol y contar con vistas impresionantes.



UNO DE LOS PROPIETARIOS

Entre los que requieren sus servicios arquitectónicos están comerciantes, transportistas, mineros, personas dedicadas a la gastronomía, que buscan hacer negocio. Uno de ellos es Alejandro Chino, propietario de la sastrería Juventus, ubicada la calle Aguirre de la zona 14 de Septiembre (Garita de Lima), que costura trajes para los morenos de las diferentes fraternidades folklóricas del Gran Poder, embajadores y diferentes personalidades. Él tiene un edificio de cinco pisos.

Confiesa que ofrecer un salón de fiestas de cinco estrellas lo motivó a construir uno, pero en el camino se encontró con Freddy Mamani que le presentó una variedad de opciones y tomó una de ellas.

Los componentes del grupo mexicano Charro Show quedaron impresionados con el salón de fiestas Príncipe Alexander donde llegaron para tocar en la boda de Freddy Cuba, otro potentado aimara que fue preste de la morenada Señor de Mayo del Transporte Pesado.

“No se imaginaban un salón de esta naturaleza”, comenta Chino, para añadir que la construcción de su edificio tardó más de cuatro años.

“El diseño es exclusivo, hecho por Freddy (Mamani Silvestre), pero además hice un pedido especial de lámparas que le dan un toque distinto al local, también se reprodujeron cuadros del pintos Mamani Mamani en varios sectores del salón, tiene cerámica antideslizante y otros detalles singulares. Las gradas también tienen un decorado especial y cuando se trata de matrimonios, colocamos en ellas una alfombra roja”, dice.

El salón cuenta con cámaras de seguridad, generador de energía, habitación de novios con ducha, peinador, freezer con bebidas, televisor, además de mantelería a elección del cliente, venta de bebidas importadas y hasta el servicio de radio taxi garantizado.

“Todo es de primer nivel”, comenta Chino, quien también baila en la morenada Chacaltaya 97 punto 16.

Como se desató el boom, ahora no solo los ricos aimaras quieren tener ese tipo de construcciones, por lo que hay gente que busca a Freddy para que les construya una vivienda de dos plantas y sin negocios.

“Pronto la ciudad será alegre porque habrán construcciones con muchos colores”, señala. El costo de un “Cholet” puede ser desde 10 mil dólares hasta un millón de dólares, dependiendo de las características del terreno, la cantidad de pisos y los ambientes que se requieran.



EL ALTO EXPORTA ARQUITECTURA

Freddy es muy detallista al momento de inspeccionar sus obras.

“Van a tener cuidado con esta pared le falta un poco de revoque”, dice mientras sus manos palpan la pared para ver si quedó bien.

Su estilo llamó la atención del mundo entero, por los reportajes periodísticos y de televisión que le hicieron. Así, fue llevado al Perú para la construcción de un edificio en Juliaca, también construyó una discoteca en Brasilea, Brasil, ahora se apresta a realizar otras obras en Argentina y no descarta llevar su arte a Europa.

“La discoteca de Brasilea no es igual a los salones de fiesta que hay en los edificios, tiene características propias de la región, es decir que tienen en el acabado figuras selváticas, los pilares parecen palmeras. Los mismo sucede con el edificio en Jualiaca, aunque allá es más parecido a lo que tenemos aquí”, comenta.

Para Freddy, agosto será un mes muy agitado porque estará primero en Las Vegas en el encuentro Mundial de Arquitectos donde expondrá su estilo de arquitectura andina, luego se va a la Argentina a la Universidad de Avellaneda y posteriormente se dirigirá a Lima, para exponer su trabajo en una universidad.

Su agenda también contempla viajes a Europa, donde ya tiene interesados para la construcción de algunos edificios.

“Estoy feliz, no por mí, sino por el país y principalmente por El Alto, porque es un referente de la construcción”, dice.





UN HOMBRE SENCILLO PERO AMBICIOSO

Freddy es un hombre de 48 años, está casado con Mary Mamani y es padre de Freddy (8), Mary Luz (6), José Alejandro (4) y Jorge (1).

Empezó a los siete años en la construcción cuando llegó a La Paz acompañando a su padre, Jorge Mamani, quien tras salir bachiller en la población Potosina de Catavi, llegó a la sede de Gobierno para buscar mejores días para él y su familia.

“Mi padre comenzó a trabajar en la construcción y los fines de semana nos llevaba a la zona sur para que lo acompañemos en las obras, yo aprovechaba para jugar con el estuco”, cuenta.

Como su padre no se sentía muy hábil en este rubro, ingresó a la Normal de Caracollo para graduarse luego como profesor y trabajar en el área rural, lo que hizo que descuidara a su familia a la que visitaba únicamente los fines de semana y durante las vacaciones. El año pasado se jubiló.

Freddy, asumió la responsabilidad de su padre de cuidar a sus hermanos. Al salir Bachiller, ingresó a la Universidad Mayor de San Andrés a estudiar la carrera de técnico en construcción civil. Paralelamente trabajaba como ayudante y luego como contratista. Con el tiempo y al desarrollar más pasión por la construcción, estudió Ingeniería Civil y finalmente Arquitectura en la Universidad Boliviana de Informática de la ciudad de El Alto.

Su vida es la construcción y el tiempo libre que tiene lo dedica a su familia, que se siente muy orgullosa de él.

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