domingo, 24 de octubre de 2010

El funcionalismo y Alvar Aalto

La irrupción del funcionalismo en Escandinavia se inicia a mediados de la década de los veinte. En Noruega, se construye el primer edificio funcionalista en 1925, un restaurante, diseñado por Lars Backer Skansen. El funcionalismo, fundamentado sobre las formas industriales y los procesos productivos, enfatiza la horizontal, las superficies desnudas, propone grandes espacios libres en un proceso racional de construcción donde la estructura sea independiente de la forma. Los nuevos métodos constructivos y los avances técnicos consiguen zonificaciones más libres, según los usos, y una mayor optimización de costes. Por último, existe también un interés por lo social a través de investigaciones sobre la vivienda mínima y los bloques de pisos. Mezclado todo ello con una mayor responsabilidad por parte del arquitecto frente a la sociedad, a la que debe en todo momento dar las respuestas que necesita, haciendo frente a los nuevos tiempos.

En Francia, Holanda y Alemania, Le Corbusier o La Bauhaus de Gropius están interesados en los “nuevos problemas” de la época y, con la vivienda como paradigma, avanzan hacia una estética maquinista. Aalto, introducido en los círculos alemanes por su amigo Sven Markelius, parece estar más interesado en los problemas sociales y los factores culturales que presenta la vivienda, y mucho menos en los temas relacionados con la producción industrializada.

Desde su traslado a la ciudad de Turku en el año 1927 hasta su nueva mudanza a Helsinki en el año 1933, Aalto describe un proceso ascendente en los primeros años: muy interesado en el funcionalismo y muy activo con viajes europeos, asistencia a congresos del CIAM y publicación de artículos. Pero en los últimos años sucede todo lo contrario y progresivamente se aleja de los círculos funcionalistas y se adentra más y más en una arquitectura propia que retoma sus orígenes con nuevos instrumentos de proyecto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario