miércoles, 31 de octubre de 2012

Arquitectura debe mejorar lo hecho

Un arquitecto acompaña un recorrido por el centro de formación y señala cuáles son las falencias estructurales.

Alberto Mendoza, arquitecto, ironiza que “después de haber hecho la nueva ala, esta facultad recién tiene pinta de asilo. Nos falta mucho todavía para que tenga los ambientes que debería tener como facultad de arquitectura, aunque es una pena decirlo”. Y un recorrido hecho en la víspera puede darle razón.

LA HISTORIA DE LA REMODELACIÓN. En 2004 se estaban haciendo variaciones en una parte del edificio que inicialmente fue construido para hospital. “Las necesidades y requerimientos de esa construcción, del siglo XIX, hicieron que tuviera tres sótanos, pero trajeron maquinaria pesada y afectaron la cimentación de los últimos sótanos”.
Eso ocasionó, en plena época de lluvias, un remojo en el suelo y se vino abajo toda el ala antigua, que daba hacia las calles Héroes del Acre y Conchitas. “Toda una parte del frontis se cayó y aprovecharon, creo, para el diseño de una nueva ala, que me parece muy bonita, pero veo mucho espacio desperdiciado”.

DEMOLICIÓN SISTEMATIZADA. Mendoza afirma que una vez caída un ala importante, debían haber continuado con la demolición sistematizada y la renovación de parte de la facultad.
“Entre el patio del Café Amarillo (paradero de los estudiantes) y el patio del Cristo (por donde se accede) hay un bloque de edad mediana, aproximadamente de la década de los 80, y no tiene nada que ver ni con lo antiguo ni con lo nuevo”.
Darle el carácter de facultad de arquitectura a un edificio antiguo no es labor fácil, “pero de todos los intentos no he visto que hayan salido los ‘mejores’ resultados”.
APROVECHAR LA CAPILLA. Dentro del edificio está la capilla que tal vez mandaron a construir las hermanas responsables del Asilo San Ramón, albergado allí entre 1909 y 1981. “Tiene una estructura que tomó parámetros de la arquitectura neogótica, porque tiene arcos ojivales similares a los de la iglesia de San Calixto o La Recoleta. Tiene paredes muy gruesas de adobe, pero el uso que se le ha dado (albergar los prefacultativos antes; servir como salón de baile en la actualidad) está en entredicho: si quisieran mantener la estructura, podrían hacer una especie de auditorio con una distribución muy interesante. Si la quisieran demoler para hacer otro bloque sería una propuesta buena, siempre y cuando sea en función del aprovechamiento que se pueda hacer del espacio, porque tiene un gran valor histórico”.
Una nueva perspectiva. Mendoza no es partícipe de conservar lo antiguo mal conservado, “porque eso generalmente se cae”. Piensa que es momento de darle una nueva perspectiva.
“Como diseño arquitectónico, habría que encarar sistemáticamente el cambio de la facultad. Da pena que no se haya sacado un concurso o propuesto algo para tener un diseño de la facultad, que ya en proyecto es más fácil de presupuestar”.


2004 fue el año en que se hizo el trabajo de remodelación que derivó en el ala nueva.

“La cosa es que haya una perspectiva de mejorar, sin que intervengan los docentes, siempre más interesados en la política que en la cuestión académica”.

Alberto Mendoza / ARQUITECTO

TEORÍA Y PRÁCTICA NO PUDIERON UNIRSE. Alberto Mendoza reflexiona que durante todo el tiempo de la carrera universitaria les “machacan” y meten en la cabeza que “debemos hacer un diseño integral, que vea la parte antigua, la moderna y la intermedia, y podamos hacer un lenguaje de transición”.
Sin embargo, siente que cuando llega a la facultad de arquitectura ve que todo eso no lo pudieron realizar los docentes.
“La teoría es muy fuerte y ellos no pudieron aplicarla, porque los mismos docentes supervisaban la obra”, aunque los diferentes trabajos estaban a cargo de una empresa particular.
“Es el momento de darle a esta facultad los ambientes adecuados”.





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