viernes, 21 de mayo de 2010

Ferias y pabellones: ecosistemas culturales (I)

Las exposiciones se pueden entender como vectores sociales y culturales que trazan los caminos a seguir por los nuevos tiempos. Son reducidos ecosistemas culturales, son un modelo comprimido que interpreta las características de los diferentes pueblos y el nuevo espíritu vanguardista que avanza en una doble dirección, que va de lo individual a lo colectivo y de lo universal a lo particular, produciéndose un intercambio multicultural que constituye y define, en gran parte, la modernidad.
Desde la forma arquitectónica, la concepción espacial en función del material a exponer y la condición efímera del montaje confieren a las exposiciones una intensidad suplementaria en la búsqueda de la mejor solución arquitectónica que sea capaz de transmitir, en un condensado espacio físico
y temporal, el contenido cultural de aquella sociedad a la que representa. Los
creadores de los pabellones (arquitectos o ingenieros en su mayoría), ayudados por la condición efímera (transgredida, afortunadamente, en algunos casos) pudieron experimentar con estas obras nuevos instrumentos de interpretación que después trasladarían y enriquecerían el resto de sus creaciones.
Hay que insistir en el hecho de que nosotros atribuimos a los pabellones
y ferias de Alvar Aalto un gran valor cultural y, por si surgiesen dudas sobre este atributo (dada su condición efímera o debido a que su construcción se realiza fuera de su contexto físico y con ausencia de trazas históricas) y esto diera pie a considerarlas como obras menores, queremos remarcar que es precisamente por esas específicas carencias previas, por lo que las obras adquieren muchísimo más valor, al dotarse a sí mismas de todos aquellos contenidos necesarios para representar e interpretar adecuadamente la cultura
y el contexto. Los materiales y la forma arquitectónica son los encargados de
transmitir al espectador las categorías inherentes a las intenciones del arquitecto. Si utilizamos el concepto aristotélico de mímesis, podremos atribuir a
los pabellones que realizó Alvar Aalto la característica de miméticos en su condición de transmisores entre la necesidad social del espacio construido como lugar de identidad colectiva, culturalmente propio, y la realidad construida en la que el hombre experimenta y da forma física a los contenidos poéticos que la obra es capaz de interpretar y, por consiguiente, de contener.

Mímesis que no hay que entender, pues, como pasiva imitación o reduplicación de un objeto, sino como la activa conexión de una trama estructural
(en arquitectura: la construcción) y una trama
psicosocial (en arquitectura: el habitar); como la poética transformación de lo físico en significativo, de un objeto en imagen.
( X. Rubert de Ventós / prólogo al libro Poética y arquitectura de Josep Muntañola, p.8 )

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