domingo, 3 de julio de 2016

Video Villa Adela, el epicentro de la arquitectura andina

La zona de Villa Adela de la urbe alteña es el epicentro de la arquitectura andina, dado que en ese barrio se concentra la mayor cantidad de edificaciones de ese tipo, según el estudio Arquitectura emergente, una nueva forma de construir imaginarios urbanos en El Alto.

"Los habitantes de dicho barrio son responsables de promover la arquitectura emergente en sus calles. Cabe recordar que las formaciones sociales son las que establecen las formas urbanas y arquitectónicas. Es así que los dueños realizan esta arquitectura con una mezcla de rasgos que sintonizan con su identidad y sus experiencias”, se establece en ese estudio, que fue elaborado por la periodista Yolanda Salazar.

Según el libro, hasta 2014 en esa zona había 15 construcciones de este tipo; en la actualidad se construyen al menos cuatro adicionales. El segundo barrio alteño en tener la mayor cantidad de este tipo de construcciones es la zona 16 de Julio, con una decena de ejemplares.

"Si bien el barrio es residencial y comercial a la vez, creo que este último elemento incide mucho, porque los barrios que más tienen estas casas están habitados por gente que es comerciante. La zona 16 de Julio también tiene varias de estas casas, al igual que Villa Adela”, explica Salazar.

Los mensajes

La autora de la investigación sostiene que los mensajes que los propietarios quieren dar a conocer, con los colores y diseños, "difiere mucho de cada dueño”. En el libro se establece que "las significaciones que los propietarios atribuyen a los detalles y colores asignados a los diferentes espacios tienen una propia significación, una construida por el propietario, la familia y la experiencia de vida”.

Salazar comenta que el diseño de diamante fue elegido por una familia, por ejemplo, para mostrar "el poder económico que llegó a tener”. Los diseños -agrega- también evocan a sus antepasados, como a su pueblo de procedencia.

En el caso de los colores, las significaciones van desde expresar riqueza hasta las experiencias de viaje. "Los colores de la fachada como el interior no son una decisión basada solamente en la estética, sino también llevan una connotación personal, ellos deciden qué quieren exhibir a sus vecinos y a los transeúntes”, se lee en el libro.
Salazar comenta que un propietario escogió el rojo "porque vio en China que se utiliza este color, sobre todo, en grandes construcciones que costaron mucho dinero como los palacios chinos”.

La estructura

En estas construcciones hay tiendas, galerías para espacios comerciales; además, muchas tienen salón de fiestas; hay algunas que tienen canchas de pasto sintético, alojamiento, raquet y wally. En el último piso se ostenta la vivienda del propietario. El costo de este tipo de construcciones, según Arquitectura emergente, está entre los 500 mil y un millón de dólares, aunque hay casos en que puede llegar a costar cinco millones de dólares.

En este estudio se establece que aún no hay "una uniformidad” en torno a la denominación de este tipo de edificaciones. Hay quienes las llaman "arquitectura cohetillo”, "arquitectura chola”, o "cholets”. Salazar considera que la "arquitectura andina explica un poco de lo que es: de la parte andina, tiene símbolos andinos y es también como que de El Alto”.

Una pregunta de rigor: ¿qué buscan con este tipo de construcciones sus propietarios? "Creo que lo principal es que quieren comunicar su identidad. La identidad no sólo del dueño de casa, sino también la identidad de la familia como tal y también de las otras generaciones antes de ellos. Entonces, eso lo expresan a través de ciertos diseños y ciertos colores que ellos eligen”, responde Salazar.

Esta arquitectura en The New Yorker

La obra de Freddy Mamani, el arquitecto impulsor de esta tendencia en la construcción, ha trascendido las fronteras nacionales en los últimos años. En diciembre de 2015, la revista norteamericana The New Yorker le dedicó un reportaje-perfil a Mamani, mientras que su más reciente aparición pública se dio a principios de junio, cuando le tocó dictar una charla magistral sobre su arte en Arica (Chile).

"El arquitecto boliviano Freddy Mamani Silvestre no tiene una oficina, no usa una computadora o dibuja planos formales. Él esboza sus planes en una pared o los transmite oralmente a sus asociados”, se lee al principio del reportaje titulado "High aspirations” (Altas aspiraciones) en la revista estadounidense.

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