domingo, 5 de agosto de 2012

Individualidad de los hechos urbanos. - VIII

La creación humana y el utensilio forjado parecen, por lo tanto, encerrar los hilos de este razonamiento en una visión de la arquitectura basada en lo concreto; a través de una visión totalizante que constituye quizá la aportación del artista. 
Pero creo que una conclusión de este género acabaría por cerrar el discurso sin haber establecido un progreso si remitiera a cada personalidad y no a un progreso de la arquitectura como ciencia, la solución de las relaciones entre análisis y el proyectar; negando aquella esperanza contenida en la observación de De Laborde que veía, en la nueva generación, hombres de arte y de cultura que habían tomado el hábito de la crítica y de la observación, que veía, en otros términos, la posibilidad de una comprensión más profunda de la estructura de la ciudad. 
Creo por ello que sólo con una más profunda meditación sobre el objeto de la arquitectura tal como aquí se ha entendido continuamente, la creación humana puede llevar adelante el análisis y la propuesta. 
 Pero esta meditación se debe extender necesariamente a toda la estructura que comprenda la relación entre obra individual y obra social, el depósito de los siglos, la evolución y las permanencias de las diversas culturas. 
 Sin ninguna complacencia literaria, pues, sino de acuerdo con mi deseo de un análisis más complejo, esta sección comienza con un pasaje de Victor Hugo que puede ser un programa de estudio. En la pasión frecuentemente enfática hacia la gran arquitectura nacional del pasado, Victor Hugo, como tantos otros artistas y científicos, ha intentado comprender la estructura de la escena fija de las vicisitudes humanas. Y cuando nos indica la arquitectura de la ciudad en su aspecto colectivo y como «des espéces de formation» enriquece la investigación con una referencia tan autorizada como sugestiva

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