viernes, 7 de septiembre de 2012

Part XIII


En los párrafos precedentes habíamos indicado algunas deformaciones en el estudio de la  ciudad,  la  importancia  del  desarrollo  de  la  industria  vista  de  modo  genérico  y convencional  respecto  de  la  dinámica  real  de  los  hechos  urbanos,  la  abstracción  de algunos  problemas  del  contexto  de  la  ciudad,  la  confusión  que  algunas  actitudes moralistas  han  introducido  en  el  estudio  impidiendo  la  formación  de  un  habitus científico en la constitución de los hechos urbanos.

El que muchos de estos equívocos y prejuicios no hayan rebasado un ámbito al fin y al cabo  limitado  y  no  se  hayan  constituido  claramente  en  forma  sistemática  —cosa  que parece difícil— son fuente de muchos equívocos y conviene considerarlos en alguno de sus aspectos.

Intentaré exponer aquí sintéticamente estas opiniones que se constituyen sumariamente para  explicar  la  génesis  de  la  ciudad  moderna;  sucede  encontrar  exposiciones  de  este tipo como premisas a estudios técnicos y sectoriales.

En  primer  lugar,  esta  visión  se  inserta  en  la  problematicidad  del  término  ciudad  hoy; esta problematicidad se sostiene, nace esencialmente del fin de la homogeneidad física y política que se siguió al surgimiento de la industria. La industria, fuente de todo mal de todo bien, llega a ser la auténtica protagonista de la transformación de la ciudad. El cambio se distingue históricamente en tres fases.

En un primer momento, y de aquí el origen de la transformación de la ciudad, se puede señalar en la destrucción de la estructura fundamental de la ciudad medieval que estaba basada en la absoluta identidad del lugar de trabajo y de la vivienda dentro del mismo edificio.  Empieza  así  el  fin  de  la  economía  doméstica  entendida  como  unidad  de producción  y  de  consumo.  La  destrucción  de  esta  forma  básica  de  vida  de  la  ciudad medieval conduce a una serie de reacciones cuyas últimas manifestaciones medirían de lleno en la ciudad del futuro.

Al  mismo  tiempo  surgen  las  casas  de  los  trabajadores,  las  viviendas  de  obreros,  las casas de alquiler; surgiría sólo aquí el problema de la vivienda como problema urbano y social.  Signo  definitivo  de  esta  fase  en  términos  espaciales  es  la  ampliación  de  la superficie urbana, mientras que residencia y puesto de trabajo están poco subdivididos en la ciudad.

El   segundo   tiempo,   decisivo,   se   iniciarí con   la   progresiva   industrialización, provocando la separación definitiva entre residencia y trabajo y destruyendo la relación de vecindad.

La aparición de los primeros medios de trabajo colectivo permite escoger una vivienda que no esté en la inmediata proxímidad del lugar de trabajo.

Paralela a esta evolución se puede considerar la separación entre los lugares de trabajo que   producen   mercancías    los   que   no   producen   mercancías.   Producción   y administración se separan; se inicia la división del trabajo en su sentido más preciso. Es de  esta  división  de  los  lugares  de  trabajo  de  la  que  se  originaría  la  city,  creando interdependencias precisas entre los oficios que tienen entre necesidades de contacto cada  vez  mayores.  La  administración  central  de  un  complejo  industrial,  por  ejemplo, busca la proximidad de los bancos, de la administración, de los seguros, más que la del lugar de producción. En el primer momento esta concentración se produce en el centro de la ciudad donde las superficies son suficientes.

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