domingo, 19 de junio de 2016

Arquitectura: Estamos en otra

La situación de la arquitectura boliviana (si hay alguna) hace varios años ya que alarma y preocupa. Llevo algún tiempo queriendo compartir algunas consideraciones sobre el tema y gracias a los eventos recientes es que decido escribir estas líneas, que dejo al criterio del lector, para que las pueda interpretar como una crítica, una reflexión o una protesta.

Hace pocos días se inauguró una nueva versión de la tan reconocida Bienal de Venecia, este año a cargo de un latinoamericano, el flamante ganador del Pritzker, Alejandro Aravena de Chile (más adelante notarán que no es un dato menor). Para variar, Bolivia no tuvo presencia en la muestra, es más, no recuerdo si alguna vez estuvimos presentes en la mayor exhibición de arquitectura del mundo, si tengo entendido que en bienales anteriores el arte contemporáneo boliviano tuvo algunos representantes, pero en arquitectura, nada, cero, ni una obra, ni una instalación, mucho menos pensar en montar una exhibición colectiva dentro de algún pabellón.

Esto ya no sorprende, hace algunas semanas, se develó tristemente la inexistencia de propuestas bolivianas (obras de arquitectura, trabajos de investigación, ponencias, etc.) en la última Bienal Iberoamericana de Arquitectura BIAU, y así como no se tuvo presencia en ésta, tampoco se tiene participación en otras bienales, o eventos donde se habla de arquitectura y urbanismo, mucho menos hablar de concursos, (nacionales porque no hay), e internacionales (porque no se tiene la costumbre), de igual manera en congresos, exposiciones, etc., el resultado siempre es el mismo, cero.

Pero ¿qué es lo que pasa?, ¿Será que no hay arquitectos en el país cuyo trabajo valga la pena resaltar?, ¿Acaso no hay arquitectura que valga la pena mostrar? más aún y ante nuestra actual coyuntura, (que desde donde se la mire es especial), donde se construyen simultáneamente "obras importantes" como aeropuertos internacionales, hospitales de todos los niveles, viviendas sociales, edificios gubernamentales, coliseos, colegios, terminales, etc., etc., etc., que ¿ninguna de ellas es merecedora de compartirse en escenarios y plataformas internacionales?, ¿Será que ninguna vale la pena?, pues tomando en cuenta la escasa, por no decir nula presencia de arquitectos bolivianos en el contexto internacional todo hace sospechar que no.

Y no escribo este texto con el argumento de santificar a las bienales y sugerir que hay que estar en ellas por estar, o participar por participar, sino porque considero que en algunos casos (como es el de Venecia) representan escenarios importantísimos de intercambio y difusión donde todos los países participantes presentan a su manera temas e intereses, relevantes y donde la discusión y el debate son los protagonistas a la hora de encarar los nuevos desafíos que la disciplina demanda.

A partir de esta realidad, y como reza la frase común, es que digo: "Estamos en otra", pero estamos en otra desde todo punto de vista, desde que en nuestro medio no se valora, y en la mayoría de los casos ni se entiende, el trabajo del arquitecto, desde que menospreciamos el aporte y el valor de un buen diseño, desde que el mercantilismo y la mezquindad le ganan a la calidad, desde que la pirotecnia hace mella de la esencia, desde que nos conformamos con lo que hay, desde que hace años no surgen generaciones de arquitectos que acepten y encaren nuevos desafíos, desde que nos vanagloriamos con meras construcciones saturadas de color y fachadismos huecos, desde que desarrollamos la profesión de arquitecto a espaldas de los problemas reales de nuestra sociedad, desde que nos formamos en facultades que son burbujas en vez de puentes, desde construir siempre buscando el beneficio personal en vez del bien común, y desde la falta de desprendimiento de egos y posturas omnipotentes, que definen hoy una situación de crisis profunda y abrumadora, o será que en realidad ¿no queremos hacerlo porque estamos cómodos en un contexto donde se hace lo que se tiene que hacer y punto?

Y como todo sigue su curso natural, la cachetada la recibimos de los países limítrofes, donde parece ser que pese a tener casi nuestros mismos inconvenientes y restricciones sociales, económicas y hasta políticas, sí muestran propuestas con tanto valor desde la austeridad, la simpleza y el acercamiento de la arquitectura hacia la sociedad, que no solo participan y son valorados internacionalmente sino que son premiados, como es el caso del estudio paraguayo Gabinete de Arquitectura, a cargo de Solano Benítez que en esta versión de la Bienal de Venecia recibió el León de Oro a la mejor participación por su intervención "Arco Parabólico de Ladrillo Simple". De igual forma podemos apreciar el trabajo de Chile, con un pabellón austero pero preciso, Perú con una muestra extremadamente cuidada, Colombia con una seria investigación sobre el bambú o Argentina que con una instalación cargada de simplicidad y basada en la obra del finado Rafael Iglesia contribuyeron con su mirada sobre un tema en común planteado por Aravena: "Reporting from the front" (Reportando desde el Frente).

Es urgente cambiar y replantear la mirada, la práctica y el pensamiento de la arquitectura y del arquitecto en Bolivia por una donde se consiga lograr un "salto de calidad", pero un salto enfocado desde parámetros muy puntuales, como la eficiencia, la austeridad, la simpleza, la generosidad y sobretodo desde la responsabilidad, nuestros vecinos lo están consiguiendo, hace buenos años que los arquitectos y las obras de arquitectura latinoamericanas están contribuyendo de mejor manera (inclusive las europeas) a los problemas reales de contextos tan variados y heterogéneos como los nuestros. Necesitamos replantearnos muchas cosas, reivindicar esa fractura entre el arquitecto, la arquitectura y la sociedad, necesitamos hacernos las preguntas adecuadas, trabajar en ellas, porque solamente así podremos encarar los futuros desafíos desde un lugar más beneficioso, no para los arquitectos, sino para la sociedad.

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