viernes, 17 de agosto de 2012

El método histórico


El  método  histórico  parece  ser  capaz  de  ofrecernos  la  verificación  más  segura  de cualquier hipótesis sobre la ciudad; la ciudad es por sí misma depositaria de historia.

En esta investigacion hemos visto el método histórico desde dos diferentes puntos de vista;  el  primero  se  refiere  al  estudio  de  la  ciudad  como  un  hecho  material,  una manufactura,  cuya  construcción  ha  acontecido  en  el  tiempo,  y  del  tiempo  tiene  las huellas  aunque  sea  de  modo  discontinuo.  Desde  este  punto  de  vista  el  estudio  de  la ciudad nos ofrece resultados de gran importancia: la  arqueología,  la  historia  de  la  arquitectura,  las  mismas  historias  municipales  nos ofrecen una documentación muy amplia.

Las ciudades son el texto de esta historia; nadie puede imaginarse seriamente estudiar los fenómenos urbanos sin plantearse este problema, y éste es quizás el único método positivo  porque  las  ciudades  se  ofrecen  a  nosotros  a  través  de  hechos  urbanos determinados  en  los  que  el  elemento  hisrico  es  preeminente.  En  el  curso  de  este estudio  me  he  ocupado  continuamente  de  esta  cuestión  y  ella  constituye  en  parte  su base; ha sido desarrollada con la consideración y la crítica de las teorías de Poéte y de Lavedan y, por lo tanto, de la teoría de las permanencias.

El segundo punto de vista se refiere a la historia como estudio del fundamento mismo de los hechos urbanos, y de su estructura. Este es el complemento del otro, y se refiere directamente no sólo a la estructura material de la ciudad, sino también a la idea que tenemos de la ciudad como síntesis de una serie de valores; se refiere a la imaginación colectiva.  Es  evidente  que  la  primera  y  la  segunda  cuestiones  están  estrechamente relacionadas hasta confundirse en sus resultados.

Atenas, Roma, Constantinopla, París constituyen ideas de ciudad que van más allá de su forma física, más allá de su permanencia; en este sentido podemos hablar de ciudades de las que permanecen poquisimos signos.

En  esta  sección  y  en  la  siguiente  desarrollaré  dos  tesis  que  se  refieren  a  la  segunda cuestión  tal  como  ha  sido  considerada.  Ambas  tesis  sostienen  la  continuidad  de  los hechos urbanos y que esta continuidad es investigada en los estratos profundos en los que se entrevén ciertos caracteres fundamentales que son comunes a toda la dinámica urbana.  Tomemos  otra  vez  los  escritos  de  Carlo  Cattaneo;  es  significativo  que  Carlo Cattaneo, de formación positivista, en su estudio sobre la evolución civil de las ciudades consideradas como fundamento de las historias italianas encuentre en ellas un principio indefinible en términos que no estén ligados a su misma historia.

En las ciudades encuentra «{ . . .} aquellos términos inmóviles de una geografía anterior a los romanos que permaneció adherida a los muros de los municipios».

En las descripciones de las vicisitudes de la ciudad de Milán en la época posterior al Imperio  explica  ciertas  características  de  preeminencia  de  la  ciudad  respecto  de  los demás centros lombardos; preeminencia que no estaba justificada ni por la dimensión, ni por la mayor riqueza, ni por causas demográficas, ni por otros factores observables corno un hecho intrínseco a la naturaleza de la ciudad; casi una característica tipológica de orden no verificable. «Esta preeminencia era innata en la ciudad; era la realización de una  grandeza  anterior  a  la  sede  ambrosiana,  anterior  al  papado,  al  Imperio,  a  la conquista  romana;  Mediolanum  Gallorum  Caput Pero  este  principio  de  orden  casi místico llega a ser después el principio de la historia urbana cuando se resuelve como permanencia de civilización: «La permanencia del municipio es otro hecho fundamental y casi común a todas las historias italianas».

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