"Junto con las familias y los barrios, las ciudades han sido la base de nuestras sociedades y estados, el centro de la industria, el artesanado, el comercio, la educación y el gobierno" (Carta de Aalborg)
1. La ciudad histórica, construida en el pasado, transformada continuamen-
te, y cuya gestión, con perspectiva de futuro, nos corresponde en el tiem-
po presente, es una realidad de gran complejidad, definida por conteni-
dos y valores muy heterogéneos en términos arquitectónicos, funcionales,
urbanísticos, culturales, sociales, económicos... Esta complejidad consti-
tuye su máximo valor pero, paradójicamente, no es siempre contemplada
así cuando se decide abordar la intervención, incluso en las escalas más
modestas de las actuaciones; la norma es con frecuencia la ignorancia de
esta riqueza y, la consecuencia la desconexión del contexto.
2. La intervención en la ciudad histórica se viene planteando con reiteración
desde una perspectiva sectorial (el patrimonio edificado de valor, el tráfi-
co, los espacios públicos, las infraestructuras, etc.) es decir centrada sobre
un aspecto determinado, sin abordar la posibilidad de actuar sobre cues-
tiones relacionadas y sin considerar las consecuencias sobre otros aspectos.
Este modo de proceder tiene algunas ventajas tal vez desde el punto de
vista de la eficacia inmediata en la gestión, de la consecución de objetivos
a corto plazo: la recuperación de algún elemento urbano determinado en
el marco de una única acción cuyos elementos se puedan controlar desde
una sola instancia, sea un edificio de carácter monumental, una infraes-
tructura, una plaza, o un equipamiento. Pero, también, encierra limitacio-
nes respecto a la perdurabilidad de los objetivos y a las consecuencias so-
bre aspectos colaterales, que no siendo objeto de la intervención son ig-
norados.
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