martes, 13 de agosto de 2013

Programas y elites desnacionalizados

En tercer lugar, la identidad y vínculos nacionales se están debilitando para es- tos actores globales y sus clientes. Así vemos que los principales bancos de in- versión de los Estados Unidos y Europa han establecido oficinas especializadas en Londres para manejar varios aspectos de sus negocios globales. Inclusive los bancos franceses han establecido algunas de sus operaciones globales especiali- zadas en Londres, un hecho inconcebible hasta hace unos pocos años y todavía no manifestado abiertamente en la retórica nacional de ese país. La desregulación y la privatización han debilitado además la necesidad de centros financieros 'nacionales'. 
La cuestión de la nacionalidad simplemente funciona de manera diferente en estos sectores de lo que fue el caso hace ape- nas una década: desde los mercados nacionales se puede acceder a los produc- tos financieros globales y los inversionistas nacionales pueden operar en los mercados globales. Es interesante anotar que los bancos de inversión solían dividir sus equi- pos de analistas por país a fin de cubrir un mercado nacional; en la actualidad lo hacen más por sector industrial. (Ver, por ejemplo Latin American Finance, varios ejemplares). 
En mi libro ¿Perdiendo Controldescribo este proceso como la incipiente desnacionalización de ciertos sectores institucionales. Pienso que dicha desna- cionalización es una condición necesaria para la globalización económica como la conocemos en la actualidad. La sofisticación de este sistema radica en el he- cho que solamente necesita involucrar áreas institucionales estratégicas -la ma- yoría de los sistemas nacionales pueden permanecer básicamente inalterados. Las empresas japonesas que operan en el exterior adoptaron estándares de con- tabilidad internacionales mucho antes de que el gobierno japonés pensara en requerirlos. A este respecto, el aspecto organizacional de la globalización es to- talmente diferente al de los mercados globales del consumidor, en los cuales el éxito consiste en cambiar los gustos a escala nacional en una forma masiva.
Las ciudades globales producen una nueva 'subcultura'. La gran resisten- cia presentada por largo tiempo en Europa a las fusiones, especialmente a las muy agresivas, o la resistencia a la propiedad y control extranjero en el este del Asia, evidencian una cultura nacional de negocios, que es de alguna forma in- compatible con el nuevo carácter distintivo de la economía global. Yo plantea- ría que las grandes ciudades contribuyen a desnacionalizar las elites corporati- vas. No se trata de que esto sea bueno o malo, sino que considero que es una de las condiciones para establecer los sistemas y 'subculturas' necesarias para un sistema económico global.

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