domingo, 6 de julio de 2014

Neuroarquitectura, construyendo bienestar

VANGUARDIA | LA NEUROARQUITECTURA ES UNA DISCIPLINA CIENTÍFICA QUE BUSCA DARLE ARMONÍA A LOS ESPACIOS MÁS ALLÁ DE LA CONSTRUCCIÓN EN SÍ.

Se puede creer o no en el Feng Shui, o en alguna técnica similar para armonizar los ambientes. Pero cuando se trata de neuroarquitectura no hay opción, se tiene que aceptarla, porque es una evidencia científica que gracias al avance de la tecnología hoy se conoce cada vez en más profundidad, y que finalmente tiene el mismo objetivo que el Feng Shui: buscar que los ambientes contribuyan en el bienestar de las personas.

Las universidades, incluyendo las bolivianas, están formando a sus estudiantes de arquitectura con una visión más allá de la construcción en sí, sino también en que busquen la manera de contribuir a que quienes habiten esos espacios sean más felices. Por ello la neuroarquitectura es un intento de aplicar los descubrimientos de las neurociencias a una disciplina preexistente, la arquitectura. Este nuevo enfoque trata de la relación entre la salud y la gestión de los espacios. Es el estudio de cómo la edificación, la ordenación del espacio físico y el entorno afecta a la experiencia humana y de la relación existente entre los procesos cerebrales y los entornos arquitectónicos y su impacto en la salud emocional y física.

Se trata de indagar sobre qué efecto específico tienen los espacios sobre el estrés, las hormonas y el tipo de pensamientos que generamos. Pero esto no es reciente, la fusión entre la conducta humana y la arquitectura se remonta a un largo camino. Leonardo da Vinci estudió el cuerpo humano y la arquitectura y el primer arquitecto conocido en la historia, Imhotep (aprox. 2690 – 2610 a.C.) fue a la vez médico y astrónomo.

La fundamentación científica de esta comunión entre la arquitectura y el estudio del cerebro fue el trabajo pionero del neurocientífico Fred H. Gage del Instituto Salk para Estudios Biológicos, (La Jolla, California) que en 1998 junto con otro colega, Peter Eriksson del Hospital Universitario Sahlgrenska, (Gotemburgo, Suecia), anunció el descubrimiento de que el cerebro humano es capaz de producir nuevas células nerviosas (neuronas) en la edad adulta y que esto se facilita con un entorno rico en estímulos.

Gage es profesor en el Laboratorio de Genética del Instituto Salk, y se ha centrado en el sistema nervioso central adulto y en la inesperada plasticidad y adaptabilidad a los estímulos del medio ambiente que permanecen durante la vida de todos los mamíferos. Las pequeñas poblaciones de células nerviosas inmaduras se encuentran en el cerebro de los mamíferos adultos, y Gage está trabajando para entender cómo estas células pueden ser inducidas a convertirse en células nerviosas maduras. Los científicos han demostrado que el ejercicio físico puede mejorar el crecimiento de nuevas células cerebrales en el hipocampo, una estructura cerebral que es importante para la formación de nuevos recuerdos.

Además, su equipo está estudiando los mecanismos moleculares subyacentes que son fundamentales para el nacimiento de nuevas células cerebrales, un trabajo que puede conducir a nuevas terapias para enfermedades neurodegenerativas.



Rompiendo dogmas

Este descubrimiento desmintió el dogma clásico en neurociencia de que el ser humano tiene un número limitado de células desde que nace hasta que muere. La neurociencia aporta, de un modo cada vez más acelerado, conocimientos acerca de cómo funciona nuestro cerebro. Y de cómo ese funcionamiento está íntimamente ligado al mundo que nos rodea, que se extiende al resto de la naturaleza y a todo aquello creado por el propio hombre.

Desde 2003 que funciona en la ciudad de San Diego, Estados Unidos, la Academia de Neurociencias para la Arquitectura (www.anfarch.org). Allí nació lo que ahora se conoce como Neuroarquitectura. Esta nueva disciplina creó, desde su inicio, una enorme expectación e interés. Lo que se pretende es producir un intercambio intelectual y creativo entre arquitectos y neurocientíficos que pueda dar lugar a nuevas ideas y con ellas tal vez cambiar los moldes de una concepción clásica de la arquitectura. Su misión es diseñar espacios que cumplan con las necesidades y deseos de sus usuarios, desde los trabajadores en sus oficinas (mejorando su productividad y reduciendo la fatiga según la disposición del mobiliario en el espacio, la iluminación, los colores), los pacientes en los hospitales (acelerando su recuperación con un entorno óptimo), hasta los ciudadanos comunes (mejorando su visión y minimizando el impacto del cemento y del color gris),…etc.

Actualmente se está investigando la relación entre espacios amplios y techos altos y pensamiento creativo; sobre los espacios verdes y los paisajes de la naturaleza para estimular tanto la concentración, como la curación de las personas tras una enfermedad o sobre el impacto de los edificios y muebles con ángulos pronunciados (esquinas, ángulos afilados) sobre la amígdala, implicada en los procesos de defensa y agresión del cerebro.

Los neurocientíficos han descubierto que la amígdala que está implicada en el proceso del miedo y de la activación emocional, se activa más cuando tratamos con objetos puntiagudos.



Ciencia e intuición

¿Puede relacionarse la neuroarquitectura, con el Feng Shui? Tomando en cuenta que el Feng Shui es una técnica milenaria china que se basa en la existencia de que todo cuanto nos rodea tiene una energía cuyo flujo se ve modificado por la forma y disposición del espacio, las orientaciones (puntos cardinales) y los cambios temporales, también se preocupa de armonizar esta energía en los espacios, a fin de que esta energía fluya, en lugar de estancarse.

Los expertos dicen que hay muchas similitudes entre neuroarquitectura y Feng Shui; siendo quizás la diferencia primordial que una es más científica-psicológica y la otra trata con la energía y es más intuitiva, sin embargo llevado a la práctica, su aplicación tiene muchos puntos comunes, porque ambas disciplinas tratan del impacto del espacio.

Todos estos indicios son prometedores con respecto a lo que las neurociencias serán capaces de ofrecer a la arquitectura. Se trata pues de descubrir y reconocer de forma consciente el impacto, positivo o negativo, del espacio que nos rodea en nuestras vidas, en nuestra creatividad, en nuestros ánimos. Tenemos derecho a exigir que nuestros hábitats privados y colectivos reflejen y estimulen lo mejor que llevamos dentro.

Alexandra Stahl, arquitecta, experta en Feng Shui, y quién ha asesorado la construcción de varios edificios y viviendas en Bolivia, afirma que las dos disciplinas se complementan a la hora de crear armonía en los espacios y que actualmente, universidades como la San Simón en Cochabamba tienen dentro de su currícula a la neuroarquitectura. “El propósito es llegar a una casa que sea una batería, que recargue tus energías, un lugar que emita buenas vibraciones al margen de las vibraciones de las personas, y la energía de la casa puede cambiar esas energías, si bien la casa reúne las energías, cuando está construida en este concepto, cambia las malas vibraciones. Si ello no te llama o no te interesa, es que no se está preparado para este tipo de construcción.” “La neuroarquitectura es la medición y de allí adelante está el diseño en base a ella.”



"La neuroarquitectura, como disciplina emergente, está mirando al futuro"

"El descubrimiento en el que se basa la neuroarquitectura, desmintió el dogma clásico en neurociencia de que el ser humano tiene un número limitado de células desde que nace hasta que muere"

“VOLUNTAD DE SERVICIO”

Una nueva concepción de la arquitectura más allá de los conceptos de funcionalidad o estética se está abriendo paso en nuestro mundo. De momento, y del encuentro entre arquitectos y científicos del cerebro, surgen respuestas a preguntas como éstas:

• ¿Por qué nos sentimos bien en una iglesia hermosa o en los claustros de un espacioso monasterio?

• ¿Por qué obtienen mejores resultados los alumnos que aprenden en clases con enormes ventanales y mucha luz?

• ¿Por qué se recuperan mejor y más deprisa los enfermos en algunos modernos hospitales prototipo, en el que todo son espacios naturales y verdes?

• ¿Por qué ciertos ambientes de ciudades o casas generan descontento y agresión?

• ¿En qué medida los edificios que se han construido y se están construyendo en nuestras ciudades, en donde nacen y se educan nuestros hijos, se trabaja, se aprende, se enseña, se reza, se cuida a los enfermos, se duerme, se come, se envejece y se muere, modela nuestro modo de ser y pensar?

• ¿Hemos estado edificando nuestro entorno ajenos a los códigos más primitivos de nuestro cerebro?

• ¿Puede que nuestra arquitectura civilizada sea un producto estético-económico de nuestro desconocimiento de lo que en raíz es el ser humano?

• ¿Estarán nuestras ciudades violando los códigos cerebrales que elaboran nuestras satisfacciones potenciando la agresión, la insatisfacción, las depresiones y las enfermedades mentales?

• ¿Nos llevará todo esto a una reevaluación de nuestras concepciones actuales de cómo vivimos?

(www.xatakaciencia.com)

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