Aunque los procesos de globalización del mercado capitalista tienen una
dialéctica interna que parece cobrar vida propia, que la ideología presenta co-
mo 'segunda naturaleza', no son procesos con un único desarrollo posible ni ca-
recen de sujetos intencionados.
Hay poderosos actores representantes de gru-
pos de empresas, así como representantes directos o putativos de unos pocos
Estados centrales, que participan de una estrategia de transformación del mun-
do®. Dicha estrategia incluye imponer a otros Estados los modelos de reforma
institucional, en buena medida mediante los préstamos de ajuste estructural
(SAL) de la banca mundial, cuya consecuencia y leit motiv es la institucionali-
zación de mecanismos y relaciones de fuerza de mercado dominadas por el gran
capital, particularmente el financiero, con el correspondiente debilitamiento de
las fuerzas nacionales que, en el pasado, lo hacían menos incompatible con una
sociedad relativamente integrada, cuyo referente social eran el empresariado in-
dustrial nacional, la clase obrera y las clases medias.
Como en otras épocas de revolución capitalista, el Estado no defiende a
la sociedad ante los poderes del mercado, sino que impulsa e institucionaliza una sociedad de mercado. En esto juega un papel especial la tecnocracia de los
organismos financieros multilaterales, sometidas al poder de sus principales
países accionistas o ganadas por la ideología del mercado total, con la compli-
cidad que tienen con ellos sus contrapartidas nacionales. A esto se suma la Or-
ganización Mundial de Comercio, donde los países ricos están imponiendo su
propio interés para regular/desregular el mercado mundial donde, ronda tras
ronda, los gobiernos de los países periféricos admiten unas reglas de juego que
los pone en manos de corporaciones y países ricos. Las consecuencias de la de-
bilidad de la democracia son aquí evidentes. ¿Quién representa los intereses de
las mayorías en cada país y en el mundo global? Las políticas se negocian a
puertas cerradas. La gente se entera cuando ya es tarde, en buena medida por
las consecuencias. Es interesante la reflexión que hace Joseph Stiglitz, al exami-
nar su experiencia en el mundo de los organismos internacionales: "Si hay una cosa que yo aprendí en el gobierno es que la transparencia es más esencial, justamente, cuando el saber de los expertos parece ser más necesario".
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