La ciudad excluye a muchas personas de los beneficios que crea, la pobreza restringe a una parte importante de la población de las más elementales condiciones de vida, las creencias e identidades colectivas se redefinen, tanto sobre la ba-
se de nuevas centralidades políticas como de la mercantilización de las relaciones
sociales. Pero también la política y lo político reducen su condición de elementos unificadores de la vida social, y resignan su cualidad de articuladores de las diferencias. Si la ciudad no llega a todos los habitantes, si el mercado segrega y si la
política excluye no se puede concebir la existencia de una real ciudadanía'. De esta manera, la integración social solo será posible si se reconstituye y recupera la
categoría de ciudadanía. Porque el concepto de ciudadanía hace alusión a la participación plena en la economía (tanto en el consumo como en la producción),
en la política (representación, legitimidad) y en la cultura (múltiples identidades).
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