jueves, 28 de febrero de 2013

Modelos de gestión en los centros históricos de América Latina y el Caribe - II

A pesar de la diversidad de contextos económicos, sociopolíticos y urbanos, los barrios antiguos y patrimoniales de las ciudades de la región presentan problemáticas comunes: degradación del patrimonio histórico y urbano, despoblamiento, subempleo y desempleo, alta presencia de población en extrema pobreza, imagen urbana negativa, falta de accesibilidad, privatización de los espacios públicos, entre otros. Varias autoridades locales se dieron a la tarea de re- pensar el papel que debe jugar la centralidad histórica en relación con una urbanización en permanente expansión y la multiplicación de nuevas centralidades urbanas cada vez más dispersas y segregadas. En este proceso, se pone en evidencia la obsolescencia de las políticas y de la gestión pública en los centros históricos: aparte de carecer de un enfoque integral (muchas veces excesivamente centradas sobre la conservación de monumentos aislados), suelen padecer de importantes déficits de gobernabilidad. 
De un lado, las políticas de protección del patrimonio surgieron y se administraron desde las esferas del gobierno central; pero esta gestión centralista es cada vez más cuestionada por los procesos de descentralización y de reivindicación del poder local'. Del otro lado, la difusión de la doctrina neoliberal en la región, de un estado adelgazado, menos intervencionista y más 'facilitador, lleva a varios gobiernos locales a impulsar la intervención de las iniciativas privadas en los centros históricos. Varios responsables de conducir las instituciones y los programas de 'regeneración o 'rescate' comparten la inquietud por encontrar nuevos modelos de intervención en los centros históricos "que los afiancen como centros vivos de la ciudad", mediante una "acción concertada de los actores públicos y privados para lograr la sustentabilidad de su rehabilitación y valoración". 
El IIIo Encuentro de la Red (ciudad de México, abril de 2000) tuvo como objetivo analizar los distintos modelos y mecanismos de gestión/financiamiento que se es- tán utilizando en varias ciudades de América Latina y el Caribe, y que per miten llevar a cabo, con cierto éxito, los procesos de conservación del patrimonio y de rehabilitación urbana. Las conclusiones de esta reunión se recogieron en la Declaración de la ciudad de México, firmada por los representantes de 29 ciudades. De estas experiencias y reflexiones recientes, quisieran dar cuenta breve- mente las páginas siguientes.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Modelos de gestión en los centros históricos de América Latina y el Caribe - I

En busca de la integralidad, la gobernabilidad democrática y la sostenibilidad 
La regeneración y el desarrollo sostenible de los centros históricos, junto con la revalorización del patrimonio cultural y urbano que encierran, son prioridades presentes en las agendas programáticas de las autoridades locales de las ciuda- des de América Latina y el Caribe. Por una parte, la recuperación y el aprove- chamiento de la infraestructura de las áreas centrales es percibida por los plani- ficadores como una estrategia optimizadora de recursos frente a los costos, fi- nancieros y medioambientales, de las nuevas urbanizaciones periféricas. 
El mejor aprovechamiento de los centros urbanos se plantea como una estrategia que apoya la búsqueda de la sustentabilidad del desarrollo urbano, particularmente de las grandes ciudades. Por otra parte, la valorización del patrimonio urbano de los centros históricos aparece como fuente de desarrollo económico, vía la industria turística, además de representar un fuerte potencial de identidad co- lectiva, de una ciudad o de una nación. Los procesos recientes de revalorización de los centros históricos en la re- gión, particularmente los declarados Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, han motivado múltiples iniciativas de intercambio y difusión de experiencias. Más allá de las exposiciones de 'estudios de casos', se promovieron espacios de sistematización y análisis, con el fin de profundizar en torno a las estrategias e instrumentos que sustentan los procesos iniciados, particularmen- te los que parecen ser más exitosos. 
Al final del /. Encuentro de Alcaldes y Autoridades Latinoamericanos de Ciudades con centros históricos en procesos dinámicos de recuperación (Lima, no- viembre 1997), representantes de varias ciudades de la región decidieron constituir una red de intercambio y reflexión, sobre la base de principios compartidos, los cuales se plasmaron en la Declaración de Lima

martes, 26 de febrero de 2013

El rol de las migraciones - II

La contribución directa de la transferencia neta de población rural-urbana a la urbanización ha sido y es tan importante basta para dar cuenta de la tasa de urbanización de la región y de la mayoría de los países. La parte derecha del cuadro 10 muestra de manera muy clara que entre los años cincuenta y la década 1990-2000 la transferencia neta rural-urbana alcanzó, en la región como un todo, valores crecientes que explican más del cien por cien de la tasa de urbanización. Entre los países el rango de variación es muy amplio en 1990- 2000. Desde -59,9 en México a más de 305 en Costa Rica, dos casos muy extremos que se explican también por la importancia que han tenido los movimientos migratorios internacionales: de saldo negativo en el primero y de saldo positivo en el segundo. (Ver cuadro 10). Aunque muy escasas, las observaciones anteriores sugieren que, a medida que los países de la región se urbanizan, las migraciones internas permanentes de tipo rural-urbano, tal como han sido conceptualizadas y medidas, disminu- yen su volumen y, en consecuencia, desciende su contribución al crecimiento urbano, al de las grandes metrópolis y a la urbanización. Pero las migraciones, particularmente las de tipo urbano-urbano, no sólo se mantienen sino que au- menta su importancia como componente de la dinámica poblacional de mu- chas regiones y, especialmente, de ciudades de tamaño intermedio
Hasta aquí la visión de la movilidad territorial de las personas, que ha si- do parcial porque no se ha prestado atención alguna a otros tipos de movi mientos, como los temporarios y semipermanentes. No hay espacio para tra- tar otras formas de movilidad que varios trabajos han documentado para la re- gión, donde se ha observado una amplia y compleja gama de movimientos te- rritoriales, de personas y familias, vinculados con el proceso de trabajo, que trascienden la tradicional forma de migración rural-urbana o urbana-urbana permanente. Investigaciones recientes sugieren que la movilidad territorial de las personas es un fenómeno con mayor complejidad que la que se suponía ha- ce un par de décadas. El sentido, la intensidad, la composición y el tipo de los flujos migratorios actuales apenas ha sido investigado, sin embargo lo poco que se sabe alcanza para alertar sobre la gran heterogeneidad del fenómeno y su creciente intensidad. 
Una visión integrada de la movilidad territorial significa hoy, entre otras cosas, reconocer que en cada situación hay una mezcla de migración permanente, semipermanente, circular, movimientos cotidianos y otros. Los movimientos territoriales de la población no son fenómenos aislados y por ello es necesario que la investigación ponga mucho más énfasis en el aná- lisis de sus diversas consecuencias para individuos y comunidades, y sus relacio- nes con una amplia gama de procesos sociales. La movilidad de las personas ha sido considerada como un indicador de problemas pero también, y esto a me- nudo queda de lado, constituye un comportamiento que millones de personas han utilizado y seguirán utilizando para encontrar los medios que les permitan mejorar sus condiciones de vida.

lunes, 25 de febrero de 2013

El rol de las migraciones - I

Con las diferencias propias del estadio de la urbanización, el nivel de crecimiento vegetativo y la presencia o no de migraciones internacionales, la migración ha jugado roles distintos y cambiantes en cuanto componente demográfico del crecimiento urbano, del crecimiento de las ciudades y de la urbanización. Sobre la base de las estimaciones del cuadro 10 (parte izquierda) se puede sostener, en términos generales, que la transferencia de población rural-urbana" viene disminuyendo su contribución al crecimiento urbano de la región. En los años cincuenta explicó el 46,4 por ciento del crecimiento urbano regional mientras que en el presente (1990-2000) ha disminuido al 38,4 por ciento. Entre los países se observan valores muy diversos: en la actualidad (1990-2000) variarían entre -7,9 por ciento en México y 51,7 por ciento en Honduras. Los casos de México (-7,9) y Cuba (-5,4) se explican porque el saldo migratorio ur- bano está muy afectado por una importante emigración internacional. El des- censo de la contribución de la migración rural-urbana resulta, en parte, conse- cuencia de la disminución de este tipo de migración dentro del total de los mo- vimientos migratorios que, a su vez, genera el propio avance de la urbanización. 

Cuadro 9 América Latina. Tasas de crecimiento medio anual de la población de la Ciudad Mayor* y del resto urbano**, por país. Decenios del período 1950-2010

domingo, 24 de febrero de 2013

Los cambios de la estructura urbana - III

Cuadro 8: América Latina. Proporción de la población de la Ciudad Mayor* sobre la población urbana y sobre la población total, por país. Años seleccionados, 1950-2000 
Varios autores, entre ellos Geisse y Sabatini (1988), han postulado que el pro- blema de las grandes ciudades no reside tanto en su tamaño sino en su ritmo de crecimiento. En esta perspectiva, los cambios de la estructura urbana obser- vados en el cuadro 8 nada dice en cuanto a la dinámica de las subpoblaciones involucradas, que son, por otra parte, como lo muestra el cuadro 9, muy disímiles entre sí. En la década presente (2000-2010), la población del 'resto urba- no' estaría creciendo más rápidamente que la población de la ciudad mayor en dieciocho países, en otros dos, ambos ritmos de crecimiento serían muy pare- jos y sólo en Haití -el país más rural de la región- la ciudad mayor crecería más rápidamente que el resto urbano. Observamos que las diferencias entre las ta- sas son muy importantes: el resto urbano varía entre 0,6 y 3,7 por ciento mien- tras que las ciudades mayores lo hacen entre 0,2 y 3,5 por ciento (Cuadro 9). Aun así, los niveles de las tasas de la casi totalidad de los países han disminui- do mucho respecto de la década de los años cincuenta. Esta declinación de las tasas de crecimiento poblacional de las grandes metrópolis y del resto urbano no debe ocultar que, en muchos casos, los incre- mentos demográficos absolutos se mantienen en cifras muy altas y continúan presionando sobre la infraestructura y los servicios urbanos, en una época en que éstos están siendo afectados por drásticas disminuciones de los recursos de capital, de los gastos del Estado, etc., lo que, sumado a la disminución del po- der adquisitivo de las poblaciones, plantea problemas de muy difícil solución, (ver cuadro 9).

sábado, 23 de febrero de 2013

Los cambios de la estructura urbana - II

Otros cinco países (Puerto Rico, Bolivia, Nicaragua, Paraguay y Costa Rica) disminuyen su concentración desde 1970 y otros cuatro (Brasil, Colombia, Ecuador y México) lo hacen desde por lo menos una década atrás. En los ocho países restantes (Chile, Guatemala, El Salvador, Haití, Honduras, Panamá, Perú y la República Dominicana) el peso de la ciudad mayor sobre el total urbano aún estaría creciendo, aunque con ritmos muy distintos, y algunas se han estabilizado. 
Del conjunto de los indicadores anteriores puede extraerse una conclusión general para el contexto urbano latinoamericano: la población urbana se está desconcentrando de sus ciudades mayores. Para la región, y unos pocos países se observó desde los años 50 ó 60, pero para la mayoría de los paí- ses (13) es más reciente. Que grandes ciudades de la región disminuyan su predominio urbano no es un hecho tan novedoso y varios autores ya lo percibieron a fines de los años setenta y principios de los ochenta'. Lo que hoy llama la atención es la exten- sión e intensidad del fenómeno. El modo en que se relaciona la actua
l transfor- mación económica con estos cambios es aún tema de debate y la pregunta ¿se está acelerando la disminución del predominio urbano de las ciudades mayores como consecuencia de las recientes transformaciones económicas?, no hay aún respuesta definitiva10. En la parte derecha del cuadro 8 se puede ver que la desconcentración de la población total, desde estas mismas ciudades, tiene aún poca vigencia en la región. Sólo algunos países (Argentina, Uruguay y Venezuela) muestran una disminución clara del peso de la ciudad mayor sobre la población total mien- tras que, en otros pocos países, esta proporción se habría estabilizado (Brasil, Cuba, México v Costa Rica). Vinculando las dos dimensiones de la desconcentración de población desde la ciudad mayor -sobre la población urbana y sobre la población total-, a medida que aumenta el nivel de urbanización, el peso relativo de la población en la ciudad mayor sobre la población total y sobre la población urbana tienden a converger.

viernes, 22 de febrero de 2013

Los cambios de la estructura urbana - I

Este breve análisis de la urbanización latinoamericana quedaría incompleto si no incluyéramos, aunque parcialmente, los cambios experimentados por la estructura (tamaño de ciudades) de la población urbana. A partir de las recientes estimaciones de Naciones Unidas (2000) podemos documentar algunas dimensiones de los procesos de concentración y/o dispersión territorial de las pobla- ciones urbana y total de cada país -y de la región como un todo-, un fenóme- no muy característico de la denominada explosión urbana latinoamericana'. Para la región como un todo, considerando las ciudades de mayor tama- ño (5, 10, 15, 20 y 25), el nivel más alto de la concentración habría sido alcan- zado alrededor del año 1960, como se puede ver en el cuadro 7. Aquella con- centración de la población urbana de la región, en cierto número de ciudades, disminuye, en forma significativa y continua, cualquiera sea la cantidad de ciu- dades consideradas.  

Cuadro 7: América Latina. Porcentaje del total de población urbana residente en las cinco, diez, quince, veinte y veinticinco ciudades más grandes de la región. Años seleccionados, 1950-2000 

Al examinar como indicador de la concentración de la población urbana de la región la proporción de dicha población que reside en las 22 ciudades mayores de los 22 países seleccionados (Cuadro 8) se observa que, para el total de la re- gión, disminuye en forma continua desde 1950 hasta el presente con un des- censo que va de 28,7 a 24,6 por ciento; su comportamiento muestra la descon- centración de la población urbana. Del análisis de la proporción urbana que representa la ciudad mayor de cada uno de los veintidós países analizados (Cuadro 8) se puede ver que el re- ferido descenso para el total regional es muy heterogéneo entre los países. En sólo cuatro de ellos (Argentina, Cuba, Uruguay y Venezuela), la concentración de población urbana en la ciudad mayor disminuye (como la región) desde por

miércoles, 20 de febrero de 2013

La diversidad de la urbanización latinoamericana - VIII

Por ello, sólo mostramos un ejemplo de los diferentes procesos que tuvieron lu- gar, eligiendo dos países que hoy comparten un nivel muy alto de urbanización, y la región como un todo. Venezuela y Uruguay comparten un nivel de urbani- zación muy alto (87 y 91 por ciento, respectivamente, en el año 2000) y una misma tasa de urbanización (0,3 por ciento entre 1990-2000), pero sus ritmos actuales de crecimiento urbano son muy distintos, al punto que Venezuela du- plicaría su población urbana en 29 años mientras que Uruguay requeriría 70 años. Se trata de dos países que hoy experimentan dinámicas urbanas muy di- ferentes y, por lo tanto, presentan implicaciones sociales y económicas también muy distintas. La región, con menor ritmo de crecimiento urbano que Vene- zuela se urbaniza más rápidamente (0,6 por ciento) que ambos. Las diversas historias demográficas que Venezuela, Uruguay y la región como un todo tuvieron antes de 1950 quedaron plasmadas en las diferentes posiciones que muestran al inicio de sus respectivas curvas por nivel de urba- nización (Gráfico 6, parte B). Uruguay, partiendo desde un nivel de urbaniza- ción de 78 por ciento en 1950 sólo aumentó 13 puntos (91 por ciento en 2000), mientras que Venezuela en esos mismos 50 años recorrió un proceso de urbanización que elevó su nivel del 47 al 87 por ciento. La región, iniciando el proceso desde un nivel menor que Venezuela (41,4 y 47 por ciento), en esos 50 años recorrió un 'trayecto' menor, ya que pasó de 41,4 a 75,4 por ciento. Sintetizando, Uruguay, Venezuela y la América Latina convergieron sus niveles y tempos (distancia entre las dos tasas) de urbanización a lo largo del último medio siglo, pero aún siguen siendo muy diferentes en cuanto a sus ritmos de crecimiento demográfico total y urbano.

martes, 19 de febrero de 2013

La diversidad de la urbanización latinoamericana - VII

Junto al nivel actual de urbanización de los países de la región, en el cuadro 6 se puede observar la tasa de crecimiento de la población total y sus componen- tes vegetativo y migratorio para el quinquenio 1995-2000. Todos los países, ex- cepto Argentina y Costa Rica, presentan saldos migratorios internacionales ne- gativos. América Latina pasa de ser una región con importante saldo migrato- rio internacional positivo, a ser una región de saldo negativo (Lattes y Recchi- ni de Lattes 1994). Si la emigración resultante afecta diferencialmente a las po- blaciones urbanas y rurales, de hecho estará afectando a la dinámica de la urba- nización. Por otro lado, se espera una correlación negativa entre la disminución de la tasa de crecimiento vegetativo y el proceso de urbanización. Esto, porque la urbanización se considera como uno de los procesos de cambio social que contribuye a la disminución del nivel de la fecundidad y, consecuentemente, del crecimiento demográfico. 
El diagrama (Gráfico 5) presenta la regresión sim- ple entre los niveles de urbanización y las tasas de crecimiento vegetativo de la población total de los 22 países seleccionados que, como se ve, arroja una apre- ciable relación lineal negativa (coeficiente de correlación lineal r = -0,64). El diagrama muestra un par de países alejados de la recta (sin ellos el coeficiente ascendería a -0,74) y es de interés comentarlos. Uno es Venezuela, uno de los países más urbanizados de la región, que estaría mostrando una tasa de creci- miento vegetativo muy elevada en relación con su nivel de urbanización. El otro caso es Haití que, contrariamente a Venezuela, estaría mostrando una tasa de crecimiento vegetativo más baja que la que se podría esperar dado su nivel de urbanización (el más bajo de la región). (Ver gráfico 5). Como se trata de la observación de 22 países a lo largo de medio siglo, con estadios de urbanización y de transición demográfica8 muy diferentes en el mo- mento inicial de la observación (1950) y que experimentaron procesos de urba- nización y transiciones demográficas (entre 1950 y 2000) de muy distinta se- cuencia e intensidad, la variedad de combinaciones de niveles y procesos resul- tante es muy amplia y su análisis excede en mucho el espacio de este trabajo.

lunes, 18 de febrero de 2013

La diversidad de la urbanización latinoamericana - VI

Cuadro 6: Niveles de Urbanización en 2000 y tasas de crecimiento vegetativo, migratorio, total urbano, por país, América Latina, 1995-2000

sábado, 16 de febrero de 2013

La diversidad de la urbanización latinoamericana - IV

Gráfico 4: Grupos de países según nivel de Urbanización, América Latina, 1950-2030

viernes, 15 de febrero de 2013

La diversidad de la urbanización latinoamericana - III

Si se reemplaza el criterio geográfico por el agrupamiento de países homogé- neos en cuanto a su nivel de su urbanización en el año 2000, se encuentra la conformación de los cinco grupos que se muestran en el gráfico 4. Se puede ob- servar con claridad la doble convergencia ocurrida, una entre los grupos y la otra en el interior de los mismos, entre los años 1950 y 2000 y, también, cómo sería la tendencia en las tres próximas décadas. Por otra parte, se pueden ver al- gunos comportamientos ya destacados como el de dos países con muy rápida urbanización (Brasil y República Dominicana) y otros dos de urbanización muy lenta (El Salvador y Guatemala). Transcurridos más de cincuenta años desde aquella tasa máxima de creci- miento urbano de América Latina de los años 1940 (5,1 por ciento) la misma se redujo a poco menos de la mitad de su nivel en el presente (2,2 por ciento en 1990-2000); a la vez, se destaca que en este mismo medio siglo (1950 a 2000) la población urbana de la región pasó de 69 a 390 millones de personas. La importante caída de la tasa de crecimiento urbano estuvo liderada por siete de los diez países más urbanizados: Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Perú, Vene- zuela y México (véase Cuadro 5), pero aún dos países (Bolivia y Paraguay) muestran tasas de crecimiento urbano que, si bien ya descendentes, son más al- tas que las que mostraran hace 50 años. Estrechamente relacionado con la dis- minución de las tasas de crecimiento de las poblaciones urbanas y totales de los países de la región, ha venido disminuyendo —y convergiendo entre los países- la tasa de urbanización (Cuadro 5, 2o panel).

jueves, 14 de febrero de 2013

La diversidad de la urbanización latinoamericana - II

Si se agrupan los 22 países en seis subregiones geográficas y se ordenan a éstas por su nivel de urbanización actual (Cuadro 4) se puede ver que Améri- ca Central es la única subregión que aún muestra predominio de población ru- ral (nivel de urbanización del 47,8 por ciento). El Caribe (61,8 por ciento), con un nivel medio de urbanización, se caracteriza, además, por una gran di- ferencia interna: Cuba (75,3 por ciento) en un extremo y Haití (35,7) en el otro. México y la subregión Andina con promedios altos, incluyendo esta su- bregión países con marcadas diferencias de nivel: por un lado Ecuador (65,3 por ciento) y por el otro Venezuela (86,9 por ciento). Brasil, el país de mayor tamaño, también alcanza niveles altos de urbanización y, por último, el Cono Sur relativamente homogéneo en tres países (Uruguay, Argentina y Chile) y con un país muy desigual (Paraguay), aparece como la subregión más urbani- zada de América Latina (85,9 por ciento) en el presente. El gráfico 3 muestra que las diferencias en el nivel de urbanización de las seis subregiones geográfi- cas disminuirán en el futuro y que las estimaciones para el año 2030 las ubi- can en un rango de niveles de urbanización que va de 63 a 90 por ciento. (Ver gráfico N° 3.)

miércoles, 13 de febrero de 2013

La diversidad de la urbanización latinoamericana - I

Niveles y tendencias de la urbanización Si se observan los niveles y tendencias de la urbanización entre los países de la re- gión6 (Cuadro 3) emerge de inmediato una gran diversidad de situaciones, difícil de sintetizar con unos pocos indicadores. Esta notable diferencia entre las modali- dades de la urbanización de los países de la región, además de ser una de sus pecu- liaridades, es una expresión del desigual grado de desarrollo existente en la misma. El Cuadro 3 permite destacar algunas características salientes de los cam- bios observados, como la importancia y la extensión de la urbanización ocurri- da entre 1950 y 2000. Si en 1950 sólo en tres países (Uruguay, Argentina y Chile) más del 50 por ciento de su población residía en áreas urbanas, en la ac- tualidad dieciocho países comparten esa situación. Algunos países cambiaron drásticamente su posición en la escala de niveles de urbanización entre 1950 y el presente: por ejemplo, Brasil pasó de la undécima a la quinta posición, y la República Dominicana, uno de los tres países menos urbanizados en 1950, se ubica hoy en la duodécima posición. Un caso opuesto a los anteriores fue el de El Salvador que, con el menor aumento relativo de su nivel de urbanización, retrocedió desde la décima posición hasta convertirse en uno de los tres países menos urbanizados de la región. Desde mediados de siglo Haití, Honduras y Guatemala persistieron entre los menos urbanizados, tal como Uruguay, Argen- tina y Chile entre los más urbanizados. 
Cuadro 3: Nivel de urbanización por país, América Latina, años seleccionados 1950-2030
La alta concentración de población en un número reducido de países y la aso- ciación positiva que se observa entre tamaño de población y nivel de urbani- zación hacen que las tendencias observadas para la región sean, en gran me- dida, las tendencias de un grupo reducido de países. Unas pocas cifras bastan para mostrarlo: en la actualidad más del 80 por ciento de la población total y más del 85 por ciento de la población urbana de América Latina se encuen- tra en los ocho países (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú y Venezuela) de mayor tamaño que, a su vez, junto con Uruguay y Puer to Rico son los diez más urbanizados de la región. En parte, esto es resultado de la gran inmigración externa recibida7 por estos países, la que no solamen- te fue un importante factor del crecimiento de las poblaciones nacionales si- no que, en mayor medida, lo fue del crecimiento de las poblaciones urbanas. (Ver cuadro N° 4.)

domingo, 10 de febrero de 2013

América Latina en el contexto mundial - III

La notable caída de las tasas de crecimiento urbano y de urbanización de Amé- rica Latina no debe eclipsar otra dimensión relevante del crecimiento urbano: en valores absolutos, el incremento de la población urbana continua aumentan- do y, recién en la década 2000-2010, empezará a disminuir lentamente. 
Gráfico 2: Crecimiento medio anual de las poblaciones total y urbana, regiones seleccionadas, 1925-2025 1925-2025

sábado, 9 de febrero de 2013

América Latina en el contexto mundial - III

El mayor ritmo de crecimiento decenal de la población urbana de América Latina (5,1 por ciento) fue alcanzado en la década de los años 40, una tasa que es la máxima que se haya observado entre las grandes regiones, en una década cualquiera"1. Otra dimensión subyacente a estos rápidos ritmos de crecimiento demográfico ha sido la transferencia neta de población entre las áreas rural y urbana5: para el medio siglo 1925-1975, ella alcanzó a 117 millones de personas. El gráfico 2 agrega una imagen del particular caso de la urbanización latinoamericana frente al mundo y otras grandes regiones seleccionadas. 
Cuadro 2: Tasas de crecimiento medio anual de las poblaciones total y urbana, y tasa de urbanización. Grandes Regiones del mundo. Períodos seleccionados, 1925-2025 (Porcentajes)

viernes, 8 de febrero de 2013

América Latina en el contexto mundial - II

La cercanía de los niveles de urbanización de América Latina y las regiones más desarrolladas no debe confundir en cuanto a que otras transformaciones socia- les y económicas propias del desarrollo también sean similares. Un informe re- ciente (CEPAL 2000) dice que el número absoluto de personas pobres sigue aumentando, particularmente en las áreas urbanas de la región, donde pasó de 122 millones en 1990 a 130 millones en 1999. En sólo tres décadas, la pobre- za de la región se convirtió en un problema urbano: en 1970 el 37 por ciento de los pobres eran residentes urbanos; hacia fines de los años ochenta esa pro- porción se había elevado al 57 por ciento y en 1999 llegó al 62 por ciento. 
Gráfico 1: Nivel de Urbanización de regiones seleccionadas, 1925-2025
La rápida urbanización de América Latina tuvo lugar en un contexto demográfico de crecimiento muy rápido al que, sin duda, estuvo estrechamente relacionada. Del cuadro 2 se puede extraer, para el primer medio siglo analizado (1925-1975), dos características destacadas del proceso latinoamericano: el ritmo de crecimiento de su población total fue el más alto entre las grandes regiones, y el ritmo de crecimiento de su población urbana fue el segundo más alto, apenas superado por África, que tenía un nivel de urbanización muy inferior

jueves, 7 de febrero de 2013

América Latina en el contexto mundial - I

Al cabo del primer cuarto del siglo XX, la urbanización de América Latina se ubicaba entre los niveles de las regiones más y menos desarrolladas del mundo (Cuadro 1) pero durante el medio siglo siguiente (1925-1975) el nivel de urbanización de América Latina se aceleró de manera tan notable que se aproximó mucho al de las regiones más desarrolladas (Gráfico 1). En otras palabras, la urbanización de América Latina se inició después que en el mundo más desarrollado y precedió, por mucho, a la urbanización de África y Asia. En la actualidad, América Latina muestra un nivel de urbanización del 75,3 por cien- to, cercano al del conjunto de las regiones más desarrolladas; hacia el año 2025 sus niveles serán prácticamente iguales, mientras que Asia y África apenas habrán superado el 50 por ciento, un nivel que América Latina había alcanzado a fines de la década de los años 1950.

Cuadro 1: Nivel de Urbanización de grandes regiones del mundo, años seleccionados 1925-2025 (Porcentajes)

miércoles, 6 de febrero de 2013

Población urbana y urbanización en América Latina

Como un telón de fondo a la discusión que se desarrolla en las Jomadas', este trabajo2 presenta las características demográficas más salientes del crecimiento y la redistribución rural-urbana de la población de América Latina. El mismo se inicia con una comparación de las tendencias pasadas y proyecciones futuras de la urbanización en las grandes regiones del mundo a lo largo del período 1925-2025- Continúa con el análisis de la diversidad de los procesos de urbanización de los países de América Latina durante el período 1950-2000 y, finalmente, se incluye un breve resumen del papel jugado por las migraciones en el crecimiento urbano y en la urbanización. 
El concepto de urbanización utilizado se restringe a sus dimensiones demográficas, es decir, la urbanización de la población de un país resulta de la interacción de variables demográficas que producen aumentos en la proporción de personas residentes en áreas urbanas o, simplemente, un aumento del nivel o grado de la urbanización. La población urbana de cada país resulta de las definiciones nacionales que, como es bien conocido, distan mucho de ser homogéneas'.

lunes, 4 de febrero de 2013

Algunas reflexiones para la definición de una estrategia de intervención en la ciudad histórica - VIII

14. La difusión de las acciones de recuperación debe, así mismo, desempeñar un papel de importancia en la estrategia que se diseñe. No se trata sólo de transmitir a la opinión pública lo que se está haciendo, con objeto de crear un estado de opinión favorable, sino que también la transparencia es con- dición ineludible de la credibilidad y de la confianza y por ello ayuda a ci- mentar el consenso. Los conflictos que siempre acompañan a todo proce- so de cambio pueden encontrar un adecuado marco de resolución en el debate que suele propiciar la difusión. En sentido similar el establecimiento de redes permanentes de intercam- bio de información y de experiencias entre organismos y ciudades que de- sarrollen operaciones de recuperación de centros históricos, es siempre muy recomendable. La creación de redes de ciudades en las que se desa rrollen procesos similares, es una iniciativa de particular interés por cuan- to pueden suministrar un foro de referencia permanente para el debate, la puesta en común y con frecuencia ayuda al diseño de estrategias de inter- vención, aun cuando las fórmulas concretas (las acciones) deban ser defi- nidas a la luz de las circunstancias locales. Es ésta una cuestión del mayor interés además por cuanto el protagonis- mo más intenso en el diseño y ejecución de estas estrategias de recupera- ción debe comprender a la administración local, es decir al gobierno de las ciudades, cuya experiencia debe ser difundida y contrastada.

domingo, 3 de febrero de 2013

Algunas reflexiones para la definición de una estrategia de intervención en la ciudad histórica - VII

12. El aspecto de la gestión es, como demuestran las experiencias hasta ahora desarrolladas, un elemento crucial para el desarrollo de una estrategia de intervención (recuperación) en la ciudad histórica. Por tal hay que enten- der la capacidad de dirigir, gobernar, la aplicación de los procesos y las ac- ciones que se diseñen, con un grado de autonomía suficiente para garan- tizar el cumplimiento eficaz de los objetivos. Autonomía referida a la to- ma de decisiones que se generan en el proceso de intervención, y al ma- nejo de los recursos de todo tipo, incluidos los económicos. La autonomía en la gestión no excluye, como es lógico, el establecimiento de los meca- nismos de control y seguimiento por parte de las instancias políticas y ad- ministrativas. Se refiere a la gestión de carácter técnico, procedimental y económico.
La recomendación que se suele hacer en estos casos apunta a la convenien- cia de disponer, si es necesario creándola, de una unidad o departamento (tipo empresa pública, fundación o similar) encargado de la ejecución de las actuaciones en el ámbito de la intervención. Un organismo que tenga atribuidas las competencias relativas a la planificación y ejecución de las acciones, negociación con los sectores implicados en las operaciones, etc.

13. En el marco de la definición de la estrategia de intervención (el plan o programas) y en la gestión posterior (su aplicación) puede resultar de gran utilidad contar con el auxilio de las organizaciones no gubernamentales, cuyos objetivos sean la mejora de la calidad de vida de la población desti- nataria (alojamiento, educación, sanidad, cultural, asistencia social, etc.). Este apoyo es muy conveniente por el conocimiento de la problemática real que estas instituciones suelen poseer y también por su carácter de ins- tancias de intermediación, lo que es siempre beneficioso a efectos de la práctica del consenso, y de gestión, lo que puede resultar de eficacia para la ejecución de los programas.

sábado, 2 de febrero de 2013

Algunas reflexiones para la definición de una estrategia de intervención en la ciudad histórica - VI

La participación de la población no es sólo un útil retruécano. De- berían ser creados cauces no ya para la participación en la información, sino también y como objetivo último, la participación-com- promiso, o participación en la decisión. El compromiso de la pobla- ción destinataria es siempre una garantía de eficacia en el resultado de las acciones que se emprendan. Además, es condición básica del consenso, que ya se identificó más arriba como principio en el cam- po de las decisiones. Consenso quiere decir, también, acuerdo con la población. Siempre es necesario diseñar programas de actuación en los que la población afectada ejecute o gestione algún tipo de accio- nes (piénsese por ejemplo en programas de rehabilitación ligera o mejoramiento de vivienda, que pueden ser gestionados por los pro- pios usuarios). Pero la ciudad necesita de una participación activa de la sociedad ci- vil en su sentido más amplio, en consecuencia la participación debe- ría también ser extendida a otras instancias sociales representativas en el campo de la creación y transmisión del saber. Por ejemplo, la uni- versidad a través de las facultades de arquitecta, ingeniería, sociolo- gía, trabajo social, bellas artes. La presencia de la institución univer- sitaria puede contribuir poderosamente a asegurar el rigor y la actua- lidad en el debate y la conceptualización de las soluciones. Además de la institución universitaria suelen existir otro tipo de ins- tancias de carácter más gremial (colegios profesionales, sindicatos) y así mismo algún tipo de organizaciones o personalidades vinculadas al campo del arte y la cultura, cuya colaboración es, también, muy oportuna. tn lineas generales y considerando la complejidad y el elevado coste económico que encierran este tipo de operaciones, suele resultar con- veniente la incorporación a las intervenciones del mayor número po- sible de recursos (entendiendo éstos como medio para la acción y no sólo como medio económico). Tales como la capacidad de trabajo, las habilidades de la población, el patrimonio edificable disponible, el ahorro privado, la experiencia de gestión, etc. Esto lleva de nuevo al tema del consenso y de la participación de la población, que es el marco en el que hay que definir, en buena medida, el esquema de re- cursos a aplicar.

viernes, 1 de febrero de 2013

Algunas reflexiones para la definición de una estrategia de intervención en la ciudad histórica - V

10. La estrategia de intervención es conveniente que vaya acompañada de un esquema temporal de desarrollo de las acciones. Debe pensarse que este ti- po de intervenciones por la complejidad de las acciones, por la escala, por los recursos puesto en carga, etc., tienen horizontes a medio y largo pla- zo. Intervenir en un sector de la ciudad histórica generando procesos de cambio y de consolidación con efectos duraderos sobre las condiciones patrimoniales, de vida, funcionales, exige periodos de tiempo de tipo me- dio o largo, aun cuando la planificación en el corto plazo deba también ser contemplada. Con frecuencia deben pasar plazos de tiempo del orden de diez o doce años para que se perciba un cambio general en las condi- ciones iniciales.
11. Respecto al contenido de la estrategia de la intervención pueden efectuar- se algunas observaciones que podrían tener un carácter redundante res- pecto a lo ya dicho: integración, globalidad y diversidad. No obstante al- gunos aspectos no deberían ser olvidados. Así, la necesidad de incluir en el diseño la consideración de los aspec- tos sociales de la intervención, referidos a las necesidades de la pobla- ción destinataria en el campo del alojamiento, los servicios, el equi- pamiento, el espacio público, el empleo (su creación). Dentro del conjunto de acciones programables las actuaciones en materia de política de vivienda, dirigidas a la rehabilitación de in- muebles para el uso residencial, o la construcción de nueva planta en terrenos vacantes, demuestra ser una práctica muy útil, con efectos multiplicadores sobre otros aspectos, asegurando la creación de un espacio vivido, socialmente diversificado, favorecedor de la convi- vencia, importante condición para la recuperación urbana, especial- mente útil cuando se procura huir de una 'especialización social ex- cesiva'. Las actuaciones de vivienda deben procurar favorecer la hete- rogeneidad social, con la garantía siempre de la permanencia de sec- tores populares en el centro histórico. La política de vivienda ofrece también la ventaja de hacer posible la repoblación de muchos cen- tros históricos despoblados por causa de la ruina física, la degrada- ción social, la excesiva especialización funcional, etc. Es así mismo un útil instrumento para afrontar la tugurización, fenómeno que también afecta, con frecuencia, a los centros históricos.