sábado, 21 de julio de 2012

TENSIÓN DE LOS ELEMENTOS URBANOS. - II

Estos ejemplos que vemos aquí desde el punto de vista de los hechos urbanos nos pueden conducir a numerosas consideraciones en el campo de la tipología. 
 Los elementos de la ciudad romana se transforman, cambian su función. Otro ejemplo excepcional está constituido por el proyecto de Sixto V para la transformación del Coliseo en una hilandería de lana; también aquí se trata de esta extraordinaria forma del anfiteatro. En la planta baja eran organizados los talleres y en los pisos superiores las habitaciones de los obreros; el Coliseo se habría convertido en un gran barrio obrero y en una fábrica racionalista. 
Así habla de ello Fontana: «Ya había comenzado a hacer quitar toda la tierra que había en torno, y a explanar la calle que viene de Torre del Conti y va al Coliseo, para que fuese completamente llana, como hoy se ven vestigios de dicha excavación; se trabajaba en ello con sesenta carros de caballos y cien hombres, de manera que si el pontífice viviese un año [más], el Coliseo habría sido reducido a lugar de habitación». 
Pero ¿cómo crece la ciudad? 
El núcleo original, recluido dentro de las murallas, se ensancha con una individualidad propia; a esta individuación formal corresponde una individuación política. En el interior se desarrollan los burgos; son los burgos de las ciudades italianas, los faubourgs de las ciudades francesas. Milán, cuya estructura monocéntrica se atribuye erróneamente a una especie de extensión del centro histórico, está bien definida durante todo el Medievo por estos elementos: el centro galorromano, los conventos, las obras pías. La persistencia de los burgos es tan fuerte que el principal de ellos, San Gotardo, viene llamado siempre en dialecto simplemente como il borgo, sin otra atribución, como hemos visto. En París, fuera de la Cité, se constituyen varios asentamientos, a ambos lados del Sena; monasterios, centros mercantiles, la universidad. Alrededor de estos elementos se constituyen centros de vida urbana; alrededor de las abadías se organizan los bourgs. La abadía de St. Germain-des-Prés, de origen merovingio, se destaca en el siglo VI; el burgo de St. Germain no aparece en los documentos hasta alrededor del XII. El burgo representa un hecho urbano tan fuerte en el interior de la ciudad que aún lo podemos hallar hoy en el plano de París; está representado por la convergencia de cinco calles hacia el cruce de la Croix-Rouge; allí se encuentra el acceso al burgo de St. Germain-des-Prés, y el lugar era llamado Le chef de la yute o Le bout de la yute.

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