sábado, 17 de marzo de 2012

LA TEORÍA DE LA PERMANENCIA Y LOS MONUMENTOS. (IV)

La forma de la ciudad siempre es la forma de un tiempo de la ciudad; y hay muchos tiempos en la forma de la ciudad. En el mismo curso de la vida de un hombre la ciudad cambia de rostro a su alrededor, las referencias no son las mismas; Baudelaire escribió: «Le vieux Paris n’est plus; la forme d’une ville change plus vite, hélas, que le coeur d’un mortel».
Contemplamos como increiblemente viejas las casas de nuestra infancia; y la ciudad que cambia cancela a menudo nuestros recuerdos.
Las consideraciones hechas hasta aquí nos permiten intentar un tipo de lectura de la ciudad.
Vemos la ciudad como una arquitectura de la que destacamos varios componentes, principalmente la residencia y los elementos primarios. Este es el planteamiento que desarrollaré en las páginas siguientes partiendo del concepto de área-estudio.
Admitimos que la residencia constituye la parte mayor de la superficie urbana y que presentando ésta raramente caracteres de permanencia será estudiada en su evolución o juntamente con el área sobre la cual se encuentra; así, hablaré también de área-residencia.
Reconocemos en cambio a los elementos primarios un carácter decisivo en la formación y en la constitución de la ciudad.
Este carácter decisivo puede ser advertido también, y a menudo, por su carácter permanente. Entre los elementos primarios tienen particular papel los monumentos.
Intentaremos a continuación ver qué parte tienen efectivamente estos elementos primarios en la estructura de los hechos urbanos y por qué motivos los hechos urbanos pueden ser considerados como obra de arte o, al menos, cómo la estructura general de la ciudad es semejante a una obra de arte. El análisis que hemos realizado precedentemente de algunos autores y de algunos hechos urbanos nos ha conducido a reconocer esta constitución general de la ciudad y los motivos de su arquitectura.
Nada hay de nuevo en todo ello, y me he valido de las contribuciones más diferentes para proceder a la formación de una teoría de los hechos urbanos que corresponda a la realidad. Por ello considero algunos de los temas discutidos aquí, como los de la función, de la permanencia, de la clasificación y de la tipología, como particularmente significativos.
Sé que todos estos temas merecerían un desarrollo particular; pero aquí me urge delinear sobre todo el esquema de la arquitectura de la ciudad y afrontar algunos problemas de su constitución total.

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