martes, 31 de marzo de 2015

Arquitectura La Alhambra, joya islámica de Granada

EL LEGENDARIO lugar que inspiró estas palabras es la Alhambra, un palacio único que adorna la ciudad española de Granada. Este monumento es una muestra de la arquitectura árabe o persa en el sur de Europa. La ciudadela, o fortaleza, debe su singular belleza a los musulmanes, cuya influencia predominó en España durante varios siglos.

El virrey árabe Zawí ben Zirí fundó el emirato independiente de Granada en el siglo XI de nuestra era. Durante los quinientos años que duró, floreció artística y culturalmente, hasta que en 1492 los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, pusieron fin a la dominación musulmana en España.

La Granada árabe alcanzó su esplendor cuando los ejércitos de la cristiandad conquistaron Córdoba en 1236. Entonces llegó a ser la capital de la España musulmana, y durante reinados sucesivos se construyó en ella un complejo palaciego sin igual en Europa, conocido como la Alhambra. Un admirado escritor la describió como “la más bella edificación del mundo”.

Su emplazamiento es tan extraordinario como los edificios que la componen. Tras ellos se elevan cual majestuoso telón de fondo las blancas cumbres de Sierra Nevada con una altura de 3.400 metros (11.000 pies). La Alhambra está situada sobre la alargada y boscosa colina de Asabica, que se alza 150 metros (500 pies) por encima de la ciudad. A los ojos de Ibn Zamrak, poeta del siglo XIV, la colina contempla la ciudad de Granada como lo haría un esposo que observa a su esposa con admiración.

UNA CIUDAD DENTRO DE OTRA

El nombre Alhambra, que en árabe significa “la Roja”, quizás aluda al color de los ladrillos que usaron los moros para levantar las murallas exteriores. No obstante, algunos prefieren la explicación que dan los historiadores árabes, quienes afirman que fue construida “a la luz de las antorchas”. Se dice que fue esa iluminación nocturna la que dio a los muros el color rojizo al que hace referencia su nombre.

Pero la Alhambra es mucho más que un palacio. Podría describirse como una ciudad dentro de la ciudad de Granada. Sus extensas murallas encierran jardines, pequeños palacetes, diversos palacios, la Alcazaba (o fortaleza) e incluso una pequeña medina, o ciudad. Los diseños árabes de la Alhambra, junto a construcciones posteriores, han resultado en una muestra única del delicado y complejo arte musulmán unido a las robustas y sobrias líneas del Renacimiento europeo.

Su belleza se debe a un método utilizado tanto por los árabes como por los antiguos griegos. En primer lugar, aprovechaban el color y la textura de la piedra para edificar con armonía, proporción y sencillez. A continuación adorna-ban sus elegantes construcciones. Como explica un entendido: “Los árabes siem-pre tenían en cuenta lo que los arquitectos consideraban el primer principio de la arquitectura: construir y después decorar, jamás construir y decorar a la vez”.

EXPLOREMOS LA ALHAMBRA

La entrada a la Alhambra es un gran arco de herradura llamado la Puerta de la Justicia. Su nombre nos recuerda el tribu-nal que durante la dominación musulma-na se reunía aquí para escuchar casos de poca gravedad. La costumbre de juzgar en la puerta de la ciudad era común en el Oriente Medio y se menciona en la Biblia.*

La exquisita decoración, típica de palacios árabes como este, se realizó con estuco. Los artesanos transformaron esta masa en preciosas lacerías, motivos artísticos que se repiten constantemente. Algunos de los elaborados arcos parecen estalactitas organizadas en perfecta simetría. Otra característica del palacio son los zillij, azulejos de cerámica vidria-da con intrincados diseños geométricos, utilizados para cubrir de vivos colores las partes bajas de los muros, creando así un marcado contraste con el color sobrio del estuco.

El patio más famoso de la Alhambra es el patio de los Leones, catalogado como “el más bello ejemplo del arte árabe en España”. Una guía local comenta: “Existe algo en la obra de arte, que escapa a todos los vaciados y reproducciones posibles: (...) tal es nuestra sensación ante el patio granadino”. Está formado por un pórtico con arcos perfectamente proporcionados y esbeltas columnas, que rodea una fuente apoyada sobre doce leones de mármol. Este es uno de los lugares más fotografiados de España.

JARDINES QUE RENUEVAN EL ESPÍRITU

La Alhambra también alberga precio-sos jardines, fuentes y estanques.* Según apunta Enrique Sordo en su libro Al-Andalus: puerta del paraíso, “el jardín árabe es un anuncio paradisíaco”. La influencia del islam puede verse en todas partes. El autor español García Gómez escribió: “El paraíso musulmán (...) aparece literalmente descrito en el Corán como un jardín muy frondoso (...) surcado por sabrosísimas aguas corrientes”. Un elemento muy utilizado en la Alhambra es el agua, considerada un lujo para la gente acostumbrada al tórrido clima desértico. Quienes diseñaron los jardines se dieron cuenta de que el agua podía refrescar el ambiente y deleitar el oído con su suave murmullo. A su vez, los estanques rectan-gulares reflejan el radiante cielo español, dando así una sensación de amplitud y luminosidad.

No muy lejos de la Alhambra y ubicado en el cerro del Sol —una colina junto a la de Asabica— se encuentra el Generalife, un apartado palacio árabe con jardines. Este es un bello ejemplo del paisajismo árabe y ha sido descrito como “uno de los jardines más hermosos del mundo”.* Uni-do antiguamente al palacio de la Alham-bra por un puente, servía como villa de recreo para los gobernadores de Grana-da. Un patio nos conduce a la escalera del Agua. Aquí, la luz, el color y un millar de aromas cautivan los sentidos de los visitantes.

EL SUSPIRO DEL MORO

Cuando el último soberano nazarí de Granada, Boabdil (Muḥammad XI), rindió la ciudad a los reyes Fernando e Isabel, él y su familia se marcharon al exilio. Se-gún se cuenta, tras abandonar la ciudad, se detuvieron en un lugar elevado, cono-cido ahora como El Suspiro del Moro, y mientras miraban por última vez su maravilloso palacio rojo, la madre de Boabdil le dijo: “Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre”.

En la actualidad, de entre los tres millones de visitan-tes que recibe la Alhambra cada año, algunos todavía acuden a este lugar. Desde allí, y como Boabdil, pueden contemplar cómo la ciudad de Granada se extiende a los pies de este palacio árabe, la joya de la corona. Si algún día visita esta ciu-dad, usted también com-prenderá la tristeza del últi-mo rey nazarí.

NOTAS

*En el año 711 de nuestra era, los ejérci-tos árabes y beréberes entraron en la península ibérica, y en menos de siete años casi todo el territorio llegó a estar bajo el dominio musulmán. No habían pasado dos siglos cuando Córdoba se convirtió en la mayor ciudad de Europa, y posiblemente en la más culta.

*Por ejemplo, Dios ordenó a Moisés: “(Establece) para ti jueces y oficiales dentro de todas tus puertas (...), y tienen que juzgar al pueblo con juicio justo” (Deuteronomio 16:18).

*Los árabes introdujeron aspectos de los jardines persas y bizantinos en las re-giones mediterráneas, entre ellas España.

*La palabra Generalife, del árabe Jen-nat-al-Arif, ha sido traducida en ocasiones como “huerta excelsa”, aunque posible-mente signifique “jardín del arquitecto”.

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