sábado, 8 de enero de 2011

Podio para actuaciones musicales Seinäjoki. 1924 (III)

Antes de abandonar la década de los veinte y adentrarnos en el paréntesis funcionalista que experimentó Aalto junto a Bryggman durante su estancia en Turku, deberíamos repasar sus últimos artículos20 para insistir una vez más en la consecuente actitud de respeto, admiración y valoración cultural que Aalto sentía por su contexto (en este caso Jyväskylä) en armonía recíproca con la sociedad, formando una unidad cultural indisociable.
Uno de los escritos que creemos más representativo en este sentido es el que, con el título "La arquitectura en el paisaje de Finlandia central"21, se publicó en Sisä-Suomi el 26 de junio de 1925. Aalto nos enseña su percepción del espacio orgánico y del bosque finlandés, al mismo tiempo que lo interpreta en su defensa comparándolo con un paisaje de la Toscana italiana quizás para dotarlo de un mayor contenido cultural (a ojos profanos). Schildt, en un breve comentario sobre el artículo, afirma que las ideas del mismo fueron tomadas del libro La ciudad como obra de arte de 1922, del crítico de arte y arquitecto finés Gustaff Strengell. En cualquier caso, hay que tener siempre muy presente la percepción del espacio natural que Aalto deja ver entre líneas en este texto, ya que será un aspecto presente en las sucesivas obras que irá realizando a partir de la década de los treinta y que tiene su inicio más significativo en el pabellón de Finlandia para la Exposición de París de 1937.

En conexión con el texto que acabamos de comentar, creemos interesante insistir en
este tema con un extracto del libro Metamorfosis del espacio habitado22 (1988), del prestigioso geógrafo brasileño Milton Santos, quien casi sesenta años después del artículo de Aalto, se está pronunciando en los mismos términos e insiste sobre la importancia del contexto natural, paisaje y sociedad.
Sin entrar en otras consideraciones de mayor alcance, queremos dejar patente la trascendencia formal que tuvo en la obra de Aalto la correcta reinterpretación del paisaje finlandés (y, en concreto, la zona central de Jyväskylä), y el respeto y adaptación al mismo que siempre defendió. Por si alguien duda de esto último, les invitamos a visitar con atención el riquísimo ejemplo que nos dejó Aalto en su propia casa experimental (casa de verano Kesämökki) en Muuratsalo, del año 1953, sobre la cual todavía hay mucho que decir (nosotros mismos en breve iniciaremos un estudio específico).

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