sábado, 13 de julio de 2013

Situación de los trabajadores urbanos y su respuesta - IV

En realidad, cuando se confrontan las ganancias en competitividad con la evolución de las tasas de desocupación parece resultar lo contrario de lo prometido o la relación es inversa: a mayor ganancia en competitividad mayor desempleo (en el mismo período, mientras Argentina va a la cabeza en ambos indicadores, Chile con pérdida en competitividad logra bajar la tasa de desempleo. Comparar cuadros 4 y 8).
Contra lo previsto por la teoría neoclásica, el comportamiento de los empresarios como clase, se inclina a aumentar la productividad por la vía de reducir el número de asalariados necesario para producir una misma cantidad de producto, antes que por la de innovar desarrollando las capacidades del trabajador (Tockman y Martínez 1999: 66). La baja en el costo laboral se completa desarmando el sistema de normas que ponía límites a la explotación por la extensión de la jornada de trabajo, por la intensificación del proceso de trabajo y por la indefensión ante el despido, el envejecimiento o la enfermedad. Además, en muchos casos, ni siquiera de la competitividad así estrechamente definida se obtiene un aumento. Esto es consecuencia de políticas macroeconómicas centradas en la estabilidad monetaria y en garantizar el pago de la deuda y las remesas de utilidades, lo que genera un rezago cambiario y precios relativos desfavorables para la producción nacional a pesar del enorme sacrificio de los trabajadores. Si el objetivo es incrementar el empleo, lo que habría que hacer es aumentar la productividad del capital y no la del trabajo (maximizar el número de empleos que se puede lograr con un capital dado). Pero eso supone poner a la integración social por la vía del trabajo por encima de la rentabilidad del capital. Se podría pensar que recursos públicos y privados no orientados por la eficiencia marcada por la rentabilidad, podrían tener ese criterio, mientras que al capital privado no se le podría pedir que contradiga su propia naturaleza. Pero el neoliberalismo ha pugnado por introyectar, en el sector público y en la esfera social, sus criterios de eficiencia.

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