En los párrafos precedentes habíamos indicado algunas
deformaciones en el estudio de la ciudad, la importancia del desarrollo de la industria vista
de
modo genérico y convencional respecto
de
la
dinámica
real
de
los
hechos
urbanos,
la
abstracción
de
algunos problemas
del
contexto
de
la
ciudad, la confusión que algunas
actitudes moralistas han introducido
en
el
estudio
impidiendo
la
formación de un habitus científico en la constitución de los hechos urbanos.
El que muchos de estos equívocos y prejuicios no hayan rebasado un ámbito al fin y al
cabo limitado
y
no
se
hayan
constituido
claramente en forma
sistemática
—cosa que parece difícil— son fuente de muchos equívocos
y conviene considerarlos en alguno de
sus aspectos.
Intentaré exponer aquí sintéticamente estas opiniones que se constituyen sumariamente
para explicar la génesis
de
la
ciudad
moderna; sucede encontrar exposiciones de este
tipo como premisas a estudios técnicos y sectoriales.
En primer
lugar,
esta
visión
se
inserta en la problematicidad del término
ciudad
hoy;
esta problematicidad se sostiene, nace
esencialmente del fin de la homogeneidad
física y política que se siguió al surgimiento de la industria.
La industria, fuente de todo mal y de todo bien, llega a ser la auténtica
protagonista de la transformación de la ciudad.
El cambio se distingue
históricamente en tres fases.
En un primer momento, y de aquí el origen de la transformación de la ciudad, se puede
señalar en la destrucción de la estructura
fundamental de la ciudad medieval que estaba
basada en la absoluta identidad del lugar de trabajo y de la vivienda dentro del mismo edificio. Empieza así el fin de la economía doméstica
entendida
como unidad de producción y de consumo.
La
destrucción
de
esta
forma básica de vida
de
la
ciudad
medieval conduce a una serie de reacciones cuyas últimas manifestaciones medirían de lleno en la ciudad del futuro.
Al mismo
tiempo surgen las casas
de
los
trabajadores, las viviendas
de
obreros,
las
casas de alquiler; surgiría sólo aquí el problema de la vivienda como problema urbano y
social. Signo definitivo de esta fase en términos
espaciales
es
la
ampliación de la superficie urbana, mientras que residencia y puesto de trabajo están poco subdivididos en la ciudad.
El segundo
tiempo, decisivo, se
iniciaría con la
progresiva industrialización, provocando la separación definitiva
entre residencia y trabajo y destruyendo la relación de vecindad.
La aparición
de los primeros medios de trabajo colectivo permite escoger una vivienda que no esté en la inmediata proxímidad del lugar de trabajo.
Paralela a esta evolución se puede considerar
la separación entre los lugares de trabajo
que producen mercancías y
los
que
no
producen mercancías. Producción y administración se separan; se inicia la división del trabajo en su sentido más preciso. Es de esta división
de los lugares
de trabajo de la
que se originaría
la city, creando interdependencias
precisas entre los oficios que tienen entre sí necesidades de contacto cada vez
mayores.
La
administración
central
de
un
complejo industrial, por ejemplo, busca la proximidad de los bancos, de la administración, de los seguros,
más que la del lugar
de producción. En el primer momento esta concentración se produce en el centro de la ciudad donde
las superficies son suficientes.
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