domingo, 28 de agosto de 2011

Melvin arquitecto de la naturaleza

Boliviano de origen | Arquitecto de profesión, músico y ecologista por vocación. precursor del uso del vacío en los espacios habitables. La paz, Santiago de Chile, Marbella y más de 13 ciudades, vieron la obra de sus manos.

Todas las mañanas abría las ventanas de su taller y junto a ellas la melodía y el papel blanco. De adentro fluían colores de Le Corbusier, partituras de Mozart y se hibridaban con el aire que rozaba su piel y marcaba el tiempo para iniciar la gestación de un proyecto. Salían figuras, escalas, jardines que se fusionaban con corcheas, violín, luz, agua y nacía la vida, el plano.


Así se entretejían, en diferentes espacios, los más de 120 proyectos que Melvin Villarroel Roldán, arquitecto, físico, matemático y músico boliviano, realizó en sus casi 80 años de vida y quien revolucionó no solo la arquitectura con la aplicación del vacío, sino lo más íntimo de su familia.

El inicio


El 21 de enero de 1931, un día miércoles para ser preciso, Alberto Villarroel, director de estadística del sistema público y Aida Roldán, ama de casa, preparaban sus vidas y el hogar en las proximidades de Sopocachi en La Paz, para esperar el nacimiento de su primer hijo: Melvin.


Semanas antes, Daniel Salamanca asumía la presidencia con la carga de la Gran Depresión. La Paz reprimía el comunismo y aplaudía con cierto disimulo el liberalismo. Wara Wara relucía en el cine. Uruguay concluía un mundial exitoso y los bolivianos acudían a un referéndum para cambiar artículos en la Constitución.


En ese contexto, Melvin (La Paz, 1931- Houston 2010) bajo la tuición de sus padres, inició, post Guerra del Chaco, su formación escolar en el Instituto Americano, donde pasó clases como “estudiante promedio”, sin diplomas ni banderas, según narra Bachi, hermana menor de Melvin, después de 5 hermanos: Jaime (t), Nancy, Marta, María y Fernando.


“Nosotros éramos una familia numerosa. No teníamos grandes cosas en la casa. No éramos grandes conversadores pero nos queríamos mucho. A Melvin desde niño le gustaba el dibujo, era un soñador y por sobre todo le gustaba la creación”, cuenta Bachi, quién actualmente vive en La Paz junto a su esposo y tres hijos.


Por la múltiple actividad del padre, Melvin fue más cercano a la madre, de quién heredó principios vitales como la humildad, la perseverancia, el amor por la familia y a quién dedicó las siguientes palabras en la primera página de su libro: “a mí adorada madre Aida que en paz descanse y a quién realmente va dedicado este libro”.

Santiago de Chile, la confirmación de su propósito


En 1953 después de graduarse con honores de la carrera de Física y Matemática de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), Melvin viaja a Santiago de Chile en busca de mejores días, acompañado de sus tíos Alfonso Mier Revilla, arquitecto de profesión y su señora, Olga Roldán Monje.


Mier Revilla no solo compartió con su sobrino tiempo y su afición por la arquitectura, sino también sus conocimientos de música clásica, piano y arte en general. A él le agradece Melvin, describiéndolo como al “arquitecto, cuya visión universal de la arquitectura, la música y su apoyo, me ha despertado el amor a la naturaleza y a la profesión cuando solo tenía trece años”.


Estudió Arquitectura, a la que llamaba madre de todas las ciencias, en la Pontifica Universidad Católica de Santiago (1955-1961). Ahí inició la confirmación de su propósito de vida, estudiando con sentido amplio las escuelas de Venture, Rossi y Stirling, entre otros.


“La verdad es que yo me he formado en la Escuela de Le Corbusier en Chile. Vi morir a la arquitectura moderna y por eso creo en la arquitectura escrita con mayúscula. No la de los últimos 80 años sino la de los últimos 10 mil años. Creo en el hombre, en todo su pasado y su historia” escribe en su libro, publicado el 2001.


Fue en Santiago donde empezó a rebelarse contra los convencionalismos de la arquitectura como los edificios cuadrados, a los que denominaba “comunidades de ascensor”.


Durante los 20 años de su residencia, además de graduarse de Arquitectura, dictó clases de Geometría Descriptiva, Diseño y Arte y realizó varios proyectos como el primer centro comercial en espiral, conocido como El Caracol en el barrio de Providencia.


Dos años después de este logro, Melvin se casó con la artista chilena Antje Sievert Meyer, con quién tuvo cuatro hijos: Pablo, Francisca, Antonia y Matías, todos chilenos y arquitectos.


“A mi mujer, Panchita, compañera de toda la vida, con cuyo apoyo y espíritu de lucha en todo momento nos ha permitido hacer lo que realmente nos hemos propuesto”, destaca Melvin en la primera página de su libro, “La Arquitectura del Vacío”, que publicó en 2001 con la colaboración de su hija Antonia.


“Habiendo vivido poco en Bolivia, Melvin nunca negó su origen. En todos los artículos, comentarios y entrevistas que le hicieron, siempre destacó su nacionalidad boliviana. Este amor por su terruño fue un gesto muy lindo que yo he admirado, así como su bondad, dedicación al trabajo, y la música que decía él, era su inspiración”, comenta Beatriz Mier de Ruiz, admiradora de Melvin que vive en Cochabamba y quién pasó “momentos inolvidables” junto a la familia en Marbella, donde conoció de cerca a sus hijos y sus obras.

La Arquitectura del Vacío
“El cero es a la matemática lo que el vacío es a la arquitectura”, “la armonía entre hombre, naturaleza y arquitectura”, “25 por ciento de estructura y 75 de vacío”, son algunas de sus expresiones al describir su propuesta teórico – experimental, conocida y presentada en La Arquitectura del Vacío.


En 1973, ganó el proyecto para construir en Marbella, al sur de España, el Hotel Puente Romano de propiedad del príncipe Alfonso von Hohenlohe, espacio que le permite aplicar sus hallazgos y conceptos sobre la arquitectura, además de ser la ciudad donde estableció su hogar y se convirtió en los años posteriores en la ventana para la exportación de sus diseños a otras ciudades.
Entendía que la arquitectura no era solamente estructura: impacta los sentidos, incide en el equilibrio y desequilibrio social, puede intervenir directamente en la naturaleza, no solamente siguiéndola para su estudio e información, sino que a veces modificándola sustancialmente para así mejorarla.


“El vacío puede ser construido: llega a ser la continuidad del vacío natural y del sólido construido. Muchas veces hay que dejar de construir para dejar paso al vacío”.


De 1972 a1976, edificó en Marbella grandes obras arquitectónicas como La Alcazaba, la Marina del Este, el Hotel Puente Romano, donde se distinguen amplios jardines, puentes, piscinas, todos manteniendo su relieve natural y explotando al máximo la costa marítima y la luz natural. Su obra empezó a ser reconocida y merecedora de halagos y premios.


“Los ingleses denominan al vacío “negative space” porque no produce dinero. Mi propuesta trata de volver positivo ese negativo. Nosotros calificamos el suelo y elegimos los mejores emplazamientos para las viviendas, pensando que el resto de espacios pueden ser un potencial para lagos, campos de golf, jardines, en perfecto equilibrio entre vacíos y sólidos”, explicó Melvin a un diario de la “Ciudad del Sol”.

España y China inmortalizan su legado


El objetivo íntimo y disimulado de cada ser humano es trascender. Melvin, sin duda lo logró y la gente que lo vivió quiso expresarlo con reconocimientos póstumos. El 28 de julio último, autoridades de Marbella y su familia, decidieron poner un busto de 2.75 metros realizado por el reconocido escultor Víctor Ochoa en un punto medio de dos de sus obras presidiendo una avenida que lleva su nombre, además de un programa turístico-cultural que visitará en lo íntimo de su legado.


Matías Villarroel, su hijo menor e impulsor del homenaje, expresó durante el acto principal que la familia recurrió al talento del artista Víctor Ochoa, reconocido por hacer el busto al Premio Nobel de Literatura Camilo José Cela, porque su padre “hubiese querido que una escultura de él fuese una obra de arte primero y después un homenaje a su persona”.


En el acto, que además contó con la participación del cónsul de Bolivia en Sevilla, Julio Iván Martínez, la alcaldesa de Marbella, Ángeles Muñoz, expresó que “es un homenaje que la ciudad de Marbella le debía y que hoy se ha hecho realidad; su nombre siempre quedará asociado al de Marbella, una ciudad que ha sido, es y será excepcional por personas excepcionales como Melvin”.


“Para nosotros el gesto del Ayuntamiento es un regalo simbólico que siempre llevaremos en nuestro corazones”, dijo Pablo, el hijo mayor de Melvin, antes de anunciar que un mismo busto se llevará a la ciudad de Jimo, en China, donde Melvin replicó su elogiada arquitectura del Hotel Puente Romano en 2001, en un complejo turístico que lleva el nombre de “Melvin Art Villa”.


Además de realizar más de 120 obras en Turquía, Shanghái, Santiago de Chile y Marbella, dejó herramientas para que otros arquitectos sigan su pensamiento denominándolo “estilo Melvin”. Asimismo, pasó la posta de su vocación a sus hijos y esposa, que administran la empresa y están convencidos de que la arquitectura puede transformar vidas.


“Se ha ido un hombre a quién por su propia genialidad era y es muy difícil de definir.

Un lápiz, un papel, una voz de música. La arquitectura, el piano, la inteligente dialéctica y su pausadísima voz con restos andinos han de ser como cuatro bellas columnas que mantendrán inalterable en mi recuerdo la figura de Melvin”, liberó Mata.

Pensó en grande. Su vida y obras quedaron cimentadas en el lugar donde se inmortalizan los invencibles: el corazón.

Pablo Villarroel – Hijo

“Hoy me cuesta mucho estar aquí delante de vosotros. Casi todos me conocéis y sabéis que soy una persona positiva desde adentro pero es también desde ahí y desde lo más profundo del alma, que me duele el corazón. (…) Mami sin usted el papi no hubiese podido sólo. Hemos perdido a una persona de un valor humano sin precedentes. Gracias Papi por darnos, continuamente, tan magnífico ejemplo”

Francisca Villarroel – Hija

“Papi, usted siempre nos decía que no miráramos hacia atrás recordando malas experiencias. Cada cosa que significaba algo negativo, usted trataba de evitarlo y se alejaba de ello. Gracias por habernos hecho ver el mundo con los ojos de un arquitecto”

Antonia Villarroel - Hija

“Papi, nos queda la alegría de recordar que usted siempre estuvo para nosotros cuando lo necesitamos, aunque a veces solo era para hablar, siempre encontró un huequito y estuvo ahí para solucionar cualquiera que fuese nuestro problema y a cualquier hora. Hemos disfrutado día a día durante todos estos años de sus tremendas ganas de vivir. Irradiaba energía positiva y vitalidad pura"

Matías Villarroel - Hijo

“Mi padre quería que celebremos su vida y no que estemos de luto por su fallecimiento, que es más fácil dicho que hecho. Un caballero en todos los aspectos, un valiente luchador incansable, y un humilde arquitecto genial. Mi padre era el fundamento y el pilar de nuestra familia, pero también lo era de muchas más familias y personas. Hoy nos deja un tremendo Vacío. Pero justamente ese Vacío, va ser el elemente unificador, que le va dar la fuerza y la energía a nuestra ya gran familia para afrontar el futuro.”.


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