Esa es la contradicción fundamental del capital como fuerza pretendidamente
civilizatoria, porque desintegra en lugar de integrar las sociedades, porque genera desequilibrios que plantean serios problemas de 'gobernabilidad' a las clases políticas encargadas de legitimar un sistema excluyeme y dualizador. Sin
embargo, esa contradicción no lleva a una crisis de realización del capital, y se
prevé que no lo hará al menos por un período importante, dados los márgenes
que tiene para seguir desarrollándose sobre bases socialmente más estrechas'
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